Vera Rodríguez, de 41 años, es una de esas abnegadas trabajadoras de la sanidad pública que estos días están dejándose la piel en la lucha contra el coronavirus. Trabaja en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid, en la sección de hemodinámica, y hasta allí se desplaza, cada día, en bicicleta.
Lo primero de todo: ¿cómo estás viviendo esta situación?
Con cierta preocupación. Reconozco que formo parte del núcleo de profesionales que han subestimado este problema: hemos cometido el error de pensar que los datos que llegaban de China eran aplicables al sistema sanitario español, y la verdad es que deberíamos fijarnos más en lo que está ocurriendo en Italia, porque a buen seguro se parece mucho más a lo que va a ocurrir aquí. Y las noticias que llegan desde allí son preocupantes, la verdad.
Vas en bicicleta a trabajar. ¿Desde cuándo y por qué?
Lo hago desde hace ocho años. Empecé porque un día tenía que cubrir unos servicios mínimos en una huelga y no tenía garantizado poder volver a casa en transporte público. Entonces me di cuenta de que era mucho más sencillo de lo que me imaginaba, así que opté por hacerlo a diario. Es el transporte más sostenible. Además es muy rápido: los tiempos son fijos y no estás sujeta a atascos. Me permite ver una parte de la ciudad que ni caminando ni en coche puedo ver. Es muy económico. Y viviendo en la almendra centra de Madrid, uno puede moverse de cualquier lugar a otro de la ciudad en un tiempo bastante razonable.
“Nos dicen que no contactemos con nadie: eso en el transporte público es inviable”
En una situación como la que estamos, ¿dirías que la bicicleta es la mejor opción?
Sí. En el escenario actual, el mejor medio de transporte para la ciudad es la bicicleta. Te permite ir solo, lo que ahora mismo es trending topic. Nos están diciendo que nos quedemos en casa, que no hagamos vida social, que no contactemos con nadie… Eso en el transporte público es inviable. En la bici vas solo: por mucho que te acerques a alguien no vas a estar a menos de dos metros. Además, muchos de los que usamos habitualmente la bicicleta en una ciudad tan contaminada como Madrid utilizamos mascarillas. Obviamente no sirven contra agentes infecciosos, sino contra la contaminación, pero cualquier tos de, por ejemplo, un peatón en un paso de cebra, se puede ver contenida con una mascarilla. Ahora mismo, creo que podría ayudar bastante que las personas se movieran en bicicleta en caso de tener que desplazarse por causa de fuerza mayor. Eso sí: mejor en bici propia, porque la bicicleta pública pasa por muchas manos, y los objetos son también una fuente de contagio de los virus. Si se usa una bici compartida, mejor con guantes.
¿Crees que, una vez pase esta crisis, la bicicleta ganará terreno en las ciudades? ¿Piensas que en ese sentido estamos ante una oportunidad?
Ojalá sea así. Me gustaría pensar que esto es una oportunidad para hacer mejor las cosas. Lamentablemente, la experiencia nos está diciendo que vivimos en una sociedad donde la gente se mueve más por creencias que por opiniones de expertos. Si yo creo que la bici es segura, la voy a utilizar más. Pero si estoy convencida, por lo que sea, de que no lo es, no la voy a usar nunca. Al final, determinadas creencias pesan demasiado. Además, tenemos una mente muy capitalista: queremos estar enseguida en cualquier sitio, llegar pronto, ahorrar tiempo, hacer cuantas más cosas mejor, comprar mucho y amortizar cada segundo. La vida tranquila se está perdiendo. Y eso no sé si va a cambiar después de este escenario. Si sigue habiendo personas que piensan que la bicicleta es una pérdida de tiempo será difícil que algunos ciudadanos cambien sus costumbres. Tenemos que explicar los beneficios que trae consigo el uso de la bicicleta: fundamentalmente, la posibilidad de respirar un aire más limpio y vivir en una ciudad mejor.