Cultura ciclista

Conoce Baana, el corredor peatonal y ciclista de Helsinki

Bicicletas y peatones en vez de vagones de carga. Plantas, esculturas y pistas de baloncesto donde antes había vías de tren y algo de desolación. Recorremos Baana, el corredor peatonal y ciclista que simboliza la movilidad saludable y sostenible en la capital de Finlandia, Helsinki. (foto: Peter Erik Forsberg)

Hay que reconocerlo: Helsinki no es tan ciclista como otras capitales escandinavas. Es verdad que aproximadamente un 10% de los desplazamientos se hacen en bici, lejos de Copenhague (con un 40%), Estocolmo u Oslo.

Pero vamos a más: ya hay unos 1.500 kilómetros de carriles bici, y podemos presumir de algunos tan emblemáticos como Baana. Además, somos mucho más simpáticos… ¡pero eso lo dejamos para otro día!

Baana es una vía ciclista y peatonal que conecta el centro de Helsinki con áreas residenciales y comerciales de la ciudad

Una larga historia

¿Qué es Baana? Una vía ciclista y peatonal que conecta el centro de Helsinki con áreas residenciales y comerciales de la ciudad, y por la que cada año pasan más de un millón de personas. Además de su utilidad y belleza, llama la atención su historia: el recorrido (de algo menos de 1,5 kilómetros) nació en 1894, cuando para unir la estación central con el puerto de mercancías del oeste, llamado Länsisatama, se excavó un cañón descubierto sobre el que hacer una línea de ferrocarril.

Toca ahora hablar de Jussi Pajunen, nuestro alcalde de 2005 a 2017. Aunque vio frustrados algunos de sus sueños, como el tener aquí un Museo Guggenheim, sí pudo impulsar distintas intervenciones en torno a la sostenibilidad.

A día de hoy, Baana es una arteria imprescindible para la movilidad en Helsinki. (foto: Heikki Kastemaa)
A día de hoy, Baana es una arteria imprescindible para la movilidad en Helsinki. (foto: Heikki Kastemaa)

Fue bajo su mandato cuando, en 2008, se aprobó la construcción de Baana, al trasladarse el antiguo muelle de carga al puerto de Vuosaari y cerrar la conexión ferroviaria de mercancías de Satamarata, o línea del puerto. La infraestructura carecía de sentido y el gobierno de Pajunen, asociaciones vecinales y urbanistas vieron la oportunidad de recuperar el espacio para la ciudadanía y, de paso, reforzar el ciclismo urbano en la capital.

Reinventar la brecha

Entre 2009 y 2012, el Departamento de Obras Públicas de Helsinki y el estudio de arquitectura LOCI transformaron esos 16.000 metros cuadrados. El día de la inauguración, un 16 de agosto de 2012, un exultante Jussi Pajunen lo resumía así: “Baana muestra cómo un profundo corte ferroviario que atravesaba el tejido urbano puede ser transformado mediante un proceso colaborativo, ahorrar costes y, además, respetar la memoria de un pasado industrial”. Inmediatamente, miles de helsinguinos (así nos llaman a los nacidos en Helsinki) salimos a recorrer el lugar.

Cada año, más de un millón de personas recorren Baana

¿Y qué fue lo que encontramos? Un estupendo y alargado parque, que comienza a pie de calle en los alrededores del Parlamento y, de inmediato, desciende por una rampa a través de los viejos muros de contención. Pasa por edificios emblemáticos como el antiguo palacio Nikolajeff o el Museo de Ciencias Naturales, y destacan las muchas plantas y árboles que llegaron tras la reforma y que se mezclan con la antigua vegetación.

Baana recibió una mención especial en el Premio Europeo del Espacio Público Urbano en 2014. (foto: Sergei Gusev)
Baana recibió una mención especial en el Premio Europeo del Espacio Público Urbano en 2014. (foto: Sergei Gusev)

Distintas instalaciones artísticas rememoran los brillantes colores de los antiguos vagones de mercancías, y tengo una debilidad: la escultura Love Helsinki de Janne Siltanen, unas letras de hormigón sobre las que patinar o hacer Freestyle.

Por supuesto, los carriles bici están impecables, y mientras pedaleamos dejamos atrás los siete renovados puentes que cruzan sobre las vías. Por fin, al llegar al sur y en el nuevo barrio residencial de Länsisatama, llegamos al final de Baana, subiendo a la superficie para contemplar unas canchas de baloncesto, pistas de petanca y mesas de ping-pong rodeadas de elementos de material reciclado.

"Baana muestra cómo un profundo corte ferroviario puede ser transformado mediante un proceso colaborativo, ahorrar costes y respetar la memoria de un pasado industrial" (Jussi Pajunen, alcalde de Helsinki hasta 2017)

Desde esa ya lejana inauguración, el recorrido se ha ampliado con el llamado ‘Baana Oriental’, del que ya se han completado distintos tramos que ayudar a vertebrar una red ciclista en Helsinki. Y no, Baana no sólo nos ha enamorado a nosotros: también recibió una mención especial en el Premio Europeo del Espacio Público Urbano 2014, donde se destacó “su impacto significativo en la revitalización urbana de Helsinki” y cómo “no sólo mejoró la conectividad y movilidad dentro de la ciudad, sino que también recuperó un espacio urbano infrautilizado transformándolo en un lugar vibrante y multifuncional que respeta la historia industrial del área”.

Baana recuperó un espacio urbano infrautilizado. (foto: Peter Erik Forsberg)
Baana recuperó un espacio urbano infrautilizado. (foto: Peter Erik Forsberg)

Nuestra Low Line

Así llamamos también a Baana: Low Line. Se inspira en el High Line de Nueva York, otro parque sobre una vía ferroviaria en desuso pero que, a diferencia del de Helsinki, es elevado. El High Line aprovecha una antigua línea de tren de 1934 que, tras ser abandonada en los ochenta, fue invadida por la vegetación. Muchos pidieron preservar esa “selva urbana” y transformarla en un espacio público y se inauguró en 2009 un parque diseñado por James Corner y Piet Oudolf.

El proyecto revitalizó barrios como Meatpacking District y Chelsea, convirtiéndose en una atracción cultural y recreativa: entre sus plantas, árboles y flores, que contrastan con elementos industriales como antiguas vías del tren, es posible presenciar instalaciones artísticas, obras teatrales o distintos eventos comunitarios.

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