El tiempo pasa, inexorable. Dejamos atrás un 2020 para muchos nefasto. Dramático. Y, sin embargo, seguro que todos somos capaces de evocar un buen recuerdo de los últimos doce meses.
Aquel momento en que descubrimos un gran disco, un libro, una serie o una película inolvidable que nos hizo olvidar todo lo demás. La tranquilidad que emanaron las ciudades durante el confinamiento. El placer de las primeras pedaladas cuando, por fin, pudimos salir a la calle. O simplemente el buen rato que pasamos al reencontrarnos con los seres queridos. Conviene hacer ese ejercicio de memoria.
El tiempo pasa inexorable, también, por la escultura que desde 2017 rinde homenaje a la bicicleta en Bergen, Noruega. Una obra levantada por el mundial de ciclismo celebrado en la ciudad ese año, y que transmite precisamente esa sensación de que todo está en movimiento. De que todo cambia. Y de que, como ocurre al pedalear, sólo hay un modo de mantener el equilibrio: seguir, siempre, pedaleando hacia delante.