El buen ciclista urbano no nace: se hace. Entre otras cosas, acumulando horas de vuelo y atesorando experiencia. Aprendiendo de los errores y maximizando las virtudes. Y teniendo siempre en mente algo importante: siempre se puede seguir mejorando. Por ello, te proponemos una serie de consejos sencillos para entrenarte como ciclista urbano… o seguir haciéndolo. ¿Se te ocurre alguno más?
1. Los reflejos, tus mejores aliados.
Todo aquel que se haya movido (mucho o poco) en bicicleta por la ciudad sabe que los reflejos son esenciales a la hora de hacer frente a cualquier imprevisto que pueda surgir en el asfalto. Los reflejos son la respuesta del sistema nervioso periférico, que los activa cuando hay necesidad de protegernos ante un peligro inesperado. Incluso aunque consideres que tus reflejos son buenos, nunca está de más tenerlos a punto. Trabajar la llamada visión periférica (esa que resta atención a los objetos que vemos aunque no nos estemos fijando en ellos), los ejercicios con pelotas, dormir bien o incluso jugar a determinados videojuegos con moderación pueden ayudar a fortalecer tus reflejos.
2. Más resistencia a cada pedalada.
Si llevas tiempo utilizando la bicicleta como medio de transporte habitual, ya lo habrás notado: a medida que pedaleas con más frecuencia, ganas en resistencia. Tu forma física se incrementa de manera sorprendente. Y lo que antes parecían retos imposibles, como enfilar una cuesta interminable o cruzarte la ciudad de un extremo a otro, acaban siendo casi juegos de niños. El consejo es sencillo: cuanto más pedalees, más resistencia ganarás. No es necesario que siempre lleves al límite tus propias capacidades: rodar con calma también hace que tu cuerpo trabaje y gane en resistencia.
3. ¡Estira esos músculos!
Es muy habitual que, al entender la bicicleta como un medio de transporte y no tanto como un deporte, muchos ciclistas urbanos descuiden algo tan importante como estirar antes de subirse a la bici. Evidentemente, si vas a ir a por el pan a la vuelta de la esquina resulta del todo innecesario ponerte a estirar, pero a poco que hayas planeado una ruta medianamente larga, hacerlo te será de gran ayuda a la hora de evitar posibles dolores o lesiones. Los tobillos, isquiotibiales, cuádriceps, tríceps, hombros, espalda y cadera son zonas muy a tener en cuenta a la hora de planificar unos ejercicios básicos.* *Y no olvides que, además de hacerlo antes, a menudo es igualmente importante estirar después de montar.
4. Cuestión de equilibrio.
Ya lo dijo Albert Einstein, y sabía bien de lo que hablaba: “La vida es como montar en bicicleta: para mantener el equilibrio, tienes que seguir pedaleando”. Aunque es posible que lo hayas olvidado debido al tiempo que hace que aprendiste a pedalear sin ayuda, cada vez que montas en bici tu cuerpo está realizando un trabajo constante de coordinación y concentración. Si quieres o necesitas mejorar tu equilibrio, existen infinidad de maneras de hacerlo que pueden serte útiles: ejercicios como las sentadillas manteniendo los tobillos en el suelo, aguantar un tiempo a la pata coja mientras realizas otra actividad o al recoger un objeto del suelo, andar de puntillas o con los talones… ¿Quieres ponerte a prueba? Intenta pedalear por una línea recta perfecta sin salirte del margen.
5. Cuida tu vista.
Sólo tienes dos ojos, y has de ver el mundo con ellos durarte toda tu vida: cuídalos como se merecen. Revisa tu vista de vez en cuando con una sencilla visita a tu óptica u oftalmólogo más cercano. Porque a la hora de pedalear es, a buen seguro, el sentido más importante y vital. Sobre la bici has de verlo todo: semáforos, señales, el resto de usuarios de la vía, indicaciones, letreros, peatones… ¡Que no se te escape nada!
6. El oído también es importante.
A menudo vemos a ciclistas urbanos circulando con auriculares. Una grave imprudencia que, además de poder suponer una buena multa, obvia un hecho innegable: el oído es fundamental a la hora de controlar todo lo que sucede a nuestro alrededor cuando pedaleamos por la ciudad. Coches o motos que se aproximan por detrás, un cláxon, una sirena… o incluso el silencio, que merece ser disfrutado en toda su dimensión. Confía en tu oído: mantenerlo en alerta también te hará mejorar como ciclista.
7. Aliméntate como es debido.
Dicen que somos lo que comemos, así que si queremos ser buenos ciclistas habrá que empezar por comer bien. Como norma general evita los alimentos ultraprocesados, la bollería industrial y el exceso de azúcar. Convierte a frutas, verduras y legumbres en protagonistas absolutas de tu mesa. Y no abuses del alcohol. Parecen pautas sencillas, pero en base a ellas se han escrito (y siguen escribiendo cada día) centenares de libros. Y una última cosa: ¡Mantente siempre hidratado!