Nació en California, donde se crio sobrevolando el vecindario a lomos de skates, patinetes y bicicletas. “Usábamos las mangueras para refrescarnos y jugábamos mucho en el barro”, recuerda con nostalgia. “Fue mucho antes de Internet”, cuenta Andrew. “En lugar de estar todo el día mirando una tableta, pasábamos horas bajo el sol”.
Eso sí: fue gracias a la tecnología (y, en concreto, “a los gigantes grises de la pantalla de una Gameboy”) por lo que se enganchó a los videojuegos y al dibujo. “Empecé intentando copiar personajes de las series de dibujos animados y de las tiras cómicas de los diarios. Pokemon, Digimon, Bola de Dragón Z, Garfield, Calvin & Hobbes… No me salían muy bien pero era muy perseverante. ¡Dibujé millones!” Con los años desarrolló su técnica.
Refinó su estilo. E incorporó a su catálogo de obsesiones una nueva fijación: las bicis. Decenas de bicis singulares, muy imaginativas, que pueblan su cuenta de Instagram mezcladas muchas veces con otro de sus fetiches: los gatos. “Mi arte es una extensión de lo que pienso y lo que me atrae”, explica. “Por eso ciertos objetos reciben un trato preferencial: las bicis me transmiten libertad y poder. En última instancia, mi arte gira en torno a la participación: hablo de participar del hábito de producir arte, compartirlo y disfrutarlo. Todo, al fin y al cabo, trata sobre compartir experiencias. Y la verdad es que, para mí, dibujar es una necesidad”.
¿Cómo empezó tu relación con la bici?
Mi papá me enseñó a montar en una con ruedines, y después me consiguió mi primera bici de verdad: una beach cruiser azul marino. El cambio de marchas estaba siempre roto, así que sólo usaba una velocidad, y después me interesé por las máquinas de piñón fijo gracias a la película Macaframa. Me enamoré de la simplicidad y robustez de estas bicis, y hoy en día tengo y uso habitualmente una Surly Steamroller negra, una EAI Bare Knuckle azul y el cuadro de una Masi de pista, verde, que algún momento pienso usar.
"Mi arte gira en torno a la participación: hablo de participar del hábito de producir arte, compartirlo y disfrutarlo" (Andrew Smith)
¿De dónde salen tus gatos ciclistas?
Como dibujante, las bicicletas son un desafío: la interacción del cuerpo humano y la máquina, convirtiéndose en una sola unidad, es un problema muy complejo. Películas como Line of Sight, de Lucas Brunelle, o el documental Pedal, fueron importantes para mí, y no puedo olvidarme de la gente de Track or Die NYC porque ellos organizaron el primer y único alleycat al que asistí en Los Ángeles, un día que todavía ahora me resulta inspirador. ¿Los gatos? He adoptado a decenas, vivo rodeado de ellos, e inspirado por los animales antropomorfizados de los dibujos animados que veía de pequeño supuse que ponerle una cabeza de gato a un ciclista daría como resultado una mezcla divertida, reconocible y extraña. Es una reminiscencia del antiguo arte egipcio: ¡me encanta el aspecto de esas deidades con cabezas de animales porque, básicamente, socavan la arrogancia de tanto arte figurativo y retratos!
Más allá de los dibujos animados infantiles, ¿cuáles son tus principales influencias artísticas?
De pequeño, hojeaba libros de mi madre sobre Edgar Degas, Norman Rockwell y Andrew Wyeth mientras, a la vez, me alucinaba la revista MAD y los cómics de Basil Wolverton, Robert Crumb, Ed Roth, Jim Davis, Bill Watterson y otros artistas lowbrow. Siempre me ha chiflado, también, la animación japonesa: primero Pokemon y Digimon, y luego Cowboy Bebop, Cat Soup, FLCL, Mind Game, Dead Leaves y Akira. ¡Adoro el trabajo de Katsuhiro Otomo! Mi primer trabajo fue en un vídeo club, así que también vi toneladas de películas, sobre todo las más locas: David Lynch, Takashi Miike, Federico Fellini, Ingmar Bergman, Stanley Kubrick o David Cronenberg. Y, cuando estudié arte moderno, me interesé especialmente por la obra de Willem de Kooning, Marcel Duchamp y Jean Dubuffet, el surrealismo de Dalí, la oscuridad de Zdzisław Beksiński y H. R. Giger o las increíbles ilustraciones de Thorsten Hasenkamm, Karl Kopinski y Kim Jung-Gi.
¿Cómo es Los Ángeles para pedalear?
Tiene una gran cultura ciclista, pero es tan diversa y dispersa que es posible que, a primera vista, no lo notes. Hay muchos eventos, y tiendas por todas partes. Una de las mejores cosas de vivir aquí es la variedad: playa, montaña, desierto, bosque, parques de patinaje... Un amplio menú. El tráfico puede ser un poco salvaje, no hay suficientes carriles, pero… ¡nos las arreglamos bastante bien!
¿Qué función cumple hoy el arte?
Creo que su propósito, en un sentido muy general, es abrir la imaginación a nuevas formas de experimentar e interpretar el mundo que nos rodea. No existe una única función del arte, está incrustado en todos los aspectos del mundo y de nosotros mismos. La forma en la que un chef prepara una comida, la forma en que un cirujano lleva a cabo una operación o la forma en que alguien monta su bicicleta también tienen algo de artístico. El arte brota de nosotros como el sudor cuando hacemos ejercicio. Como ilustrador y pintor, simplemente trato de canalizar esa energía y establecer una conexión con el otro. Como la comida con la lengua, las llantas con el asfalto o el lápiz con el papel. Porque todo está conectado, todo es arte, todo puede ser perfeccionado y elevado a esa categoría.