Según recoge la agencia EFEverde, el 95% de los europeos respiró en 2010 aire con una concentración de partículas que la OMS considera potencialmente peligrosa para la salud. Sustancias como el dióxido de nitrógeno, el ozono y las partículas en suspensión provocan, cada año, cerca de 400.000 muertes relacionadas con enfermedades pulmonares y cardiovasculares.
Si bien desde el año 2.000 las emisiones contaminantes se han reducido en muchos países, lo cierto es que seguimos respirando aire sucio. De hecho, según afirma la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), la contaminación por partículas en suspensión -la más peligrosa y que procede del tráfico, la quema de combustibles o la industria-, apenas se ha reducido desde entonces.
“Por un lado, van los discursos y, por el otro, las políticas reales”
Desde hace años, la UE ha intentado redirigir su política limitando las emisiones más perjudiciales y la concentración de gases nocivos (los peores niveles se dan en el sur de Polonia, Norte de Italia, República Checa y Eslovaquia). De ahí que se pretenda que 2013 sea el “Año del Aire”, una oportunidad para revisar la normativa comunitaria sobre la calidad de aire, algo de lo que desconfían muchos grupos ecologistas y organizaciones médicas, que siguen sin ver materializadas muchas medidas o echan en falta políticas más duras contra la contaminación.
En palabras de Paco Segura, de Ecologistas en Acción: “por un lado van los discursos y, por el otro, las políticas reales”. En cualquier caso, parece que la mayoría de los europeos no sólo somos conscientes, sino que además apostamos por un política más severa. Los datos de la última encuesta realizada pro Eurobarómetro reflejan que un 72% de los españoles y un 79% de los europeos así lo prefiere.