Los ciclistas de Toronto, en Canadá, lo tienen claro: es vital que los conductores se den cuenta de que han de guardar un metro y medio de distancia cuando rebasan a un ciclista. Por eso no han dudado en hacerse con un accesorio que, aunque en principio no está pensado para ello, resulta idóneo para ese fin: los llamados churros que se emplean habitualmente en las clases de natación.
Según cuenta el blog local BlogTO, los ciclistas urbanos han empezado a usar masivamente este artilugio durante los meses de verano, en una práctica que cada vez parece más arraigada. No sólo eso, sino que muchos de ellos se han fotografiado con ellos y han subido las imágenes a Twitter, convirtiendo la práctica en una tendencia que cada vez siguen más ciclistas.
Entre 2016 y lo que va de 2018 hubo 93 atropellos mortales en la ciudad canadiense
“Puede que no todo el mundo esté de acuerdo en qué medidas se han de tomar para reducir el tráfico o en la cantidad de carriles bici que debería tener la ciudad, pero todos podemos estar de acuerdo, a menos que seamos sociópatas, en que nadie debe morir en las calles de Toronto”, señalan desde el citado blog, que recuerda que 93 personas, entre ciclistas y peatones, han muerto atropelladas en la ciudad entre 2016 y lo que llevamos de 2018.
“Los ciclistas que circulan habitualmente informan con frecuencia de experiencias que podrían calificarse de “casi accidentes” y comportamientos increíblemente peligrosos por parte de los conductores levemente incómodos, como detenerse en carriles bici, girar a la derecha sin mirar o acercarse, o circular demasiado cerca de ciclistas vulnerables con sus máquinas de matar de dos toneladas”, añade el artículo.
Por ello, la elección de este artilugio parece de lo más apropiada. “Un tubo suave, simple e inofensivo que muchos ciclistas montan bajo sus asientos para que los coches aprendan a dejar la distancia de seguridad cuando los adelantan. Ya saben: como la ley dice que deberían hacer”.