Pierne Serne saluda a la cámara de su ordenador. Se percibe una cierta sorpresa en su rostro ante el interés que ha generado su encuentro virtual con diferentes organizaciones ciclistas, ecologistas y sindicales de España, organizado este jueves por Equo. También hay cierto cansancio en su mirada: “Ayer estuve trabajando hasta tarde”, reconoce. “Hoy había que entregar el preinforme al Ministerio”.
Ese preinforme es parte de uno de los planes más ambiciosos que se recuerdan en materia de movilidad en Francia. La Ministra de Transición Ecológica, Elisabeth Borne, encargó a Serne el pasado 13 de abril la búsqueda de posibles formas de implementar la bicicleta como el principal medio de transporte. Y Serne, de la mano de los principales actores del activismo ciclista francés, se ha puesto manos a la obra.
“Políticamente ha sido una sorpresa”, reconoce el activista. “No hay que olvidar que yo soy un ecologista que viene del mundo asociativo: no pertenezco al partido de Macron”. Serne es consciente de que eso conlleva un riesgo importante de “instrumentalización política” de la causa por parte del partido en el gobierno. “En ese sentido, soy muy prudente. Por eso he querido marcar la diferencia en el informe, y no paro de dar mi opinión cuando creo que el gobierno se equivoca”, apunta.
El reto de Serne y los suyos es inmenso. “El presidente Macron ha anunciado la salida de la cuarentena para el 11 de mayo. Tenemos que tener infraestructura ciclista temporal en un tiempo muy corto, menos de un mes. Así que tiene que ser una gestión muy eficaz”, explica.
Las primeras dificultades que entrañan este tipo de proyectos pasan, casi siempre, por poner de acuerdo a todas las partes. “La cuestión de la bici en Francia siempre ha sido motivo de debate, pero actualmente hay un consenso para crear estas infraestructuras ciclistas temporales. El motivo es que existe mucha aprensión de cara a la salida de este confinamiento, porque la gente tiene miedo a coger el trasporte público”.
“La gente debe subirse a la bici, y debe poder hacerlo en condiciones de seguridad y en un entorno agradable”
Pierre sabe de lo que habla. Además de presidir la asociación Villes Cyclables, fue vicepresidente de transportes del área metropolitana de París con Anne Hidalgo, la actual alcaldesa. “Al menos la mitad de los viajeros del transporte público no van a usarlo”, vaticina. “En París hay 5 millones de viajeros al día. Que todos los que dejen de ir en metro o autobús se pasen al coche sería una tragedia para la ciudad. La gente debe subirse a la bici, y debe poder hacerlo en condiciones de seguridad y en un entorno agradable”.
Pero el plan va mucho más allá de París, y se extiende a todo el país. “Nuestro objetivo es que el máximo número de localidades y territorios pongan en marcha este tipo de vías ciclistas temporales. Para nosotros es un reto, sobre todo en lugares donde no se utiliza tanto la bicicleta”. Otro reto añadido es la siempre ardua negociación con las distintas administraciones. “En Francia hay grandes obstáculos en ese sentido: la gestión de las carreteras depende de distintas administraciones. En un mismo itinerario nos podemos encontrar con tres gestores encargados de una misma carretera. Esto demora las cosas durante semanas”.
“Nuestro objetivo es que el 4 de mayo contemos con un marco legal para que las ciudades pongan en marcha este plan”
Pese a todo, y con las excepciones de algunas entidades locales, el comportamiento de la gran mayoría de actores necesarios para poner en marcha el plan que imagina Pierre está siendo ejemplar. “Rápidamente se constituyó un pequeño grupo de trabajo para reflexionar sobre el tema, que incluyó a la gran asociación de usuarios de la bici en Francia y también al sindicato profesional de todo el sector de reparación de bicicletas. Gente con la que hablamos todos los días. Más tarde hicimos una conferencia con diversos actores: nos juntamos más de 500 personas. Hubo una gran reflexión, algo único. En sólo cuatro horas hicimos un trabajo que normalmente nos hubiera llevado decenas de reuniones durante varios meses. Nuestro objetivo es que el 4 de mayo contemos con un marco legal para que las ciudades pongan en marcha este plan”.
Cabría pensar que poner en marcha este tipo de vías temporales tiene un coste a nivel presupuestario muy reducido. No es exactamente así. “La estimación que hemos hecho es de 50.000 euros por kilómetro de infraestructura temporal. Porque no se trata sólo de hacer una vías ciclistas: tenemos que aumentar la seguridad. Estas vías tienen que estar separadas de los coches, y también van a requerir de un mantenimiento”.
Además, Pierre quiere que los desplazamientos en bicicleta no se limiten a las distancias cortas, sino que también se potencien en recorridos más largos. “Las bicicletas eléctricas pueden hacer que más gente se desplace más kilómetros de manera más sencilla y cómoda. A su vez, todos los que se pasen a la e-bike y dejen de ir en coche o en transporte público dejarán más espacio a la gente que tiene que usar el transporte público. Y del mismo modo, la gente que no tenga más remedio que desplazarse en coche podrá hacerlo con menos atascos Es una cuestión de equilibrios: no se va a negar a la gente la posibilidad de desplazarse en coche, porque la bicicleta no es para todo el mundo”, apuntó.
La esperanza de Pierre, como la de todos los franceses que se mueven habitualmente en bicicleta o van a empezar a hacerlo a raíz de la puesta en marcha de este plan, es que las vías ciclistas dejen de ser temporales algún día y se conviertan en permanentes. ¿Ve posible ese escenario? “Eso es lo que nos gustaría”, reconoce el presidente de Villes Cyclables. “Pero sabemos que va a haber voluntad por parte de determinados sectores para que se dé marcha atrás con estas vías ciclistas más adelante. Aun así, ahora mismo estamos invirtiendo toda nuestra energía en ponerlas en marcha”. Quién sabe si, como ocurre con otras tantas medidas que benefician al conjunto de los ciudadanos, hasta los más reacios podrán acabar convenciéndose de que más bicis equivale a mejores ciudades.