La bicicleta va siempre acompañada de un componente de compromiso con un mundo mejor. Con esa realidad en mente, las ONG Bicicletas sin Fronteras y la empresa de cubiertas antipinchazos Tannus decidieron hace tiempo unir fuerzas para hacer llegar bicicletas a los más necesitados en Palmarin, un pueblo costero de Senegal.
La iniciativa comenzó el pasado mes de febrero con la entrega de las primeras 220 cubiertas por parte de Tannus a Bicicletas sin Fronteras, y continuó el pasado septiembre con la donación de otras 500 más. Ahora, cuando ha pasado un tiempo desde aquella emocionante entrega en la que no faltaron las sonrisas y la gratitud, es momento de hacer balance sobre cómo una bicicleta puede cambiar la vida en un lugar como este.
Los niños recorren a pie hasta 10 km al día para ir a la escuela
Y es que tener la posibilidad de desplazarse a pedales puede significar un giro de 180 grados para los habitantes de un lugar como Palmarin. A menudo, los niños tienen que recorrer a pie largas distancias (10 kilómetros o más) para ir a la escuela, por lo que poder disponer de una bicicleta hace el trayecto más corto y ameno. La alternativa a la bicicleta es el autobús, pero muchos estudiantes no pueden permitírselo ya que el coste de un billete de autobús es el equivalente al sueldo diario que puede conseguir un padre de familia.
“Como son de colores les encantan: los estudiantes se asignan las bicis”
“El hecho de introducir bicicletas en los centros genera menos abstentismo escolar”, explican desde Tannus. “Adicionalmente, si los niños y niñas ya no pinchan en sus trayectos, todavía se reduce más dicho absentismo. Estos dos hechos sumados han llevado al instituto de Palmarim a ser el que cuenta con el menor índice de absentismo en la región y uno de los más bajos de todo el país”. Además, el llamativo diseño de las Tannus también las convierte en objeto de deseo: “Como son de colores les encantan: los estudiantes se asignan las bicis”, explican desde la marca.
Adiós al mantenimiento
El hecho de que las bicicletas se equipen con este tipo de cubiertas antipinchazos es, además, un valor añadido: dadas las condiciones del terreno de la zona, el riesgo de pinchar es bastante alto. Un riesgo que se elimina por completo con las Tannus, y que de paso ahorra todo material para el recambio y reparación (cámaras, parches etc..) así como el tiempo que requiere el mantenimiento. Además, la recepción de las Tannus también generó de manera directa trabajo para las mujeres de la localidad. “Ellas se encargaron de montar las cubiertas colocando los pins, lo que les generó ingresos económicos, cosa que la mujer rara vez puede tener en estas zonas”, cuentan desde Tannus .
Y es que la llegada de las monturas de Bicicletas sin Fronteras equipadas con Tannus ha dinamizado la cultura ciclista local. La ONG colabora activamente con la construcción de des nuevos talleres de bicicletas.
Pero hay más: como la solidaridad es contagiosa, la iniciativa de Tannus y Bicicletas sin Fronteras se ha extendido a otras empresas, como Decathlon, Monty o la Fundación Seur, que han decidido colaborar activamente con el proyecto.