Mejora nuestro humor
Está demostrado: pedalear (como cualquier otro ejercicio física) genera endorfinas. O, lo que es lo mismo, hace que nuestro cerebro se llene, de manera natural y saludable, de felicidad y bienestar. ¡Cualquier ciclista lo sabe!
Ejercita nuestra atención y reflejos
Montar en bicicleta no supone, como muchos creen, trabajar sólo nuestras piernas. También, y sobre todo en ciudad, nos obliga a estar atentos, a prever situaciones, a realizar cálculos constantes, a ponernos en la situación de los otros usuarios de la vía que nos rodean.
Moverse en bicicleta no ejercita sólo las piernas: también nos obliga a calcular, anticipar y decidir
Nos obliga a superarnos y mejora la autoestima
Quizá, a veces, puede darnos un poco de pereza, pero al poco de empezar a pedalear disfrutamos de cada reto. Nos relajamos y disfrutamos de superar una durísima cuesta, nos sorprendemos de lo poco que hemos tardado en cruzar la ciudad y, siempre, sabemos que todo, cada kilómetro recorrido y trayecto realizado, ha sido gracias a nuestro esfuerzo, tanto físico como mental, algo que desde luego aleja al fantasma de la depresión.
Optimiza nuestro tiempo
No hay nada más desesperante que la sensación de perder el tiempo. No hay nada más frustrante que la impotencia de ver que dilapidamos nuestra vida en un atasco. Hay pocas cosas más satisfactorias que ver cómo cada minuto es aprovechado, que cada trayecto tiene un sentido, que además de recorrer distancias contemplamos paisajes y nuestro cuerpo trabaja.
Medicina para el cerebro
Pedalear es sinónimo de eliminar estrés. Las circunstancias incontrolables y ajenas se minimizan, y los tiempos y decisiones están, por completo, en nuestro poder. El esfuerzo de pedalear, además, oxigena al cerebro, nos despierta y aporta claridad.
La bici te amplia la mente, obligándote a comprender tu ciudad y a la gente de otro modo
Más conocimiento
Está claro: en una bicicleta no dependes de una máquina, sino de ti. Tener que cruzar la ciudad en bicicleta te obliga a planear tu ruta y, con el paso de los kilómetros y la experiencia, perfeccionarla. Estar al aire libre, y no encerrado y parapetado en un vehículo, te acerca no sólo a las calles y el entorno que te rodea, sino también a las personas. Pedalear te hace más humano, libre, independiente y experto en calles, barrios y gente.
Evita enfermedades
Dolencias como el Alzheimer son una plaga en la sociedad actual. La falta de ejercicio mental y, por qué no, el sedentarismo cerebral parecen estar muy relacionadas con ellas. Sin embargo, distintos estudios demuestran que, precisamente, ejercicios como el ciclismo son más que recomendables para evitarlas. Así, por ejemplo, el pedalear dispara la actividad sanguínea de determinadas áreas del cerebro relacionadas con el Alzheimer, llegando casi a doblarse.
Distintos estudios demuestran que el ciclismo ejercita partes del cerebro que ayudan a combatir el Alzheimer
Síntoma de inteligencia
No puede ser casualidad: el número de científicos, filósofos, literatos o artistas que han hecho pública su pasión por la bicicleta es casi infinita. Einstein y Pierre y Marie Curie, J.M. Coetzee y Miguel Delibes, Ernest Hemingway y Pablo Neruda… Numerosas citas lo atestiguan, pero pocas tan gráficas como la del creador de Sherlock Holmes, Arthur Conan Doyle: “Cuando el espíritu está bajo y el día aparece oscuro, cuando el trabajo se vuelve monótono y la esperanza casi parece no valer la pena, basta subirse a una bicicleta y salir a dar una vuelta, sin pensar en otra cosa que el viaje que se está emprendiendo”.