Ciudades

Donde la bicicleta venció a la lluvia: Gijón

Una de las más seductoras ciudades de España, Gijón, también está entre las más ciclistas. Sí, cae mucha agua del cielo, pero siempre es una bendición rodar por el suelo aquí.

Gijón mola. Lo dicen los gijoneses (yo lo soy) y lo dice cualquiera que pasa unas horas en esta marinera, posindustrial y diletante ciudad.

Y molaría mucho más si no hubiera entre 150 y 200 días de lluvia al año. Más de la mitad de la vida lloviendo. Como la lejía a los bichos la lluvia intenta matar a la bici en Gijón, y no es por ser pesimista pero esa húmeda realidad complica el pedaleo cotidiano. Pero no es una excusa: es lo que hay.

Fardando de bici en el Muro

Porque en Gijón la bici viene de serie: no conozco casa sin, al menos, una. Y, cuando el tiempo lo permite, es habitual ver a a jóvenes, niños y mayores pedaleando. El ciclismo está de moda. “La movida empezó a extenderse hace tres o cuatro años”, dice David Gómez, de Ecológica Asturias, “cuando se juntaron el gusto por el deporte, la conciencia ecológica, el alza del precio de los combustibles y el auge mundial del ciclismo urbano”.

¿Quién no ha presumido tomando unas sidras en la cuesta del Cholo o el Rinconín con su bici?

Un auge mundial que aquí tiene ventajas locales. Gijón no es completamente llana, pero a menos que queramos escalar algún repecho (que los hay, pero en las afueras), es más que asequible. Y luego están los gijoneses, que animan a cualquiera con el ejemplo y transmiten la ilusión de una edad dorada.

Concentración Marcha ciclista (foto: Asturies ConBici)
Concentración Marcha ciclista (foto: Asturies ConBici)

Porque lo guay en Gijón nunca ha sido fardar con un descapotable por el paseo del Muro (que acompaña a la playa de San Lorenzo junto al centro de la ciudad), pero sí lo es hacerlo en bici. ¿Quién no ha presumido junto a su montura tomando unas sidras en la cuesta del Cholo o el Rinconín? ¿Y quién no ha ido a tomar el fresco, con la bici vigilada, a las playas de San Lorenzo, Arbeyal, Poniente y Peñarrubia?

Un paisaje de belleza e incoherencia

La capital de la costa verde reúne en apenas 180 kilómetros cuadrados toda clase de paisajes, ambientes y rincones. En menos de 20 minutos de pedaleo podemos ir del mar a la montaña, o del centro del núcleo urbano más poblado del Principado a apartadas poblaciones rurales a las que parece no haber llegado la modernidad. Para los que no las conozcan, son especialmente bonitas las subidas a los altos de la Campa Torres y La Providencia. Cada uno a un lado de la ciudad, regalan algunas de las mejores panorámicas de toda Asturias.

No es que haya muchas o pocas infraestructuras: es que son incoherentes

¿Peros? También hay, y no hablamos del tiempo sino de infraestructuras. No es que haya muchas o pocas: es que son incoherentes. La ciudad cuenta con 60 kilómetros de carril bici, gran parte por el centro y atravesando arterías principales. ¿El problema? Que las vías no están bien rematadas. Ni unidas entre sí. Que muchas acaban en nada, en un vacío que nos deja sin saber dónde ir.

Luego están, claro, los coches. El conductor gijonés (entre los que ocasionalmente me incluyo) no acaba de darse cuenta de la renacida presencia ciclista. En otras palabras: faltan costumbre y concienciación, lo que provoca menos fluidez de la deseable. Gijón no es una ciudad peligrosa para el ciclista, pero hay que mejorar las cosas. Cuanto antes lo asumamos será mejor para todos.

Una oportunidad fallida

Ejemplo del “sí pero no” con el que las autoridades intentan convertir Gijón en “Bike friendly” es el despropósito, ya citado, del carril bici del Muro de San Lorenzo. Recorre la bahía frente a la playa. Debería ser uno de los recorridos estrella para ciclistas y ancianos, para mamás con carrito y para el más atrevido fixero. Pero no. Es, en los últimos meses, un campo de batalla. En vez de un escaparate del buen rollo lo es del mutuo reproche. Y todo por no estar bien pensado ni bien acabado, o por ser tan estrecho que apenas caben un par de bicis cruzándose.

Cosas por mejorar que no frenarán el auge de la bici. Alguna medida institucional, como el servicio municipal de préstamo, ha terminado de animar a más de uno. No son las mejores del mundo (no tienen cambios y son bastante duras de conducir), pero menos da una piedra: cualquier vecino puede coger una de las 64 que hay aparcadas en ocho puntos de la ciudad. Y, si buscamos más ejemplos de apoyo público, encontraremos la guía ciclista publicada por el ayuntamiento junto a la asociación Asturies ConBici. También hay variada información útil sobre rutas, consejos o legislación en la web del Consistorio. Variopintas y loables iniciativas que ayudan, pero no son decisivas.

“El mundo de la bici tiene que crecer”, concluye Gómez, “porque la bici, además de un deporte, es un medio de transporte perfecto. Junto a San Sebastián, Gijón está siendo pionera en el norte de España: hay un amplio mercado y cada vez más tiendas poniéndose las pilas con la bicicleta urbana… El camino está abierto, y hacía él nos dirigimos”.

Ojalá lo hagamos en bici. Y, en el camino, lo celebremos tomando unas sidras.

  • NO TE PIERDAS… A muy pocos kilómetros del centro de Gijón, y conectado por la senda fluvial del río Piles, hay un lugar increíble: el poblado de La Camocha. Además de la belleza del camino, a un tiro de piedra tenemos un monumento histórico de lo que fue la vida tradicional gijonesa durante siglos: la histórica Mina de La Camocha, una de las más profundas del mundo… ¡La leyenda dice que llega hasta Inglaterra! Como si de un museo al aire libre se tratara, allí podremos ver los castilletes mineros, las factorías o las casas en las que vivían (y aún viven) las familias mineras.