Para los que no conozcan AMBE… ¿Cómo presentarías a la asociación que, desde el 1 de enero, vas a gestionar?
En efecto, hasta el 31 de diciembre soy director de desarrollo de negocios de la European Cyclists’ Federation (ECF), y me incorporaré a AMBE el 1 de enero. Esta asociación representa a la industria del ciclismo de España: fabricantes, distribuidores o importadores, pero también cuenta con grandes aliados más allá de la industria, como pueden ser empresas de servicios o, en general, la comunidad de la bici. La idea es trabajar juntos, unir fuerzas y hacer un importante trabajo político, poniendo la bicicleta en la agenda política, trabajando en la Mesa de la Bicicleta o reforzando el vínculo con ConBici o la Red de Ciudades por la Bicicleta.
¿De dónde vienes? ¿Qué es, para aquellos que no lo sepan, la ECF?
Durante los últimos ocho años he vivido en Bruselas trabajando en la ECF, la organización que aglutina a las federaciones de ciclistas de Europa. En el caso de España eran asociaciones como ConBici o A Contramano Sevilla, pero también incluimos a federaciones de Alemania, con más de medio millón de usuarios, o usuarios de lugares como Holanda o Dinamarca, tratando de ser la voz de todos esos ciclistas en Bruselas. Desde la ECF, por supuesto, también tenemos iniciativas como EuroVelo o Velo-City, el congreso mundial de la bici que tendrá lugar en 2021 en Lisboa.
Desde Bruselas… ¿cómo se veía la situación de la bici en España?
En los últimos ocho años hemos avanzado muchísimo, y creo que en los últimos meses todavía más. En ese tiempo hemos dado un salto adelante importante y, más allá de compararnos con otros países de los que por supuesto también tenemos que inspirarnos, creo que debemos centrarnos en aprovechar el momento actual para darle un impulso muy fuerte a la bici. Cuando empecé a trabajar en este sector vivía en Sevilla, y la ciudad era escenario de un boom ciclista: cuando me mudé a Bruselas me sorprendió que la ciudad era una jungla, donde los carriles bici no tenían ningún sentido y había muchísimos coches. Sin embargo, en este tiempo, las cosas han cambiado. Bruselas demuestra que una gran capital europea también puede apostar por el transporte publico, por el ciclismo urbano o por caminar. Y es que cualquier ciudad puede hacer su pequeña revolución, como hacen ahora Valencia, Zaragoza, Cádiz o Las Palmas. Creo que tenemos un gran objetivo a nivel estatal, el Plan Estratégico de la Bicicleta, que tiene que ser nuestra punta de lanza para que todo el país se ponga a dar pedales.
“Es momento de aprovechar los fondos europeos, esa especie de Plan Marshall de recuperación, para apostar por la bici y la movilidad sostenible”
¿Por qué crees que te ha elegido AMBE?
Supongo que, en gran parte, por la experiencia de todos estos años en Bruselas, donde he aprendido muchísimo y hemos conseguido cosas que parecían imposibles: el empuje de EuroVelo y el cicloturismo, que haya determinadas directivas europea que, por ejemplo, han convertido en obligatorio el poder llevar bicis en los nuevos trenes. Creo que, desde AMBE, esperan que traiga esa experiencia con las instituciones, que pueda aplicar todo este conocimiento en mi propio país y que aproveche el conocer a tanta gente, ya que he pertenecido a colectivos activista como A Contramano y, por supuesto, soy ciclista urbano. No nos olvidemos, claro, de otro tema muy importante: un área de mi especialización son los fondos europeos, y creo que ahora es el momento de aprovecharlos porque se va a desplegar la mayor inversión publica de nuestra generación en una especie de Plan Marshall de recuperación europea. Tenemos que lograr que ese plan apueste por la bici, la movilidad sostenible y modos de vida más saludables. Porque hablamos de una crisis sanitaria, económica, social y medioambiental, pero es que la bici es una respuesta a todas esas cuestiones.
¿Por dónde empezarías a cambiar las cosas para que mejore la situación de la bici en España?
En primer lugar, hay que quitarse complejos: la bici no es algo pequeño, residual o alternativo. La bici tiene que jugar un papel central de todo tipo en las políticas fiscales, medioambientales, de infraestructura, de turismo… Voy a llamar a todas las puertas. Quiero trabajar con todo el mundo, con todos los colectivos. Es muy importante que los cinco millones de la Estrategia Estatal de la Bicicleta son solo para echar a andar, que son una cifra pequeña con lo que ya se está invirtiendo, en España, en infraestructuras ciclistas por parte de comunidades y ayuntamientos. Ese dinero, esos cinco millones, es para poner en marcha un plan, porque vendrá más dinero de la UE para muchas cosas y habrá que aprovecharlo bien.
Llegas a este cargo en una situación muy especial: 2020 ha sido un año de récord de ventas de bicis y hay unas perspectivas inmejorables de cara a 2021. El caldo de cultivo parece extraordinario para llenar las calles de bicis.
Es un momento dulce, sí. Las perspectivas para 2021 dentro de la industria europea son de ensueño y, si me hubiesen dicho lo que iba a pasar, habría invertido todo lo que tengo en el sector.
“El crecimiento de la bici pasa por el ciclismo urbano, las eléctricas y el cicloturismo”
Pero en España…
Hay mucho por hacer. En 2019 se vendieron 100.000 bicicletas urbanas, una cifra que parece muy pequeña. El potencial es enorme y, a la espera de los datos de 2020 (que desde AMBE daremos, porque es otra de nuestras grandes funciones), hay un gran margen de crecimiento. Creo que, en ese sentido, la clave es el ciclismo urbano, las eléctricas y el cicloturismo. Ahí es donde está gran parte del futuro, donde más margen de crecimiento hay.
¿Cómo te repartirás el tiempo? ¿Cómo combinar el trabajo con las marcas, con las instituciones públicas, con el activismo?
Vengo a darlo todo. He amenazado a la gente: voy a dar mucho la lata, intentaré liar a todo el mundo, quiero aportar y recibir la máxima cantidad de ideas posibles. Este año hemos aprendido que se pueden hacer muchas reuniones online por lo que, aunque trabajaré en Madrid desde el 1 de enero, quiero conocer a todo el sector, a todos los agentes implicados.
Tu puesto en Bruselas, ¿era más político que industrial?
También trabajaba mucho con la industria, y en ferias como Eurobike he estado muy en contacto con las marcas. Ahora será muy interesante trabajar con ellas a nivel estatal, conocer a mucha gente de PYMEs, con distribuidoras que están creciendo… Creo que este sector reúne mucha ambición, mucho futuro, da empleo ya a más de 20.000 personas y está creciendo. El sector de la bicicleta es apasionante, y merece todo el apoyo institucional y de la comunidad ciclista.
¿Qué experiencias de otros países crees que se podrían replicar en España?
Siendo muy realistas, veo maravilloso el que nuestros países vecinos se hayan puesto las pilas. Portugal tiene un buen plan de la bicicleta. Francia está haciendo cosas inimaginables. Italia también. Y España, por primera vez, tiene un presupuesto para una estrategia de la bicicleta. Creo que, por ejemplo, hay un tema maravilloso, que son las ayudas e incentivos fiscales al uso de la bicicleta que ya se han puesto en Europa. En Bruselas, por ejemplo, yo ganaba dinero por ir a trabajar en bici. También me interesa mucho la apuesta por el cicloturismo de, por ejemplo, Francia, que este verano ha vivido un boom después de casi una década de apuesta por este sector. En España ya hay empresas funcionando y haciendo un gran trabajo, existe EuroVelo y, creo, las cosas caerán por su propio peso. Si el gobierno italiano ha dado una ayuda económica directa para comprar bicicletas… ¿Por qué no se puede hacer en España?
Nuestros lectores preguntan, por ejemplo, por la Mesa de la Bicicleta.
Cuando empecé a trabajar en la ECF estaba como observador de la Mesa, y creo que es una gran plataforma para unir entidades. También es muy interesante para controlar los temas legislativos. Desde Bruselas, por ejemplo, monitorizábamos que ninguna legislación pusiera freno a la bicicleta, que no se aprobaran códigos de circulación o normas de tráfico que perjudicaran el uso de la bici. En la Mesa de la Bicicleta, por ejemplo, se hace una gran labor para que las bicis de pedaleo asistido sean consideradas bicis, que no se les pongan trabas y dificulten su uso.
Porque no solo hay que construir, sino también evitar que se destruyan avances ciclistas.
Sí… ¡un mal decreto puede hacer perder diez años de avances! Hay que luchar por avanzar, pero también por proteger a los usuarios de la bici y sus derechos.
También nos preguntan por la formación y las ocupaciones ciclistas.
Esa es un área de trabajo donde, sin duda, tenemos mucho por hacer, porque necesitamos un reconocimiento oficial de todas esas ocupaciones. Espero que, en 2021, desde Bruselas se avance en ese sentido, porque las medidas que vienen a nivel europeo tienen un efecto ciclista que sirve como marco para todos los países. Es otro asunto que tengo pendiente y con el que me pondré desde el uno de enero.
Los Ayuntamientos… ¿se enteran de las ayudas a la bici? ¿Son conscientes de que no es tan caro fomentar el ciclismo urbano?
La infraestructura ciclista no es muy cara: el plan de la bici de Sevilla, por ejemplo, fueron 30 millones de euros, una cifra nimia si pensamos en las cifras invertidas para, por ejemplo, el AVE. El problema muchas veces de los ayuntamientos es a la hora de ejecutar: saben que hay fondos, que pueden hacerse cosas, pero solo disponen de un técnico, de dos, incluso de ninguno en ayuntamientos pequeños. Por eso las Comunidades Autónomas también tienen que echar una mano en cuanto a asesoría técnica, porque ejemplos como el Plan Andaluz de la Bicicleta han servido, por ejemplo, para hacer infraestructura ciclista en mi pueblo, Ayamonte.
“París era un desastre ciclista, y ahora parece Amsterdam. En España tenemos que ir a por Madrid, porque supondrá un gran ejemplo para el resto”
¿Qué ciudades de España crees que muestran el camino?
Valencia, Barcelona, Vitoria, Pontevedra, Cádiz… ¡Y muchas más, porque cada vez hay más ejemplos! Al principio eran casos excepcionales, pero ahora son numerosos. Eso sí: no vale hacerlo una vez, la bici exige apostar con continuidad. Creo que muchas veces las ciudades van por delante: las demandas de la ciudadanía están más cerca, llegan más fáciles a los cargos públicos, y eso hace mucho. Te puedo decir que, por ejemplo, muchas Comunidades Autónomas también están convencidas del potencial de la bici y el cicloturismo, algo inimaginable hace ocho años. Tenemos un gran reto estatal por delante.
Sin embargo… Muchas veces es desesperante ver lo lentas que avanzan las cosas en, por ejemplo, ciudades como Madrid.
Somos optimistas, pero es que nos hacen serlo ejemplos como París, que era un desastre para la bici y que ahora… ¡tiene 120.000 alquileres de bici compartida en un día! ¡París parece ahora Amsterdam! Si se ha podido hacer allí, también se puede hacer en Madrid. Hay que ir a por Madrid, porque es la capital y, como ejemplo, también contará mucho. Daré mucho la lata en Madrid y a nivel estatal porque, desde luego, tenemos que lograr que hasta los ministros vayan en bici al trabajo.