Todos tenemos esa hormona esteroidea sexual llamada testosterona, aunque en el caso de los hombres la producción diaria sea de aproximadamente 20 veces mayor. Y son muchos los que se preguntan por el papel que juega esta hormona a la hora de practicar deporte y, en concreto, al subirnos a una bicicleta.
En un completo artículo publicado por la revista Livestrong, Scott Flynn analiza mucho de lo que hasta hora se conoce sobre la testosterona y su función a la hora de realizar ejercicio. Según explica Flynn, en deportes de resistencia como el ciclismo, el aumento de los niveles de testosterona podría ofrecer diversos beneficios de rendimiento. Sin embargo, “los detalles específicos del entrenamiento adecuado en bicicleta para aumentar los niveles de testosterona siguen siendo inciertos”, apunta.
La testosterona promueve la síntesis de proteínas, la reconstrucción de los tejidos y el desarrollo muscular
“La mayoría de los estudios que examinan los cambios en los niveles de testosterona se han centrado en el entrenamiento de resistencia en lugar del entrenamiento aeróbico. Y pese a ello, “pueden hacer algunas suposiciones seguras que pueden ayudarlo a mejorar su rendimiento de ciclismo”.
La testosterona promueve, tal y como detalla Flynn, la síntesis de proteínas, la reconstrucción de los tejidos y el desarrollo muscular. En respuesta al ejercicio, la síntesis de proteínas aumenta el tamaño y la fuerza del músculo. En el libro Adaptaciones hormonales y metabólicas al ejercicio, Henrik Galbo sostiene que el ejercicio aeróbico de alta intensidad estimula el aumento de testosterona en la sangre durante y después del ejercicio. En un estudio sobre el entrenamiento de resistencia realizado por William Kraemer, los niveles de testosterona aumentaron significativamente a medida que aumentó la carga de trabajo y disminuyeron las fases de descanso. Aplicado al ciclismo, recorrer kilómetros a niveles de alta intensidad aumentaría los niveles de testosterona durante y después del ejercicio y, posteriormente, ayudaría a mejorar su rendimiento.
En su justa medida
Pese a todo, puede que pasarse de vueltas tampoco sea una buena idea. Flynn advierte de que, “si bien el ciclismo a altas intensidades y volúmenes puede aumentar los niveles de testosterona, demasiado puede ser negativo. Durante una ruta, el cuerpo descompone principalmente proteínas a través de la liberación de otras hormonas, como el cortisol. Después del ejercicio, la testosterona ayuda al proceso de recuperación”.
A este respecto, Flynn cita un estudio realizado en nadadores de élite en el que los volúmenes de entrenamiento se duplicaron en 10 días lo que produjo aumentos significativos en el cortisol y disminuciones constantes en la testosterona.
¿Y las mujeres?
De los estudios realizados en mujeres pocos han podido demostrar aumentos significativos en la testosterona después del ejercicio. “Las mujeres tienen entre 15 y 20 veces menos testosterona que los hombres, por lo que parece lógico”, reflexiona Flynn. Pero “independientemente de los niveles de testosterona, ellas muestran mejoras drásticas en el rendimiento del ciclismo con un entrenamiento constante y adecuado”.