¿Quién eres? ¿Cómo te definirías a ti mismo en pocas (o muchas) palabras?
Cuando en un momento de encrucijada en mi vida pedí a varios amigos que me definieran, salió repetidamente la palabra “buscador”. No es que tenga complejo de Google, pero ciertamente soy una persona inquieta por dar sentido a mi vida. Creo que es muy importante encontrar un equilibrio entre estar donde decido estar de forma consciente y plena -y no donde la vida me lleve- y saber escuchar a la vida sin obcecarse con lo que uno quiere.
Para mí las personas son el centro de mi vida: alrededor de ellas “rueda” mi existencia. Me he formado en Humanidades. He estudiado filosofía, pedagogía y teólogía y he trabajado en ONG´s en países empobrecidos. Es en el cuarto mundo y como profesor donde siento que mi vocación de querer transformar la sociedad cumple sus objetivos. Campesinos y deseheredados de Perú, Liberia, Nicaragua, Camerún… son algunos de los muchos países que me han dado parte de lo que soy. Las personas sin hogar, los inmigrantes, los presos me han enseñado a valorar más la vida y seguir luchando por transformar la sociedad.
Desde hace varios años la naturaleza y su cuidado centran mi actividad fuera de las aulas. Desde ahí redescubrí la bicicleta y con ella, volvieron a mí multitud de recuerdos y vivencias de mi adolescencia con ella.
¿A qué te dedicas, además de a montar en bicicleta?
Soy profesor en un colegio de Madrid. Intento que mi trabajo sea mucho más que transmitir unos conocimientos filosóficos: a través de la educación quiero transformar y mejorar el mundo. Es un colegio fantástico donde queremos que los alumnos experimenten otras formas de estar en el mundo . Promuevo experiencias como el Camino de Santiago, convivencias con otro colegio con niños síndrome de Down, iniciación al cicloturismo, el bicibus todos los jueves para ir al centro… Y, sobre todo, la capacidad de pensar por ellos mismos de una forma crítica y libre. Junto a esto, desde hace un año estoy emprendiendo una empresa, SLOW BiCi. Quiero crear una red de establecimientos urbanos amigos de la bici que faciliten la vida del ciclista e incentiven su uso.
Madrid es, por sus distancias, una ciudad perfecta para la movilidad ciclista”
Seguimos tu Instagram, en el que se ve claramente que eres un apasionado del cicloturismo. ¿Qué es lo que más te gusta de viajar en bicicleta?
Me apasiona la movilidad ciclista y entiendo que Madrid es, por sus distancias, una ciudad perfecta para ella. Hace ya dos años, en un Camino de Santiago con mis sobrinos, decidí crear este perfil que une la bicicleta y la ciudad de Madrid. Cientos de personas comenzaron a seguirme en el perfil @ridemybikemadrid, en el que visibilizo gran parte de lo que soy: la bicicleta, Madrid, vida sana, empresas responsables que trabajan desde criterios medioambientalmente sostenibles, mis voluntariados, mis reflexiones filosóficas (que mis alumnos llaman #filosocleta) y algunos de los proyectos solidarios como “De la Frontera al Corazón”.
En concreto, este proyecto surgió ante tanto drama humano de refugiados y migrantes. Mi mejor amigo Loumkoua y yo nos lanzamos en bicicleta desde Ceuta (frontera de Europa) hasta Bruselas (su corazón) en apoyo, defensa y reivindicación de una Europa de acogida e integración. Fue una experiencia increíble donde visibilizamos, en 28 días en bicicleta y durmiendo muchos de ellos en la calle, que tenemos que saltar la frontera de los prejuicios. Con más de cien kilómetros al día descubrimos nuestros límites, nuestros sueños y nuestra cercanía con la bici a las personas que nos acogían en sus casas, muchas de ellas sin conocernos.
¿Qué lugar te ha cautivado más de los lugares a los que has llegado pedaleando?
Ciertamente, ver la Torre Eiffel entrando en París tras cientos de kilómetros desde África. Fue una experiencia increíble que recordaré toda mi vida. Ver el atardecer sobre el parlamento de Budapest tras cientos de kilómetros junto al Danubio es otro recuerdo imborrable.
Háblanos del reto de tu viaje #AlcorazóndeAfrica. ¿Cómo surgió y por qué?
Mi amigo Loumkoua, que el año anterior, diez días antes del gran reto #delafronteraalcorazón, ante mi pregunta de si estaba cambiando las marchas me preguntó “¿Qué es eso?”, me propuso ir a Camerún y construir en 20 días la casa de su familia, que hasta entonces vivían en otra humilde de maderas y chapa. Y ahí nos lanzamos el pasado verano con otros amigos a este gran reto, sin tener ni idea de construcción, poniéndonos en las manos de Loumkoua.
¿Un consejo para el cicloturista novato? Define la ruta, pero no las etapas”
¿Con qué bicicleta viajas?
Durante años me moví con mi vieja BH de piñón fijo del año 65, que con orgullo tengo colgada en mi casa para deleite de visitantes. Ahora, a diario me muevo con mi preciosa bicicleta Crazy Horse, de diseño clásico y mi caja de madera sobre la rueda delantera que la hace inconfundible. Tengo tantos amigos en Madrid que van al gimnasio en coche para hacer spinning o pesas…yo lo hago a diario. Las calles de Madrid son mi gimnasio y de esta manera ejemplifico mi compromiso con hacer de Madrid una ciudad más habitable.
¿Qué consejo darías a quien quiere iniciarse en el mundo del cicloturismo?
Los consejos te los da el camino. Pero si sirve, lleva lo imprescindible y define la ruta, pero no las etapas. Para, respira, disfruta de la gente que encuentres: no hay que llegar a ningún sitio. Rodando por los caminos es donde vas a ser feliz. Si no llegas, ya cogerás un tren (risas).
Eres muy de Madrid, y lo llevas a gala incluso desde el propio nombre de tu cuenta. ¿Qué es lo que más te gusta de la ciudad en materia ciclista? ¿Y lo que menos?
De Madrid soy hijo adoptivo. Yo nací y me crié en Burgos, donde jugaba con mi bicicleta desde muy pequeño. Madrid es una ciudad ideal para moverse en bici. He rodado por Londres, por Paris, por Berlín… y Madrid es una ciudad mucho más abarcable que todas en ellas. Dentro de la M30 en media hora llegas a cualquier lugar. Lo que menos me gusta de Madrid es obvio: sobran coches y motos. Es una ciudad que durante décadas ha sido pensada y diseñada para los vehículos motorizados. El 80% de su espacio público está destinado a ellos y solo el 20% a los peatones. A los ciclistas nos obligan a circular entre vehículos a gran velocidad y respirando directamente sus tubos de escape. A Madrid le faltan infraestructuras ciclistas seguras en grandes avenidas. Hay que democratizar el uso de la bicicleta. En Madrid un niño de 12 años está obligado a ir por la calzadas entre coches si quiere ir en bici. Es absurdo y de locos.
Más allá de la bici, ¿qué hace especial a Madrid?
Madrid me enamora. Es una ciudad de acogida, cosmopolita, animada, llena de arquitectura, museos y una actividad constante. Creo es la capital más animada de Europa, donde la gente siempre está dispuesta a pasarlo bien. Me encanta rodar por el Parque del Retiro, el Madrid de los Austrias, Malasaña, Chueca, Lavapiés o La Latina. La Gran Vía me entusiasma: es un continuo ir y venir de gente en sus bares, teatros y cines a todas horas. Es la ciudad del pálpito constante, es la ciudad no de quien nació aquí sino de quien la habita, y eso es genial. ¿No dicen que “De Madrid al cielo”? Pues eso.