Toby Tenenbaum nació hace 41 años en Londres. Con apenas 25 se mudó a Nueva York para trabajar como fotógrafo freelance. Gracias a su talento y una energía inagotable, Tenenbaum salió adelante y ahora goza de un gran prestigio, sobre todo en la escena musical, por sus mágicas instantáneas de conciertos de música. Sin embargo, si hablamos ahora con él es por unas fotos muy distintas: las captadas el 20 de junio, cuando más de 10.000 ciclistas pedalearon recorrieron Nueva York bajo un lema: Black Lives Matter. Igualdad y justicia racial. A pedaladas.
El gran día
Una enorme masa, una mayoría silenciosa, estaba desde hace tiempo harta de Donald Trump. Harta del Covid-19, del confinamiento, de las más de 125.000 muertes y casi tres millones de enfermos que la pandemia ha dejado solo en EE UU tras más de tres meses de pesadilla. Pero lo que hizo explotar al país fue la muerte el 25 de mayo de George Floyd, asesinado por la policía de Minneapolis mientras era detenido. Un suceso, grabado en vídeo y viralizado en redes sociales, que simbolizaba la opresión, falta de libertad y abuso policial sufridos desde tiempos inmemoriales por la comunidad negra, y que generó una protesta espontánea y masiva.
Durante semanas, EE UU ardió. Trump definió como “terroristas” a los manifestantes, amenazó con sacar al ejército a la calle para frenar las protestas y medio país se vio sometido a un histórico toque de queda. Un estado de tensión que también se vivía en Nueva York, la ciudad más observada de Estados Unidos y, probablemente, del mundo. “Muchos neoyorquinos”, explica Tenenbaum, vecino durante muchos años de Brooklyn y ahora residente en Upper West Side, “estaban ansiosos por mostrar también su indignación y solidaridad. Pero les frenaba el temor: a la policía y, sobre todo, al covid-19. Así que cuando el gobernador del Estado, Andrew Cuomo, anunció que se relajaban las medidas de confinamiento, era de esperar que ocurriese algo gordo”.
Y “algo gordo” sucedió, en efecto, el sábado 20 de junio. Como Los Angeles, San Francisco, Portland, Chicago, Atlanta o Miami, Nueva York ya había sido escenario de marchas ciclistas por el Black Lives Matter. Pero nada comparable al Bike Ride convocado por Street Riders NYC a partir de las cuatro de la tarde del 20 de junio, en el cruce de la calle 48 y la Séptima Avenida. “Ese día todo invitaba a asistir”, recuerda Tenenbaum. “Hacía un sol maravilloso, y mantener los seis pies (casi 1,90 metros) de distancia de seguridad era más sencillo en bici que caminando”. Pero además hubo otro factor tan inesperado como sorprendente: en una genial maniobra de marketing Citibike, la principal compañía de bicis compartidas de la ciudad, cedió gratis sus máquinas a todo el que usara el código ‘Solidarity’ (Solidaridad). ¿El resultado? Más de 10.000 ciclistas (la mitad, aproximadamente, sobre una Citibike) se sumaron a la marcha, que transcurrió por el lado oeste de Central Park y regresó de norte a sur por la carretera que recorre el río Hudson.
“La gente irradiaba euforia y felicidad”, explica entusiasmado Tenenbaum, que hizo el recorrido a lomos de la misma bicicleta Fuji con la que acude a diario a los entrenamientos del club de fútbol que creó en la Gran Manzana, el Super SoccerStars. “Tenía ganas de pedalear tras el confinamiento, así que fui por la mañana con la bici a fotografiar otra manifestación en Union Square. Pero me llegó un mensaje asegurándome que la de los ciclistas sería espectacular, así que empecé a cruzar a toda velocidad Park Avenue, recorriendo casi cuarenta manzanas”. Al llegar a la convocatoria, Tenenbaum comprendió que esta marcha sería distinta a otras, donde habían imperado la indignación, el caos y la violenta represión policial. “La gente estaba muy feliz, unida, formando parte de una fuerte energía colectiva”, asegura. “El ambiente era más parecido al de un festival de música o a una fiesta del Orgullo Gay. Algo que también afectó a la policía, que se mostró más relajada y cooperativa que en las protestas anteriores”.
El gran cambio
Según Tenenbaum, “millones de neoyorquinos, de personas en todo el mundo, hemos pasado meses muy duros. Hemos sentido soledad, encierro, la creciente necesidad de ser libres y poder ayudar a los demás. Y… ¿hay algo mejor que dejar atrás todo eso que reuniéndonos por una causa justa?” En su opinión, además, el hacer el recorrido en bicicleta contribuyó a crear un clima absolutamente mágico. “Era muy llamativo el silencio”, recuerda, “el estar rodeado de miles de personas pero solo escuchar el sonido de los radios rodando. Se oía alguna conversación, alguna sonrisa, algún grito, pero sobre todo se respiraba solidaridad. Concentración. Felicidad. Felicidad por manifestarnos de forma pacífica, por querer cambiar las cosas y por poder hacerlo de una forma tan divertida y segura como a lomos de una bici”.
“Era muy llamativo el silencio: el estar rodeado de miles de personas pero solo escuchar el sonido de los radios rodando”
Dueño de un optimismo contagioso, Tenenbaum no tiene ninguna duda de que sucesos como la pandemia o la muerte de Floyd no son más que síntomas del enorme cambio que se avecina. “Los neoyorquinos están ansiosos por cambiarlo todo”, asegura, “y esta es la capital del mundo. Si Nueva York cambia, el mundo lo hace después. Y lo que viene es muy grande: la gente se ha dado cuenta de que no hay armonía ni justicia en el mundo, de que no podemos seguir así. Y los hechos lo demuestran: el mismo sábado de la manifestación ciclista, Trump había convocado a sus seguidores en Tulsa, Oklahoma. Esperaba reunir a 500.000 asistentes… ¡y apenas eran nueve mil! ¡Mientras él miraba alrededor boquiabierto, y solo veía butacas vacías, nosotros pedaleábamos felices y solidarios pidiendo cambiar las cosas!”.