No importaba la hora, el día y mucho menos la estación. Ahí estaba siempre con su chaqueta azul de barrendero y su Nikon, serpenteando entre los coches para fotografiar a una mujer de infinitas piernas, a un extravagante dandy o, con un poco de suerte, quizá a ti.
Ya no. El 25 de junio murió a los 87 años el fotógrafo ciclista más famoso del mundo, Bill Cunningham. Autor de On the Street y Evening Hours, dos secciones históricas del The New York Times, Cunningham reveló tendencias, captó gestos y, sobre todo, describió y definió el estilo de Nueva York.
Vestidos para Bill
“El mejor desfile de modas está en la calle”, aseguraba. Por eso, y siempre sobre una bicicleta, cruzaba una y otra vez la ciudad para no perderse ningún evento o, sobre todo, no dejar escapar el hombro desnudo, los tacones, la camiseta que marcaría tendencia y después desearían millones de personas.
“Todos nos vestimos para Bill”, reconocía la altiva Anna Wintour, editora de *Vogue USA. Lo mismo pensaban modelos, multimillonarios o simples aspirantes a trepar, sobre el zoom de su cámara, hasta el cielo de la moda. “Los neoyorquinos son extravagantes y derrochadores”, dice Cunningham en el documental *Bill Cunningham New York, estrenado en 2010, que le le muestra en su apartamento (un agujero sin baño, cocina o cualquier otra concesión a la comodidad) y le sigue desafiando a los taxis de Nueva York sobre su bici, (“la número 29”, afirma, “las 28 anteriores me las robaron”).
Misterioso, solitario y vital, Cunningham mezcla en el documental respuestas contundentes con medias verdades. “Seré tu espejo”, cantan Nico y The Velvet Underground al final de la película, y así fue: Cunningham reflejó lo concretas y amorfas que son la moda o la vida y, no sería descabellado, las abandonó soñando que iba en una bicicleta.