“Tendremos que vivir un desastre que nos lleve a reconstruir la sociedad desde cero”. “Aprendiendo a tener menos y a simplificar nuestras vidas”. “Cuidándonos los unos a los otros, y el mundo en el que vivimos”. “Encontrando felicidad y alegría en el pasado y miedo y ansiedad en el futuro”.
Partido en dos
Durante más de 30 años un arquitecto de Massachussets, Paul Fallon, diseñó hospitales. En 2007 viajó como voluntario a Haití, y la experiencia le transformó: tanto que, después de jubilarse y del terrible terremoto que asoló el país en enero de 2010, regresó y construyó dos edificios preparados para resistir seísmos. “Esa época en una cultura tan diferente”, nos cuenta en su casa cerca de Boston, “me hizo querer explorar mejor mi país. Así que en 2015, cuando me jubilé, decidí cruzarlo entero para interactuar con la gente, conocerles y tener un sentimiento más profundo sobre Estados Unidos”.
Fallon abordó a desconocidos con una pregunta: ¿cómo viviremos mañana?
A lo largo de 33.366 kilómetros y desde mayo de 2015 a diciembre de 2016 (tuvo que parar un tiempo tras ser atropellado en el Golfo de Alabama), Fallon abordó a conocidos, familiares y gente de la calle con una pregunta: “¿Cómo viviremos mañana?”. “Tardé dos años en elegir esa pregunta”, explica riendo. “Cuando me empecé a plantear el viaje estaba más interesado en explorar cómo vivía la gente de mi edad, 58 años. Mi madre murió de cáncer a esa edad, y mi padre trabajaba sin parar Yo estaba sano, tenía dinero y a mis hijos criados, y no me sentía un viejo… pero tampoco era joven. ¿Cómo vivirían esa situación otras personas? Compartí mis inquietudes, me dieron muy buenos consejos y sentí que centrarme en la gente de mediana edad era limitarme. Así que empecé a buscar algo que pudiera preguntarle a todo el mundo, tuviera 4 ó 95 años”.
Fallon elegía cada día, al azar, al menos a una persona a la que hacerle su pregunta. Intentaba dormir cada noche en un lugar distinto, y así podía conversar con otros como él en warmshowers o couchsurfings. Y, además, buscaba personas representativas de cada lugar: rancheros en Wyoming, trabajadores del gas o el petróleo en Texas, adventistas del Séptimo Día en Michigan, refugiados somalíes en Maine, musulmanes en Dearborn… Preguntas, respuestas y, como fondo, el país más poderoso del mundo.
“Me gusta recorrer el mundo a un ritmo más tranquilo, y cómo la gente se abre de un modo especial a los ciclistas”
“EE UU es un lugar muy bello”, dice entusiasmado. “Me gustan en particular sus grandes llanuras, el horizonte, los vívidos colores del campo o las dimensiones mayúsculas de algunos paisajes. Siempre he ido en bici a trabajar y, en 2011, recorrí 4.800 kilómetros de Denver a Boston, pero este viaje ha sido distinto. Amo pedalear… Me gusta recorrer el mundo a un ritmo más tranquilo, y cómo la gente se abre de un modo especial a los ciclistas. La vida, desde luego, es mucho más rica cuando viajamos despacio”.
Acción y reacción
Apenas unas semanas después de tomar Donald Trump el poder, es obligatorio preguntarle cómo ha visto su país. “Vivimos una época de discordia política y, aunque los medios de comunicación se empeñen en propagar un mensaje de división, casi todo lo que yo he vivido era bueno. EE UU es la manifestación perfecta de la Tercera Ley de Newton: toda acción provoca una reacción igual, pero en sentido opuesto. Por eso Trump ha sucedido a Obama: ha captado toda la frustración que el presidente anterior generó. Muchos estadounidenses se sienten excluidos, no comprenden el mundo actual y, sobre todo, tienen miedo. Trump se ha centrado en aprovechar ese sentimiento, algo que los demócratas ignoraron. Pero ojo: aunque creo entender por qué ha sido elegido, estoy muy preocupado por cómo gobernará Trump. No respeta el equilibrio de poder, y ya sus primeros actos confirman mi preocupación”.
“Trump ha captado toda la frustración que el presidente anterior generó”
Preguntándoles sobre el mañana… ¿ha visto optimismo o pesimismo en sus compatriotas? “En eso hay también bastante división”, reconoce preocupado Fallon. “Incluso los que están optimistas por la mañana se acuestan preocupados, y las elecciones han polarizado todavía más estos sentimientos. Lo que he descubierto es que las personas somos reactivas: somos pésimos a la hora de anticiparse y planificar, pero rápidos cuando hay que actuar ante los hechos. Antes de ganar Trump… ¿dónde estaban los progresistas que ahora salen a protestar a la calle? La gente estaba muy pasiva, era muy complaciente, y lo ocurrido nos hará cambiar”.