¿Qué tiene Girona para convertirse en un destino tan interesante para ciclistas de todo el mundo?
Es una mezcla de dos factores. Desde hace muchos años distintos actores estamos apostando por el turismo sostenible y diverso, conservando el patrimonio. Por otra parte, hemos tenido la suerte de que distintos ciclistas de primer nivel han terminado viviendo en Girona, lo que nos está promocionando de forma natural.
¿Cómo nace esa apuesta por el turismo deportivo?
Al entender que no sólo podíamos vivir de sol y playa, sino diversificando la oferta. Para eso teníamos que poner a punto todo el patrimonio, aportar mucho dinero público y ayudando a las iniciativas que compartieran esa filosofía. El objetivo, ser un destino turístico de primer orden, pero también ser un espacio para ser deporte, para relajarse y desconectar, para cuidarse… Cosas que no se consiguen en un día, sino con muchos años de trabajo.
En un entorno, además, muy privilegiado.
Tenemos la suerte de que nuestros inviernos no son muy fríos, ni los veranos calurosos. Las temperaturas oscilan entre los 10 y los 30º, lo que te permite hacer deporte constantemente. Evidentemente en julio o agosto, o en enero, es más complicado, pero puedes hacerlo en determinadas horas, y además se mezclan el mar, la montaña, espacios urbanos maravillosos… A poca distancia hay llanuras y valles fantásticos, picos de más de dos mil metros y a una hora de una ciudad como Girona o, incluso, cerca de Barcelona. Al lado está Francia, una potencia turística mundial, de la que tenemos mucho que aprender y de dónde recibimos mucho público, y muy fiel.
¿Cómo calificarías la infraestructura ciclista disponible?
Tenemos, dentro de la Diputación, el área específica de Vías Verdes. Ya tenemos tres hechas, uniendo prácticamente las siete comarcas, y pronto conectaremos los Pirineos con el mar. Tenemos el Pirinexus, toda una ruta que llega a Francia y sigue siendo un gran desconocido, con muchísima variedad de paisajes. Es una ruta con cada vez más adhesiones, y que permite compaginar España y Francia.
¿En qué fase están todos estos proyectos?
Aun está en fase inicial. Son muchos proyectos que no se han podido hacer todavía por temas presupuestarios, tanto por parte del gobierno central como del catalán. Ahora tenemos que asociarlo con fondos europeos, como el FEDER, que nos ha dado dinero para unir esas rutas y complementar las vías verdes.
¿Cómo son los ciclistas que visitan Girona?
Tenemos muchos perfiles de turistas distintos: desde la gente que busca el glamour y festivales a los que se centran en la cultura… Los que buscan practicar deporte combinan mucho la gastronomía con actividades de relax y conocimiento cultural de la zona. El ciclismo no es un deporte caro, pero sí es muy agradecido con el destino, visitan sitios más desconocidos y exclusivos, tienen curiosidad por conocer el valor añadido… Tiene una potencialidad increíble.
El objetivo, supongo, es sustituir un turismo de un tipo por otro.
Un destino como el nuestro debe abarcar todo, tanto el que gasta mucho como el que no, pero es cierto que intentamos apostar por un turismo de respeto a la sostenibilidad, del cuidado, que ayude además a que tu oferta sea conocida y respetada. Nos sirve de poco el turista que viene tres días y se pasa las noches de fiesta y el día durmiendo: tenemos que ir más allá, y poder complementarlo con muchas actividades.
“Nos sirve de poco el turista que viene tres días y se pasa las noches de fiesta y el día durmiendo”
¿Es posible morir de éxito, perder virtudes por la masificación turística?
No nos engañemos: durante ocho meses, el tema está parado. El calendario es así, por eso el deporte es una apuesta importantísima, porque tenemos que repartir los cinco millones de turistas que, de golpe, nos llegan en verano. Hablamos de 21 millones de pernoctaciones, que deberían repartirse en todo el año.
¿Cómo se promociona todo esto?
En ferias como el Sea Otter Europe Costa Brava Girona Bike Show, que nacerá este año y donde mostraremos todo ello. Estoy seguro de que, dentro de un tiempo, este tipo de turismo será la bomba: el running, el ciclismo… Actividades, además, muy complementarias con el turismo familiar, con descubrir y conocer a la gente local, con mantener el patrimonio…
¿Cómo contemplas todos los cambios que está sufriendo el turismo, cosas como Airbnb?
No me da ningún miedo. No me preocupa que, con una nueva filosofía, se sumen nuevas empresas: gente como la de Airbnb ofrecen alojamiento, pero con eso no basta. Necesitan cosas complementarias, así que tenemos que juntar intereses, aunque es verdad que si hablas con los empresarios hoteleros, por ejemplo, están frenéticos. Pero no debemos pegarnos contra la pared de una realidad, como las que traen las nuevas tecnologías: queda amoldarse… o morir.