Londres

Un carril bici flotante en Londres: el Thames Deckway

Se llamaría Thames Deckway, costaría unos 754 millones de euros y cubriría una longitud de 9,6 kilómetros, desde Battersea hasta Canary Warf, el distrito financiero del este de Londres.

El proyecto ha sido anunciado por el River Cycleway Consortium, un grupo de arquitectos, ingenieros y artistas liderados por el aqrquitecto británico David Nixon y la artista Anna Hill. Ambos colaborarían con la firma de diseño e ingeniería Arup (de la Opera de Sidney) y los Hugh Broughton Architects, según ha recogido la BBC.

Este carril flotante, que responde a la necesidad de aliviar el intenso tráfico de Londres utilizando su mítico río, hasta ahora infrautilizado, promociona a su vez el cilismo urbano como una alternativa al transporte motorizado. Con un aspecto futurista, esta pasarela flotante contaría con varios accesos a lo largo de la ruta y aprovecharía su movimiento -dado que subiría y bajaría a merced de las mareas- para generar energía eléctrica.

Se trata de utilizar el Támesis, y aprovechar el movimiento de las mareas para generar electricidad

Además, contaría con diversos sensores a bordo que, a través del satélite, reenviarían información a los cilistas sobre las condiciones atmosféricas o la congestión de tráfico. De ser aprobado, este carril bici flotante podría albergar hasta 12.000 ciclistas por hora y ahorrar hasta 30 minutos en el trayecto desde Battersea hasta Canary Warf.

Esta idea se suma, además, a otros ambiciosos dos proyectos ciclistas pendientes de gran envergadura en la capital: el SkyCycle, un carril bici de 220 km de longitud que sobrevolaría la ciudad (propuesto por el prestigioso arquitecto Sir Norman Foster), así como el Crossrail for bike, una construcción de 33 kilómetros de carriles bici, la mayoría separados del tráfico motorizado,  impulsada por el firme defensor del ciclismo urbano y alcalde de Londres Boris Johnson.

Desde que se ha anunciado el proyecto, las críticas y comentarios no se han hecho esperar: muchos ven esta idea más como un reclamo para turistas que para satisfacer la demanda de ciclistas a diario que utliizan la bici para desplazarse. De hecho, muchos critican el elevado coste de este carril de apenas 10 kilómetros de longitud, y cuyo presupuesto podría ser aplicado en otras zonas donde la infraestructura ciclista es deficiente o inexistente, inversión que sí animaría a muchos más ciudadanos a moverse en bicicleta.

Muchos critican que sea sólo un reclamo para turistas y que no se invierta en otras zonas, donde la infraestructura es inexistente

Sus responsables, que aún no han revelado los detalles de diseño -cómo se construiría o qué materiales utilizarían-, se mantienen firmes y optimistas al respecto, también en lo que atañe a su elevado coste (inversión privada en su mayor parte). Según calculan, sólo los costes de mantenimiento se cubrirían fácilmente con los 1,50 euros que cada ciclista pagaría por viaje.

Lo que está claro es que, más allá de su futurista planteamiento, esta serie de ambiciosos proyectos, verdaderos ingenios urbanos de los que os venimos hablando desde hace tiempo (consultar artículo  ‘Autopistas ciclistas’), confirman el buen estado de salud del que goza el ciclismo urbano.