Durante el fin de semana he estado en Amsterdam para asistir al International Cargo Bike Festival, evento al que he ido en otras ocasiones y que, por primera vez, se celebraba en la capital de los Países Bajos, en lugar de en la más pequeña Nimega como en anteriores años. La experiencia ha sido un placer: tanto las temperaturas como las lluvias eran muy suaves (lo que no sé si es buena noticia), y esta nueva ubicación, cerca del aeropuerto de Shiphol, era muy acertada. Aunque esté a unos 18 kilómetros, hablamos de Amsterdam, y recorrer a diario esa distancia pedaleando hasta el centro de la ciudad era un placer: yo lo hacía cada día en una bicicleta convencional, una fantástica Batavus de paseo, que me habían dejado en el hotel.
Aunque el International Cargo Bike Festival esté a casi 20 kilómetros del centro de Amsterdam, es un placer recorrerlos en bicicleta a diario en un lugar como este.
Otro cambio importante de esta edición ha sido el enmarcarla dentro del llamado World of eMobility, una especie de salón del vehículo eléctrico que acogía coches, furgonetas, vehículos industriales o cualquier tipo de vehículo impulsado por electricidad. Esto ha hecho que el International Cargo Bike Festival sea menos "hippie", perdiendo una parte del encanto humano y ciclista que tenía antes pero, a cambio, atrayendo a profesionales de otros ámbitos que no siempre están acostumbrados a relacionarse con cargo bikes.
Un sueño
Antes de entrar en profundidad a valorar al festival en sí, creo que es obligatorio explicar que ir a Amsterdam y ser un amante de las bicicletas de carga es... ¡Alucinante! Porque lo importante no son las bicicletas que ves en la feria, sino fuera de ellas. Da igual que estés en el barrio de Haarlem, en Shiphol o en cualquier zona de Amsterdam: el uso de bicicletas de carga es masivo. Hay muchísimas familias que las usan para llevar niños, perros, lo que sea. Para alguien como yo, que defiendo su uso y sus ventajas casi a diario en España, es un placer comprobar una vez más, con tus propios ojos, sus posibilidades y ventajas, porque si no, no serían tan populares en una sociedad tan avanzada como la holandesa. Como profesional es importante visitar la feria, pero también tomarte una cerveza en la calle y, en cualquier esquina, ver un pelotón de ciclistas con gente de todo tipo, muchos de ellos en bicicletas de carga. Hay mucha seguridad, los carriles bici se quedan pequeños y es una barbaridad ver la facilidad y eficacia con la que desplaza pedaleando la gente.
Catorce bicicletas de carga en la entrada de un parque. Tres o cuatro aparcadas en cada calle. Pero lo más maravilloso es ver la cantidad y variedad de personas que las usan, desde una madre de familia hasta una señora de ochenta años.
Y luego, claro, pasas por la puerta de un parque... Y te encuentras con catorce bicicletas de carga aparcadas en la puerta. No sólo allí: ves tres o cuatro casi en cualquier calle de Amsterdam. Donde en España verías coches, allí ves bicicletas de carga. Las cuentas, empiezas a sumar y multiplicar y te salen las cifras de la industria local. Y también reflexionas en que muchas de ellas equipan unos candados de risa, lo que te lleva a pensar en la seguridad y la educación que hay por aquí. También sobre las ayudas institucionales para fomentar el comprar bicicletas de carga que, incluso para la economía local, no son baratas. Pero lo más maravilloso es la cantidad y variedad de personas que las usan, porque igual que ves a una madre de familia con dos niñas te cruzas con una ejecutiva muy bien vestida y que va al trabajo pedaleando o hasta una señora de ochenta años, que podría ser mi madre, moviéndose también en su bicicleta de carga. Es increíble el control y la práctica que tiene la sociedad local a la hora de moverse en bici.
Por último, y para concluir con mis impresiones fuera de la feria en sí, subrayaría la cantidad de vehículos eléctricos que, en general, hay por la calle. No sólo e-bikes, que son muchísimas: también motos y ciclomotores, coches, furgonetas y hasta tractores. Todo está muy electrificado. Pero claro, lo más llamativo es el espacio y la atención que reciben los usuarios de bicis: en los aparcamientos de las empresas ves diez coches y noventa bicicletas, y el parking de bicis más pequeño de un instituto debe ser como diez veces más extenso que el más grande de por aquí.
Dentro del International Cargo Bike Festival
Como profesional de la ciclologística y responsable de Txita, donde a diario trabajamos con triciclos, lo primero que me llamó la atención fueron los precios que éstos están alcanzando. Un buen triciclo ya alcanza un precio de unos 12.000 euros, y no en la versión más completa, y eso es una noticia para el sector, porque al menos desde mi perspectiva va a hacer complicado que muchos elijan esta opción cuando, casi por el mismo precio, pueden comprar una furgoneta Renault Kangoo. Los precios no sólo afectan a los triciclos: por ejemplo, las cajas de Loadr son fantásticas, pero para comprar una tienes que empezar por los 2.000 euros, que es mucho. ¿Cuánto tienes que ahorrar, cuánto margen tienes que obtener de tu negocio para pagar 12.000 euros por un triciclo o 2.000 sólo por una caja? Algo parecido pasa con los FlevoBike GoLo, una opción muy interesante de cuatro ruedas y la caja detrás. Llevan suspensión, funcionan muy bien pero se le van de precio a cualquiera.
Lo primero que me llamó la atención fue el precio de los triciclos. Si cuestan lo mismo que una Renault Kangoo, no siempre va a ser fácil convencer a los profesionales de que los usen.
Me fijé también mucho en los remolques. Son una opción muy interesantes, pero en España sigue sin haber una legislación que facilite su uso. Las leyes que hay en España, de hecho, casi los prohiben, ya que a nivel estatal no está permitido transportar una carga en un remolque que sea mayor que una tercera parte del peso del vehículo que lo remolca, por lo que si hablamos de una bicicleta apenas podrías llevar... ¿cinco kilos? ¿Ocho? En otras palabras, el remolque de casi cualquier cosa en bicicleta va a estar prohibido o, al menos, nos va a hacer depender del humor que tenga el policía en caso de que nos pare. Y es una pena, porque hay opciones muy interesantes, como pudimos ver en el International Cargo Bike Festival. Por supuesto, estaba Carla, la referencia en trailers (eso sí, pueden costar unos 6.000 euros y sin caja). Y otra solución interesante era la de Fleximodal con sus BiciLyft, con los que puedes llevar hasta un palé con el único inconveniente de la anchura (el remolque puede medir 130 centímetros), lo que no permite su uso en un carril bici y te obliga siempre a rodar por la calzada (no hay problema pero, claro, entonces es importante la pacificación y seguridad de la misma).
Otra de las tendencias llamativas de esta edición fue la de los triciclos basculantes. Los de Fulpra me gustaron mucho: pude probarlos y han mejorado sistemas, haciendo que su uso se aproxime más a la de montar en una bicicleta no normal. Antes no basculaban y en las curvas había que reducir mucho la velocidad, y ahora hacen que la movilidad en ellos sea bastante más ágil y natural. En general, se vieron muchas marcas y opciones en este sentido, que buscan hacer más cómoda la experiencia para el usuario y que la carga vaya más segura, aislada y protegida. Algunas opciones, eso sí, no terminaron de convencerme, como el caso de los Gleam, cuyo sistema me pareció algo complejo y, quizá, frágil: es verdad que puedes ir rápido con ellos y la sensación es la de llevar casi una bici normal, pero no estoy seguro de que respondan tan bien con carga.
En todo caso, el International Cargo Bike Festival ofrecía muchas opciones, y gran parte de ellas se dedicaban a mostrar a los profesionales las ventajas de este tipo de vehículos. Así, por ejemplo, invitaban a pintores, o a músicos, o a mecánicos a usar triciclos en vez de una furgoneta. Algo que, por supuesto, debe trasladarse a España, y espero que con la llegada a cada vez más ciudades de Zonas de Bajas Emisiones sea mucho más habitual.
Menos charlas
En esta ocasión, eso sí, acudí a menos charlas. Quizá fuera porque, como decía antes, la intención de los organizadores era alcanzar a un público más amplio y ajeno a las bicicletas de carga, pero sentí que gran parte de las conferencias se centraban más en intentar convencer a la gente de su uso que a contar cosas realmente novedosas. Es evidente que, para un público inexperto o para un ayuntamiento español siempre va ser muy bueno escuchar la experiencia de éxito de un proyecto o ciudad del norte de Europa, pero al menos en mi caso esa "pantalla" ya me le ha pasado.
La parte y circuito de pruebas estuvo bien, porque siempre es un placer montar y dar unas vueltas en una máquina nueva y con equipamiento especial. Quizá, eso sí, faltaban más rampas y cuestas, sobre todo para ver hasta qué punto son eficaces las nuevas propuestas de los fabricantes de motores, muy activos y presentes en el evento. Sabido es que la legislación obliga a que estos motores no superen los 250Wh, pero los fabricantes están intentando dar soluciones especiales para todo el sector de las bicicletas de carga para satisfacer sus necesidades especiales, que en gran parte pasan por dar un par mayor que permita un mayor empuje en, por ejemplo, una arrancada en cuesta.
Balance... ¡hay que volver!
En resumen: sin lugar a dudas, al menos para profesionales como nosotros es un placer y una obligación visitar un evento como este. Volveremos al International Cargo Bike Festival se celebre donde se celebre, porque siempre se aprende mucho de la experiencia y, por supuesto, es una inspiración poder pedalear por estos lares.
Además, como suelen decir los del Norte de Europa de este sector de la ciclologística, "esta es la década de las bicicletas de carga" (o #TheDecadeOfCargoBike, como utilizan últimamente), por lo que habrá que estar muy atento y seguir poniendo mucha energía, como hacemos desde Txita y Ciclosfera, para impulsar este apasionante sector.