¿Mi primer recuerdo? Las vueltas infantiles por el barrio a bordo de la bicicleta de El Cacahuate, un amigo que me dejaba acompañarle a veces sobre su flamante Vagabundo roja. Yo no pilotaba esa aventura rebelde, pero lo sabía: salir a toda velocidad por el eje vial de la colonia, sentir el terror de ser atropellados y que mi rostro fuera golpeado por el viento era algo alucinante.
Era cuando se le prestaba muy poca importancia a la bici y nadie exigía usar casco, evitar las aceras o no rodar en sentido contrario. Sólo importaba montar. El reto, descomunal, de recorrer Ciudad de México en bici.
Aprendí a rodar en esa Vagabundo y en dos biclas prestadas más: una piñón fijo amarilla y una Magistroni naranja, parecida a las de los Poliglotos de ahora. ¿Mi primera bici propia? Una azul que de lejos parecía Vagabundo, pero que en realidad era una pirata que, poco a poco y víctima de sus imperfecciones, malas soldaduras y materiales de quinta, murió. La sustituyó una Bimex BMX rodada 20, con cuadro cromado y llantas azules, de efímero paso al serme robada a punta de navaja no demasiado después.
Vivir sin pedalear
Se diluyó entonces el gusto por pedalear, por el afán de conocer el barrio al hacer los mandados de la casa o por escapar a Ciudad Universitaria para hacer piruetas Freestyle. El niño dejó de pensar en bicicletas conforme crecía, y lo mismo le pasó a la ciudad, que cada vez más orientada a los coches confinó a la cleta a paseos esporádicos o parques que, casi sin querer, se adaptaron a BMX y skate.
La gente dejó de pedalear, y la bici encontró refugio en oficios como el de afilador, tamalero o vendedor de agua
La gente dejó de pedalear para ir a la escuela y al trabajo, y la bicicleta perdió su condición idílica para encontrar refugio en oficios tradicionales como el de afilador, repartidor, panadero, tamalero o vendedor del agua. Seres urbanos que, lejos de marcas pomposas o máquinas súper ligeras, encontraron en su fiel montura a una compañera que, a cada pedalada, les ayudaba a conseguir el sustento.
En el vientre de la bestia
Años después, afortunados eventos mundiales motivaron que los gobiernos y (sobre todo) los ciudadanos de las principales ciudades retomaran la bicicleta como medio de transporte. En Ciudad de México pasó, o pasó algo parecido: el inadecuado e insuficiente transporte público se rindió a la cantidad de vehículos, los tiempos de desplazamiento se eternizaron y, por fin, buenas noticias ciclistas llegaron al DFectuoso.
Ahí va una: en enero de 2004 se inauguró la Ciclopista, que ocupaba un tramo inhabilitado del tren que unía a la ciudad con Cuernavaca, a una hora de distancia. Esos 90 kilómetros, de Polanco a La Cima, se cedieron a los ciclistas, construyéndose en torno a ellos ciclovías pintadas con resbaladizo líquido rojo. Surgieron puentes demasiados inclinados, el camino se llenó de asentamientos irregulares y llegaron los bloqueos de autos, los retenes policiacos y, por supuesto, los robos.
Pero, a pesar de todo, ese paso estaba dado.
¿Todo sobre ruedas?
El siguiente, el de no retroceder ya jamás, llegó en 2010 con el Ecobici, un servicio de bicis compartidas como el de tantas ciudades lejanas. Nació en Colonia Condesa, una zona famosa por su belleza arquitectónica, su vida nocturna y por albergar, también, a espíritus bohemios, mentes creativas y gustosos estilos de vida.
Cuando Ecobici llegó a la Colonia Condesa, la bicicleta encontró su sitio
Belleza, vida y bohemia: la bici encontraba su sitio. Para colmo, La Condesa estaba muy cerca del centro y las zonas de negocios, lo que hizo de Ecobici una forma de transporte. El juguete empezó a sustituir al coche, y el vehículo de vagos se volvió un artefacto cool. Ora a trabajar con sus trajes de dos piezas, ora a visitar los bares, miles de entusiastas ciclistas se subieron a sus dos ruedas, animándose unos a otros en el cambio de luz del semáforo. Y así, también, las personas se reconciliaron un poco con la ciudad y su caos.
Eso era lo mejor de una moda que llegó para quedarse: alejarnos del bullicio del tránsito llevándonos a calles perdidas que jamás surcaríamos en coche. Descubrimos olores distintos a los de la polución, y recordamos que aquí también se empeña en crecer el verde en forma de jardines, árboles y macetones con flores. En bici redescubrimos el Mercado de la Merced, y vimos en paseos como el Ciclotón y subidos a una euforia ciclista que allí había, además de muchas y malas leyendas, hermosas tiendas ciclistas que te vendían lo impensable.
Las rutas se expandieron y el tiempo se optimizó, pero transitar Ciudad de México en bici siguió siendo truculento. Calles y avenidas como Insurgentes, que cruza la ciudad de norte a sur, variaban su anchura de una cuadra a otra despistando a los ciclistas. En zonas exclusivas como Las Lomas prevalecieron el dominio y la intolerancia del auto. Y hasta surgieron tipos como Ángel Verdugo, el analista radiofónico que, antes de ser despedido, instó a sus oyentes a atropellar a cuanta bicicleta se cruzase en su camino. La neurosis de tantos atascos, agresividad y claxonazos se volcó en nosotros, pero en zonas como Iztapalapa la bici siguió recuperando su sitio.
Nosotros los pobres
Porque era el propio ciclista urbano quien tenía que salir a la calle. Organizaciones como Bicitekas se han preocupado, desde 1998, de informar e instruir sobre las reglas y formas en que se puede rodar esta urbe. Practicar aquí, resumiendo, todo un estilo de vida, un derecho a conquistar las calles que mejora la ciudad, aminora el tráfico, disminuye el impacto ambiental y promueve la actividad física en un país con índices alarmantes de obesidad infantil. Hay asignaturas pendientes como el comportamiento cívico y el respeto a las leyes, la sana convivencia con autos y peatones o la inseguridad y la creciente delincuencia, pero el camino ya se ha empezado a rodar. V*amos a buen ritmo, pero la meta está lejos: continuemos batallando.*
10 CLAVES PARA ENTENDER EL CICLISMO EN CIUDAD DE MÉXICO
RETRASO
Según la Secretaría del Medio Ambiente del Distrito Federal, la velocidad de los automóviles en horas pico se redujo de 38 a 17 km/h de 1990 al 2007, aumentando los tiempos de traslado de 53 a 81 minutos.
VAGABUNDO
A finales de los sesenta la marca Windsor de México lanzó la bicicleta Vagabundo, como respuesta a la chopper fabricada por Raleigh Bycicle Company en EE UU. La Vagabundo tenía manubrio estilo chopper, freno de contrapedal y llanta rodada 20 atrás y 16 en la frontal.
BIMEX
Bicicletas de México o Bimex fue creada en 1951 y, además de sus modelos propios, tiene la licencia de Raleigh Industries Limited en el país.
LOS POLICLETOS
En 2010 había registrados 2.400 “Policletos”: policías que se transportan en bicicleta para fortalecer la seguridad pública y ser el primer vínculo con la ciudadanía.
EXTENSIÓN
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi), el Distrito Federal es la entidad federativa más pequeña de todo el país, con una extensión territorial de 1.495 km2.
PASEOS DOMINICALES
Los paseos ciclistas dominicales para fomentar la actividad recreativa y recuperar los espacios públicos comenzaron en 2007, con una participación promedio de 5.000 paseantes semanales. Actualmente, su afluencia es de unas 20.000 personas cada semana.
EL CICLOTÓN
El Ciclotón, el último domingo de cada mes y que este junio cumplió 80 ediciones, ha sumado ya más de tres millones de usuarios, con una media de 50.000 asistentes. El paseo, que originalmente era de 32 kilómetros, tuvo que cambiar su trazado este año debido a las obras públicas, y su recorrido actual es de 25 km.
EL MEJOR ALCALDE
Marcelo Ebrard, Jefe de Gobierno de la ciudad de 2006 a 2012, fue el precursor de acciones como el Programa Muévete en Bici o Ecobici, lo que le valió ser nombrado Mejor Alcalde del Mundo en 2010 por la fundación inglesa City Mayors.
SOMOS MÁS RÁPIDOS
Según el primer Estudio de Movilidad Ciclista, realizado en 2008, el promedio de velocidad es de 16 km/h (un kilómetro más rápido que en coche. La mitad de los viajes diarios son menores a 8 kilómetros. Y cada trayecto dura una media de 30 minutos.
ECOBICI
Ecobici cuenta con 276 estaciones y cuatro mil bicicletas, y un promedio 25.000 usuarios por día (400.000 al mes). Ha tenido tres fases de expansión, y una cuarta está planeada para finales de año.