“¿Alguna vez os han tratado como a una asesina por estar embarazada y montar en bicicleta?”. Erica Fernández, portavoz de la asociación madrileña Pedalibre, lanzó hace semanas una pregunta en la red social Twitter que generó un intenso debate, y cosechó casi 500 likes. En el propio tuit, ella daba la respuesta: “A mí. Y, durante las últimas 31 semanas, unas cuantas veces”, junto a una foto en la que posaba, orgullosa, junto a su bicicleta y una prominente barriga.
Poco después de su publicación, Erica nos reconocía cómo mucha gente de su entorno “se había escandalizado por decir abiertamente, y sin tapujos, que sigo pedaleando a diario. Pero lo cierto es que me encuentro muy bien: el mío es un embarazo de bajo riesgo y no he tenido ningún problema”, añade. Y es que Erica no tiene intención de dejar de utilizar la bici para moverse por su ciudad, Madrid. “Lo he hecho desde el primer día que me enteré de que estaba embarazada”, explica. “No he encontrado oposición ni por parte de la matrona ni de mi ginecólogo. Han sido bastante comprensivos y, de hecho, ha sido su consejo el que me ha animado a seguir haciéndolo con total normalidad. Evidentemente, si hubiera encontrado oposición por su parte o me hubieran advertido de que existe algún tipo de riesgo para el bebé, no lo hubiera hecho”, cuenta.
“La bicicleta es, además de mi medio de transporte habitual, mi manera de mantenerme activa y en forma, también durante el embarazo”, apunta Erica. Y pese a ello, lamenta, aún existe mucha gente que tiene “serios prejuicios” al respecto. “Hay quien ve un grave peligro en el uso de la bicicleta pero no, por ejemplo, en montarse en un coche. Es un doble rasero que me alucina: hace poco tuve que ir en coche y me produjo mucha ansiedad y estrés: cuando me bajé tenía los pelos de punta”, recuerda. “Por mi parte lo tengo muy claro: los enormes beneficios que me aporta la bicicleta son incomparables a los posibles riesgos que pueda correr al hacerlo. ¿Cuál es el peligro de ir en bici? Sufrir una caída, lo cual para mí no es relevante porque también puedo caerme yendo en metro, andando o en coche. Al final utilizo la bicicleta en condiciones de total seguridad, de manera relajada y a mi ritmo”, concluye.
Propiedad pública
Muy lejos, en Australia, la activista del colectivo Bicycle Network Jo Curtin sufrió una situación parecida a la que relata Erica. Embarazada de ocho meses, seguía yendo en bicicleta al trabajo y enfrentándose a la incomprensión de sus compañeros. “Estamos acostumbrados a ver a personas de todas las formas y tamaños moverse en bicicleta”, relató en una columna del periódico local The Sydney Morning Herald, “pero he sufrido algunas reacciones sorprendentes por parte de personas que, encima, no pedalean jamás”.
Preguntas sobre si su equilibrio no se veía afectado por la barriga. Por el presunto y enorme bajón de energía que debía sentir. Por cómo podía seguir afrontando desniveles o grandes distancias. “No, mi equilibrio sigue siendo parecido”, explica Curtin. “Cansancio… por supuesto que estoy cansada. Pero tampoco he tenido nunca que ascender grandes puertos ni recorrer cientos de kilómetros. Simplemente, sigo con mi rutina habitual”.
En opinión de Curtin, existe la creencia de que una mujer embarazada es algo parecido a una propiedad pública. “Todo el mundo se cree con el derecho de opinar qué debemos hacer con nuestro cuerpo”, añade, “desde lo que debemos comer hasta cómo debemos comportarnos”, denuncia esta ejecutiva de una asesoría de medios de comunicación. “A una amiga, mientras iba tranquilamente en su bicicleta, la paró un tipo por la calle. ¿Sabes para qué? Para advertirla de que, si seguía pedaleando, el cordón umbilical se enrollaría en el cuello del feto y le provocaría la muerte”.
Un tipo de comentarios que, en su opinión, “no hacen más que alimentar mi conciencia feminista. No tengo dudas: estoy decidida a seguir moviéndome en bicicleta aunque llueva, granice o brille el sol, sin importar el tamaño de mi barriga. Quiero que mi hijo crezca en un mundo donde las mujeres, embarazadas o no, sean respetadas. Y que no se las juzgue, jamás, por las decisiones que tomen sobre sus propios cuerpos”.
El sentido común
Ignacio Brunel es ginecólogo. Durante los últimos diez años ha trabajado en la clínica Perez-Bryan y en el Hospital Quirón, ambos en Málaga, y conoce bien las circunstancias que rodean a un embarazo. Y no tiene dudas: “Todo ejercicio físico moderado es muy recomendable para una mujer embarazada”, explica a Ciclosfera. “Es cierto que, habitualmente, suelo recomendar a mis pacientes otro tipo de actividades, como natación o pilates, pero por mi parte no veo ningún problema en el hecho de que una mujer embarazada pedalee. Siempre, eso sí, que ella esté cómoda y que el embarazo sea de bajo riesgo”, categoría a la que pertenecen la gran mayoría de embarazos. “En caso contrario”, reconoce, “habrá que estudiarlo. Y será el ginecólogo o ginecóloga quienes tengan que aconsejarlo”.
Evidentemente, recuerda, lo más importante es hacer uso del sentido común. “Hablamos de montar en bicicleta sin realizar grandes esfuerzos”, añade Brunel, “y en una superficie relativamente llana. No es lo mismo, evidentemente, circular por asfalto en la ciudad que irte al campo a hacer ciclismo de montaña por una ladera”, advierte. Y también nos explica que los posibles riesgos empiezan a partir de la semana doce, momento en el que los fetos son más delicados. “Es entonces cuando el útero empieza a crecer de verdad y cuando un hipotético golpe puede resultar más peligroso”, advierte. “No obstante, también es cierto que debe tratarse de un traumatismo de mucho impacto para que el bebé sufra daños”.
Más felices
Iuren Aldecoa, de la tienda especializada en ciclismo infantil Kids on Wheels, es otra de esas mujeres que no dudó en seguir pedaleando cuando se quedó embarazada. “Tengo dos hijos”, cuenta, “y no hubo diferencia con mi vida anterior. Iba en bicicleta todos los días al trabajo, y a todas partes, antes de quedarme embarazada por primera vez. Y seguí haciéndolo hasta los ocho meses… ¡aunque a partir de entonces tuve que parar porque la barriga no me cabía en la bicicleta!”, bromea.
Más allá de ciertas reticencias por parte de su pareja (“Me metía caña para que dejara la bici, porque se estresaba”, reconoce), Iuren no encontró oposición alguna. Más bien, en el caso de su médico, todo lo contrario: “El ginecólogo me dijo que si mi cuerpo estaba acostumbrado a ir en bici era perfectamente recomendable mantener esa actividad. Que todo lo que fuera hacer ejercicio, mientras no llegara al punto de agotarme, era una buena idea. Es obvio que si estás embarazada no conviene empezar a prepararte para hacer un triatlón, pero todo lo que sea moverse y oxigenarse es más que bienvenido”, cuenta Aldecoa.
Como Erica Fernández, la responsable de la barcelonesa Kids on Wheels recuerda que utilizar otro medio de transporte durante el embarazo no es, necesariamente, sinónimo de mayor seguridad o comodidad. Ni siquiera cuando se trata de nuestras propias piernas. “En mi caso, me sentía mucho más cómoda yendo en bicicleta que caminando, llevaba mucho mejor el peso”, asegura. “Y si cogía el metro, me agobiaba y me mareaba. Por el contrario, al pedalear iba infinitamente más feliz al trabajo. De hecho no cogí la baja hasta el mismo día que salí de cuentas, porque me encontraba estupendamente. Estoy convencida de que ir en bicicleta contribuyó mucho a ello”. En su segundo embarazo, por el contrario, sí que se vio obligada a aparcar a bici. “En las ecografías se vio que el bebé era más pequeñito: aquel era un embarazo de riesgo, por lo que durante los últimos dos meses tuve que hacer reposo total”. Afortunadamente, todo terminó yendo sobre ruedas.
Iuren reflexiona sobre la diferencia existente, como en tantos otros aspectos, entre España y otros países de nuestro entorno. “He vivido en Holanda muchos años”, cuenta, “y allí veía, a diario, a un montón de embarazadas montando en bicicleta sin problema. ¡Y con barrigas enormes! Estoy convencida de que es un tema más cultural que otra cosa”, sentencia. Algo que, a buen seguro, irá cambiando poco a poco a medida que los hijos de ciclistas como Erica y Iuren se conviertan en ciclistas convencidos el día de mañana.
CINCO CONSEJOS PARA CICLISTAS EMBARAZADAS
1. Habla con tu ginecólogo/a.
Consúltale, desde el primer momento, a quien más sabe de esto. Nadie como ellos te sabrán aconsejar sobre lo que resulta más apropiado para tu embarazo.
2. Usa una bicicleta adecuada.
No todas las bicicletas son igual de cómodas, y más aún cuando la barriga empieza a alcanzar un tamaño considerable. Probablemente, las bicicletas de paseo, con las que vayas más erguida, serán tus mejores aliadas.
3. Prioriza la seguridad.
Si siempre es fundamental extremar las precauciones cuando pedaleamos, con más motivo si lo hacemos durante el embarazo. Señaliza tus movimientos y pon tus cinco sentidos en el asfalto.
4. Escucha a tu cuerpo.
Al fin y al cabo, tú lo conoces mejor que nadie. A menudo te da señales de lo que debes hacer… y lo que es mejor dejar para dentro de unos meses. ¡Paciencia!
5. Planifica tu ruta.
Sí: dejarse llevar por el instinto es una de las sensaciones más bonitas de ir en bici. Pero estando embarazada, mejor tener claro por dónde vas a ir: evitarás imprevistos.