La canícula se ha vuelto insoportable: el termómetro marca 45 grados. Huído del pelotón, el ciclista ve cómo el grueso de los corredores va reduciendo distancias al tiempo que las fuerzas también decaen. Cuando está a punto de desfallecer y tirar la toalla, una inmensa y refrescante sombra acude al rescate: es la que proyecta un majestuoso toro de Osborne, símbolo por excelencia de las carreteras españolas. El empujón necesario para mantener intacta la esperanza y las opciones de victoria.
Es una de las escenas más emblemáticas de Andalucía no natsu, un singular anime de 2003 basado en el manga Nasu (Berenjena), de Iō Kuroda, que dio el salto al cine de la mano del director nipón Kitarô Kôsaka (responsable de animación en éxitos imperecederos como *Akira, El viaje de Chihiro* o *La princesa Mononoke)* y el afamado estudio de Madhouse. El resultado: una película de 48 minutos que, de manera sencilla, entretenida y alejada de los excesos estéticos y argumentales del género, cuenta la historia de Pepe Benengeli, ciclista español que corre la Vuelta a España como parte de un equipo patrocinado por una cerveza japonesa, Pao Pao.
Pese a lo inverosímil que pueda sonar este último dato, Andalucía no natsu refleja nuestro país de manera ciertamente fiel. Más allá del recurrente toro de Osborne y el resto de omnipresentes tópicos ahí están los paisajes, los equipos como el Movistar, los agentes de policía o los bares. Y ahí está, también, la pasión por el ciclismo que supura una ronda como la española. Eso sí: sutilmente maquillada a la hora de poner los nombres: equipos como el Festina, el Mapei o el Banesto se convierten por arte de magia (nipona) en el Estina, el Pamei o el Onesto, y leyendas como Olano, Armstrong o Cipollini pasan a ser Oleno, Aldrin o Ciocci.
La gota gorda
¿Y la historia? Como todo buen anime, y pese a su sencillez, la historia de Pepe está cargada de épica, lo que encaja a la perfección con el espíritu del ciclismo. El protagonista de Andalucía no natsu tiene algo de perdedor: su novia (Carmen) le dejó por su hermano mayor mientras hacía la mili (la propia boda tiene lugar, sevillanas incluidas, mientras Pepe suda la gota gorda), y en su equipo es básicamente el segundón frente a la auténtica estrella: el sprinter Gilmore. Por eso, sueña con coronarse en su tierra y ganarse así el respeto y la admiración de sus compañeros, amigos y familiares, un objetivo ambicioso para el que, claro está, tendrá que imponerse a un pelotón plagado de auténticas máquinas de pedalear a base de sacrificio y una pizca de buena suerte.
La buena acogida de* Andalucía no natsu* (fue la primera película de animación japonesa seleccionada para el Festival de Cannes, e incluso estuvo nominada como mejor largometraje de animación en el de Sitges) llevó a sus responsables a hacer una segunda entrega, Nasu: Suitcase no Wataridori, ambientada en otra carrera ciclista, en este caso en Japón. En ella, Pepe sigue en el equipo, aunque convertido ya en el capitán y en una figura respetada en el pelotón. Porque todo gran esfuerzo tiene su justa recompensa.