Nació en Cerdeña, la bella isla italiana en pleno centro del Mediterráneo. Un lugar donde confluyen culturas y en el que Toni de Muro desarrolla su vida y arte, el mismo que le ha llevado a ganar varios premios y trabajar para diferentes medios. "Por suerte", cuenta De Muro a Ciclosfera, "trabajo en lo mío a tiempo completo, y puedo hacerlo en casa, un parque o una bicicleta. Hago todo tipo de cosas, pero lo más habitual y exigente es ilustrar libros, algo que requiere mucha preparación".
"Somos los huéspedes de este planeta, no sus dueños"
Además de sencillez, elegancia y simbolismo, en su obra son habituales las bicicletas. En su opinión, "son muy interesantes gráficamente, pero también un símbolo muy poderoso en la conciencia de todos". Incluso se atreve a ir más allá: "Una bicicleta es un poema con dos ruedas".
Huéspedes del planeta
Tanto que, al menos en su familia, la pasión por la bicicleta se transmite entre generaciones. Su padre era un gran aficionado, también De Muro ha pasado bastantes horas delante de la televisión viendo carreras y, confiesa, su hijo es un habitual seguidor de Tour, Vuelta y Giro. "Aprendí a montar yo solo y con cinco o seis años", explica el artista, "mirando a mis hermanos mayores y despellejándome las rodillas. Desde entonces he montado mucho: lo he hecho para sentir la luz y la alegría, por la sensación de libertad que me da y para poder pasar un rato, a solas, con mis pensamientos".
Cita como influencias a René Magritte, Lorenzo Mattotti y Andrea Pazienca, y define su estilo como "sincero". Y, repasando sus trabajos, agrupados en series bautizadas como Árboles o Tierra, es obligatorio preguntarle por su relación con la naturaleza. "Somos los huéspedes de este planeta, no sus dueños", asegura, "e intento transmitir eso a través de mi obra". Y, pese a los muchos problemas que nos rodean, es optimista: "Sí. Confío en que algún día recuperemos la lentitud y estemos en equilibrio con la naturaleza".