No es un día más: es, para la pareja, el “gran día”, y nuestros amigos lo saben. De ahí que accedan a probarse el frac a juego con el novio, se disfracen en un ritual exótico o acaben llenos de arena en una playa ibicenca. Por no hablar de las más tradicionales: aquellas en las que, sobre todo ellas, remueven cielo y tierra buscando unos zapatos y un chal a juego con el modelito.
Mensaje reivindicativo
Pero el protocolo viene ahora también marcado por la creatividad y por enlaces informales, simbólicos, sencillos, temáticos y, por qué no, baratos. La originalidad ha desechado viejos prejuicios y la boda ciclista ha entrado en la lista de novios.
“Muchas parejas no sólo deciden hacer el posado o la aparición en bicicleta, sino que se lanzan a alquilar unas cuantas para que sus amigos crucen un pueblito o les sigan hasta la ceremonia”, explica Bea Medina, responsable de la agencia de bodas Nara Connection. “Más allá de la diversión y la complicidad”, añade, “hay un potente mensaje reivindicativo detrás. El movimiento ecofriendly se está extendiendo y las bodas en bicicleta son tendencia”.
Aunque no es fácil pedalear con tacones, traje de chaqueta, vestido corto o tocado, compartir la experiencia merece la pena. “Mi consejo a los novios es que arriesguen”, cuenta Medina, “que compartan sus aficiones con los invitados y se dejen de vergüenzas. No hay nada más divertido que pedalear con la gente que quieres”.
La bicicleta se convierte, entonces, en la aliada perfecta: un objeto clásico, bello y dinámico que une a novios e invitados en una actividad divertida y saludable. “Fue una sorpresa salir de la Iglesia y encontrarnos con 20 bicis holandesas en la puerta”, cuenta Emile Bloemen, murciano nacido en los Países Bajos que se casó en Torrevieja y cuyo hermano organizó, por sorpresa, un paseo de cuatro kilómetros hasta la finca donde se celebraba el convite. “Hubo sudor y hasta alguna caída” cuenta Bloemen, “pero sobre todo muchas risas”.
Hasta que la bici nos una
Tampoco podía faltar la bici en la historia de amor de Antonio Llópez y Mary Kenny. Él es parte del colectivo Valencia en Bici; ella, una irlandesa que tras aterrizar en Valencia descubrió las ventajas de pedalear por la ciudad. “Conocí a Mary en una ruta ciclista por el campo que organizaba yo”, cuenta Llópez, “y ocho años después decidimos casarnos. Fue ella quien propuso casarnos en bici, ya que nos habíamos conocido así”.
Dicho y hecho: el día de su boda casi todos los invitados pedalearon detrás de los novios, que dirigían la comitiva en un moderno rickshaw alquilado para tal ocasión. Una comitiva muy especial que despertó curiosidad y simpatía desde el punto de partida, la casa de los novios, hasta los juzgados y después el restaurante donde se celebró el convite. “La experiencia fue maravillosa”, cuentan.
Las claves del éxito
Las bicis. Aunque muchos invitados tengan una, no todos podrán llevarla, por lo que a veces es mejor alquilarlas. Pensad en el tipo de ruta que se hará: las eléctricas pueden ser una buena opción si el camino es largo o tiene alguna dificultad.
El vestuario. La elegancia debe unirse a la comodidad. Avisad a los invitados de lo que se van a encontrar, para que traigan calzado de repuesto… O no. Pedalear con tacones, seguro, contribuirá a la diversión y al anecdotario del día.
El sitio. No es igual una boda ciclista en una gran ciudad que en un idílico pueblo. En cualquier caso, es importante elegir bien qué ruta o recorrido vamos a hacer: ¿Preferís una frenética carrera hasta el altar, un paseo relajado hacia el banquete o una simbólica ruta acompañando a los recién casados?
Los novios. Son los protagonistas, de ahí que muchos opten por una bicicleta especial que encabece el cortejo. Aunque se ha visto de todo, alquilar un tándem o un rickshaw es una excelente opción.