Si paseas o pedaleas por Ciudad de México, es posible que te cruces con él. Y si conduces un coche, quizá veas cómo te obliga a parar en un paso de cebra para ayudar a cruzar a una anciana. Y lo harás. Nada más darte de bruces con sus músculos y su intimidante máscara de luchador, lo harás.
Peatónito se ha convertido en un ídolo local de la capital mexicana. Un auténtico héroe que dedica su tiempo libre a defender a los más débiles frente a los abusos del vehículo privado, en una ciudad con un elevado y preocupante índice de atropellos. Pero, ¿quién es Peatónito? “Soy un joven harto de que los coches no respeten al peatón, y harto de que en México DF muera un peatón al día”, cuenta a Ciclosfera sin desvelar su identidad. “Al principio nadie sabía quién era. Luego se enteraron colegas de trabajo y amigos, y más tarde algunos medios de comunicación consiguieron descubrirme. Sigo intentando ocultarla, pero es complicado”, reconoce.
Broma solemne
Todo empezó hace tres años como “una broma para llevar el activismo a un terreno más divertido e ilustrativo”, recuerda, pero ahora aquella broma rebosa solemnidad. “Este joven decidió salir a la calle enmascarado para hacer justicia”, proclama, y para hacer justicia nada como la lucha libre. “Es un espectáculo con el que todos crecimos en México. Sabemos que es actuado, pero nos encanta ver al bien y el mal luchar con unas acrobacias que son dignas de los Juegos Olímpicos. Es nuestra identidad. La máscara representa la justicia, una idea que es de todos y de nadie en particular”.
Al enfundarse la máscara, las respuestas son variadas. “El 90% de los conductores reaccionan bien”, cuenta, “y aunque el resto se muestra estresado o de mal humor nunca empleo la violencia”. Respecto a los peatones, la respuesta está dividida. “La mitad se muestra indiferente ante mi presencia, pero la otra mitad agradece mucho tener a alguien que los proteja”, explica.
Si algo tiene claro Peatónito es que no le gusta que le cuelguen el cartel de superhéroe. “No soy un superhéroe, sino un luchador social porque todos somos peatones. Niños, personas con discapacidad, ancianos, mamás y papás, jóvenes… Ninguno debemos vivir bajo el constante estrés de ser atropellados. Todos somos Peatónito”.
