Primero fue Minneapolis, una de las mecas ciclistas de EE UU. Después, Nueva York, París, Londres, Washington DC, Bristol, Boston o San Francisco. Esos son sólo algunos de los escenarios de Artcrank, que desde 2007 reúne el trabajo de cientos de ilustradores internacionales, más de 1.800 carteles y miles de visitantes ávidos de arte, diversión y ciclismo.
Cada evento dura apenas seis horas, el tiempo suficiente para que los asistentes acudan no sólo a ver carteles, sino también a compartir una fiesta donde el humor, la cerveza y la complicidad reinan. “Montar en bicicleta es un acto de expresión creativa”, asegura Patrick Murphy, director de Artcrank.
"Pedalear es una forma de arte cambiante. Da igual que se recorran siempre las mismas calles: siempre se ve el mundo de una manera diferente", asegura. Quizá por eso da igual dónde o qué idioma se hable: los amantes del ciclismo comparten el lenguaje común de la pasión por las dos ruedas, que compartida de forma creativa da un resultado espectacular.
"Pedalear es una forma de arte cambiante: el mundo se ve siempre diferente"
Ese es el objetivo: compartir y reunir las diferentes visiones artísticas que la bicicleta inspira en un mismo espacio. "Las bicicletas son máquinas simples y hermosas, un recurso estético muy potente que inspira a la gente a crear y querer hacer cosas", confiesa Murphy. El resultado es un collage variopinto de extravagantes impresiones urbanas, provocativos guiños culturales o bellas fantasías ciclistas que, además, guardan un propósito solidario: destinar parte de la recaudación a organizaciones relacionadas con el arte y las dos ruedas como People For Bikes o World Bicycle Relief.
No es fácil: detrás de cada edición hay un intenso año de trabajo por parte de sus cuatro responsables (tres en EE UU y otro en Reino Unido), un equipo que ha de decidir cuidadosamente cuándo y dónde se celebrará la próxima edición, promocionarla y coordinar cada detalle con los colaboradores y artistas locales (normalmente unos 35 por festival).
El resultado es excepcional. "No me esperaba que fuera tan bien, es un sueño", explica Murphy, todavía sorprendido por el éxito que cosecha Artcrank. "Recuerdo cuando, en 2010 en Londres, mi esposa me sacó a la calle entre la multitud y me dijo: sólo quiero que te pares aquí un minuto y disfrutes de lo que has conseguido. Fue difícil de digerir", confiesa emocionado.
Popular, ingenioso, sexy
Richard Hamilton, uno de los creadores junto a Andy Warhol del pop-art, lo definió como un arte "popular, efímero, prescindible, barato, producido en masa, joven, ingenioso, sexy, efectista, glamouroso y que puede ser un gran negocio". Mucho de eso hay en Artcrank, donde desfilan sin prejuicios animales, tiras cómicas, fotos antiguas, ilustraciones o viejas iconos del ciclismo. Cualquier inspiración es válida para empezar a crear, aunque todos ellos tienen algo en común: la bicicleta como elemento urbano.
Arte, pop y bicis se transforman así en una perfecta vía para explorar (y explotar) el lado más creativo, crítico, irónico y desenfadado de la sociedad: "Mi estilo es juguetón, moderno e ilustrativo. Me gustan las cosas simples" dice el diseñador de San Francisco Will Ecke. "Hay algo mágico en mis animales ciclistas", explica Jessica Henry, "hay sensibilidad e intuición".
Otros, como en el caso del veterano Seth Lucas, prefieren destacar el lado más social de la bicicleta. Obsesionado con el sentimiento de comunidad generado por los grupos ciclistas de Nueva York, Lucas confiesa que pedalear todos los días en la ciudad "te permite ver la pasión y la tenacidad que tenemos". "El ciclista no se siente sólo", asegura, "es como si formaras parte de un club". ¿Un club lleno de arte, pasión, tenacidad y bicicletas? ¡Bienvenidos!