En la extraña situación actual... ¿cómo estás?
Voy bien. El confinamiento no ayuda porque estamos todos bastante saturados, y esperando que podamos volver a ser libres pronto. Pero esto es lo que hay: toca adaptarse y salir de todo esto con muchas más ganas. Eso es lo que nos queda, llevarlo bien e intentar aportar eso a los demás.
¿Como te definirías?
Lo primero, como una superviviente. Pero, además, soy consultura y speaker en entornos de alta competición. Fui abogado pero me reinventé, y ahora me dedico al desarrollo de negocio para despachos de abogados y marca personal. Todo eso, claro, lo compagino con el deporte, porque también formo parte de la Junta Directiva de la Federación de Deportes de Invierno. Me apasiona el esquí, algo que está en mis genes y que vivo como una parte fundamental de mi vida. Pero no solo eso: running, bicicleta... Todo lo que sea moverse, estar lleno de vida y energía, me apasiona.
Toca hablar un poco de bicis. Nos mandaste una preciosa foto tuya, de pequeña... ¿Cuándo aprendiste a montar, cuál es tu primer recuerdo ciclista?
¡Esa foto es preciosa, y que cara de chica dura que tengo! En mi casa se respiraba deporte, e incluso antes de gatear mi padre ya nos llevaba con los esquíes por el monte. Respecto a la bici, me acuerdo de usar la de la foto con pedales, y las peleas con mi padre porque yo quería ir sin ruedines.
¿Por qué el deporte era tan importante en tu familia?
Sobre todo por mi padre. Porque él lo necesitaba. Tanto él como sus hermanos, eran ocho en total, lo sentían así... ¡Y seis fueron olímpicos! Mis abuelos vivían en el Puerto de Navacerrada, donde trabajaban como conserje y cocinera en la Escuela de Esquí. Así que siempre lo tuvieron cerca, después los mandaron a un internado en Jaca y siguieron esquiando. Mi padre nos quiso transmitir esa pasión, pero no solo como algo saludable sino, también, como una escuela de valores que poder después extrapolar al día a día. Porque el deporte necesita ser alimentado con disciplina, con valores, con respeto a los rivales... Y todo eso es una lección y una metáfora de la vida, porque en la vida sucede lo mismo. Si te despiden, si te va mal en un negocio, puedes recurrir a ese habito de resiliencia, de lucha, de volver a levantarte tras una derrota y te será más natural reaccionar.
"Si te despiden o te va mal en un negocio tiras de hábitos del deporte y te es más fácil volver a levantarte"
¿Qué deporte te gustaba más de pequeña?
Por supuesto, el esquí. Era la primera y la última que se iba de la nieve. Recuerdo, siendo muy pequeña, salir con mi padre, ¡que llevaba a mi hermano Fran en la mochila, de bebé, y se quedaba casi congelado! Antes casi de empezar a andar ya conocíamos esa sensación de respirar aire muy frío en la montaña, de ponernos los esquís desde muy, muy pequeños para cruzar los caminos del pueblo. Eso fue lo primero. Y, después y muy pronto, montar en bici, a caballo o, después, en moto.
Tu padre, Paco Fernández-Ochoa, ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos. ¿Era duro con vosotros, os metía mucha presión?
No: nos presionaba para intentar ser siempre los mejores en todo lo que hiciésemos, pero siempre que nos hiciese felices. Nos animó a intentar ser profesionales, pero también nos pidió que estudiásemos, que fuésemos capaces de ganarnos bien la vida. En ese sentido, no era duro, pero sí nos empujaba a hacer deporte, porque no contemplaba palabras como miedo o pereza. Y eso, en mi caso que era muy intrépida, curte.
Tienes pinta de tener un carácter fuerte…
Sí, lo tenía de pequeña y ahora ,de mayor, creo que va a más. Pero, por suerte, mi madre es muy serena y me templa. El deporte viene bien para sacar ese carácter: correr, montar en bici, disfrutar de la disciplina que más te guste... Necesito ir a tope. Para mí, es parte del sentido de la vida. Tengo un mote familiar, Polilla, y cuando mi padre estaba ya muy enfermo, cuando se moría con 56 años, hablábamos mucho. Y siempre me decía que él no se imaginaba morir tan joven, así que yo debía disfrutar cada día de mi vida. Darlo todo.
¿Qué estudiaste de joven?
Derecho y Económicas. Trabajé bastantes años de abogado, en un despacho my bueno, Garrigues, pero no me sentía viva. Aprendía mucho, tenía prestigio, pero no sentía que estaba dando lo mejor de mí. Así que mi vena emprendedora me llevó a montar mi asesoría e intentar ayudar a otros a ejercer mejor su profesión, además de enseñarles a gestionar su marca personal para ser más competitivos. Y estoy muy contenta con mi decisión, porque hay que arriesgarse. A mi generación se le educaba para ser trabajadores pero también continuistas, pero yo tengo un gen muy rompedor. Necesitaba nuevos campos, nuevos proyectos.
Y parece que, cuando haces algo, lo haces a tope.
Soy muy inquieta y me gusta mucho aprender. De todos los valores que recalco del deporte, el más importante es el esfuerzo. Porque en la vida no te regalan nada, y todo se logra a base de esfuerzo. Yo soy disciplinada e, incluso, para hacer deporte, algo que me apasiona, intento esforzarme cada día un poco más. No me gusta el gimnasio, pero entreno allí para rendir mejor al aire libre. Y todo eso, esa escuela del deporte, la he mamado en casa.
Nos pregunta la gente... ¿cómo puedes ser tan inspiradora?
¡Eso no es mérito mío, sino de quién me siente así! Lo que sí creo ser es alguien con muchas ganas de vivir. Me gusta compartir, y siento que cuanto más comparto más recibo de la gente, porque todos nos retroalimentamos. Y la vida es eso: reírte, que la gente se ría contigo, disfrutar de cada instante. Soy una persona con pocos miedos, y creo que el camino se recorre andando. Que las ideas hay que aterrizarlas y convertirlas en acciones. Y más en estos momentos, en los que hay jugársela, no quedarnos quietos, olvidarnos de zonas de confort porque todo es cambiante. Yo soy de caerme y levantarme, de dar pasos al frente, de ver cómo me rompen 500 veces el corazón.
"En estos momentos hay que jugársela, no quedarnos quietos y olvidarnos de zonas de confort, porque todo es cambiante"
Y de hacer locuras... ¿Cuáles nos recomiendas?
Los límites son muy personales, así que cada uno debe manejar los suyos y manejarse con sentido común. Pero creo que hay que probar muchas cosas. Recuerdo meterme en olas espantosas sin tener ni idea de surferar, y ver cómo me llevaba la corriente... y salir después de mucho esfuerzo y haber tragado medio mar. Pero lo hice por amor. También he bajado con la bici por zonas en las que no tenía nivel, pero me puede la adrenalina. Y eso también en los negocios: con unos amigos montamos un restaurante sin tener ni idea de hostelería, perdimos todo el dinero... ¿Aventuras físicas? He ido al Everest. Al Kilimanjaro. Aventuras que te enseñan mucho de la vida, que nos muestran lo pequeñitos que somos y te hacen relativizar problemas. Ahora, si el coronavirus nos deja, quiero hacer la Everest Trail Race. Y es verdad que ahora mismo no estoy preparada, pero me hace una ilusión bárbara… ¡así que me prepararé!
Más preguntas de la gente.. ¿Carretera, enduro…? ¿Qué tipo de ciclismo te gusta más?
Mientras nos riamos, ¡el que sea! Me tira mucho la montaña, así que solía hacer MTB o enduro. Pero por una serie de circunstancias empecé a montar en carretera, y he descubierto que hacer puertos también me maravilla. La libertad, las vistas, el trabajo constante que hay que realizar… Es cierto que me costó el cambio de look: antes iba con ropa muy amplia, muy de enduro, y en carretera has de ir más ceñida, más ligera. Pero con productos como los de Castelli, sin problema. Me enamoró esa marca y, por suerte, el amor es recíproco, así que nos veréis bastante tiempo en común. Y, para terminar con qué tipo de ciclismo prefiero… ¡ya conoces mi lema, que a reír no te gane nadie! Así que no importa: hay que intentar disfrutar, reír, llegues el primero o el último, porque de toda experiencia hay que intentar sacar algo bueno.
"Soy consciente de que tenemos que desplazarnos de forma sostenible y que la contaminación que respiramos es insostenible"
Ya sabes que en Ciclosfera hablamos mucho de ciclismo urbano. ¿Tú usas la bici para moverte por Barcelona?
Principalmente, me muevo en moto, aunque también uso el Bicing. Pero es verdad que, en verano, de vacaciones, me muevo mucho en bicicleta. En todo caso, soy consciente de que tenemos que desplazarnos de una forma sostenible, que la contaminación que respiramos es insostenible y que un grano de arena, la decisión de cada uno, hace un desierto. Pero es verdad que muchas veces, por cuestiones de trabajo, tengo que ir arreglada, y no puedo llegar sudada.
Aparcando otra vez la bici… ¿cómo ves a la gente? ¿Qué crees que, como sociedad, necesitamos?
Para empezar, unas medidas políticas y económicas distintas a las que se están poniendo en práctica, aunque no me quiero meter en esos asuntos ahora. En general… Partiendo de mi propia experiencia, necesitamos serenidad. Paz. Introspección. Calma. Porque la ansiedad, el estrés y la incertidumbre que estamos viviendo nos bloquean, nos hunden, nos hacen tomar decisiones equivocadas. El panorama es desolador… En mi caso, estoy meditando. Haciendo cursos de budismo. No hemos elegido lo que estamos viviendo, así que tenemos que relativizar y gestionarlo lo mejor que podamos. Y claro, necesitamos una transformación. Digital. Arriesgada. Flexible. Lo único constante, ya, es el cambio, y ante eso hay que anticiparse. Estamos en un lifelong learning, en una educación y aprendizaje constantes, en el que o te adaptas… o te quedas fuera. Así que necesitamos, sobre todo, dos cosas: un equilibrio, una gestión mental, y dotarnos de habilidades para adaptarnos.
Durante el confinamiento más duro, yo era optimista. Fantaseaba pensando que quizá las cosas cambiasen, que la gente se relajaría… Que, quizá, saldrían cosas positivas de todo esto.
Yo también soy optimista. El hecho de salir a aplaudir me hacía pensar en una sociedad más unida. Que esa primera sacudida nos haría valorar las cosas que habíamos perdido, el abrazarnos, el besarnos. En ese momento, fue una lección grande… Pero el ser humano olvida, por desgracia, muy rápido. Y enseguida entramos en la rueda de la contaminación política, del enfrentamiento. Quiero intentar quedarme con la lección humana, pero el azote económico, social, está siendo muy duro, y creo que nos costará salir de él.
"Hoy he comido con un amigo y lo he disfrutado como si fuese la última vez. ¡Y así pienso disfrutarlo todo!"
Alguien como tú… ¿cómo llevaba el estar encerrada?
He tenido muchos picos. Soy hiperactiva, y lo que más eché de menos fue a mis amigos y a mi familia, los abrazos, el deporte. Pero no quedaba otra. Así que empecé a meditar, a reflexionar. Mucha gente se puso a hacer ejercicio en casa, pero yo necesitaba, antes, reubicarme, saber dónde estaba. Una vez lo logré, lo enfoqué de otro modo. Fue brutal, viví muchos cambios, aún me siento en una especie de ola. Hay momentos de bajón, pero tiro de la gente. Hoy he comido con un amigo, y lo he disfrutado como si fuese la última vez que nos vemos. Y así pienso disfrutarlo todo. Al principio del confinamiento, lo visualizaba como una ultra maratón. Pero para ayudarme visualizaba una meta, un final. Lo duro, ahora, es que no sabemos dónde está ese final. Esa meta se hace eterna. Y eso es duro de gestionar. Te mina el ánimo.
Y te hace sentir, quizá, muy vulnerable.
Pero también el deporte nos da otra lección: en una centésima de segundo puedes perder la medalla de oro. Cuando subes al Everest te das cuenta de que eres un granito de arena en la inmensidad del mundo. Cuando me partí la rodilla, en una ultramaratón en el Valle de Arán, me quedé fuera de juego, pero empecé a nadar. A montar más en bicicleta. Y fue gracias a la lesión, no por culpa de la lesión. De todo hay que intentar ver el lado bueno, disfrutar de cada afición o, en este caso, de cada pedalada.
Como usuaria de las redes sociales… ¿Cómo te llevas con el ser humano?
Hay ratos mejores y peores, como con algunos seres humanos. Con los que están ahora en el poder no me llevo muy bien: cuando veo la televisión no entiendo nada. Porque entiendo que pasen cosas malas, que haya sucesos, pero… ¿es necesario que todo sea un drama? ¿No podemos fijarnos en sectores inspiradores, que estén repuntando? Hay nichos de mercado ascendentes, gente a la que le pasan y hace cosas bonitas. Pero creo que nos intentan anular, que nos están quitando la capacidad de tirar para delante. Ver un informativo no me aporta nada: todo lo contrario, me hunde. Me quita perspectiva. Pero, volviendo a las redes, yo soy un animal social, y he hecho muchísimos amigos ahí. Gracias a la tecnología he superado momentos duros: sin zooms con amigos y tomando un vinito creo que me habría vuelto loca. Las redes te dan grandes oportunidades, pero es cierto que hay que gestionarlas bien. Porque en ellas hay mucho consumismo absurdo, mucha pérdida de tiempo, principios y dignidad.
"Las redes te dan grandes oportunidades, pero hay que gestionarlas bien. Porque en ellas hay mucho consumismo absurdo, pérdida de tiempo, principios y dignidad"
¿Y si hacemos un periódico, una revista, solo con buenas noticias?
¡Me ofrezco! Porque nos tenemos que inspirar con cosas buenas.Porque hay asesinatos, violaciones, muchos dramas que denunciar y ante los que tomar medidas, pero también cosas bonitas. Gente inspiradora y maravillosa que nos ayuda a reinventarnos.
En mi caso, me reconcilia bastante con el ser humano el cine, la música, la literatura… ¿Qué nos recomiendas en este sentido?
He de reconocer que me siento bastante poco en el sofá a consumir cultura de ese tipo. Es verdad que me gustan mucho los documentales, y que acabo de ver uno de enduro espectacular. También me he enganchado a alguna serie. Pero es verdad que, cuando me siento, me gusta más trabajar, escribir… Eso sí: me encanta la poesía urbana, autores como ajar, escribir. Me gusta mucho la poesía urbana de Joan Camps. En cuanto a la música, escucho cantautores como Marwan, Diego Ojeda o Andrés Suárez, que me hacen sentir bonito y alimentan esa vena de romántica empedernida que tengo, y que en el mundo actual… ¡me hace estar tan fuera del mercado!
Para ir terminando, otro guiño a Castelli, que ha sido quien nos ha puesto en contacto… ¿Por qué esta marca?
Lo primero, porque soy coqueta y me encantan sus diseños. Y después, como deportista, porque usar el material adecuado ayuda mucho a la hora de hacer deporte, sobre todo si te vas a pasar muchas horas sobre la bici. Usar ropa adecuada ayuda a sufrir menos, a disfrutar más. Y yo… La verdad es que estoy ansiosa por disfrutar y salir con la bici. Este año me quiero hacer la Ruta Transpirenaica de San Sebastián a Rosas. Quiero volver a hacer enduro en Aínsa o la Sierra Negra en Benasque. En cuanto nos dejen… ¡ya me veréis compartiéndolo en Instagram!
Pregunta obligada: ¿qué bicis tienes, cuál ha sido tu favorita?
Recuerdo con mucho cariño esa BH en la que salgo en la foto (al principio del artículo), de pequeña, con la que aprendí a montar. También la GAC Motoretta, un leño, roja con sillín largo, con la que recuerdo veranos maravillosos en Cercedilla yendo de un lado a otro con mi pandilla. ¿Ahora mismo? ¡Estoy sin bici! Dentro de poco empiezo a colaborar con una marca, así que ya os enteraréis de mis aventuras ciclistas.
Última pregunta… Además de viajar, correr, pedalear… ¡hay que comer! Si tenemos que invitarte… ¿Qué te gustaría más?
Pues es verdad… ¡Que los profesionales no me lo tengan en cuenta, pero creo que hay que comer de todo! Yo me cuido, pero por supuesto como cocidos o fabadas, me tomo mis cervecitas. Me gusta todo: guisos, pucheros… Y, durante este confinamiento, he retomado la cocina y mis cremas, risottos y hasta postres. Cuando hay que competir, claro, tienes que controlarte, pero siempre como mucha verdura y fruta, y además tenemos una dieta mediterránea muy equilibrada. ¡Pero siempre disfrutando de la buena mesa, que es una parte importante de la salsa de la vida!