El regreso
Si la memoria no me engaña, esta edición era la tercera vez que Ciclosfera está presente en Sea Otter Europe. Es la quinta ocasión que el evento se celebra en Girona, aunque la edición del pasado año, debido a la explosión del covid-19, fue infinitamente más discreta que la de los otros años, limitándose a unas cuantas pruebas deportivas. El primer gran cambio por lo ocurrido son las fechas: lo que antes se hacía a finales de mayo y principios de junio (siempre durante un solo fin de semana), ahora se ha trasladado al último fin de semana de septiembre. Ojo: ahora, a toro pasado, todo ha transcurrido con normalidad, pero la incertidumbre ha sido máxima durante las muchas semanas que han precedido a la cita, algo que ha exigido un enorme sacrificio a todo el equipo de la organización, dudas e inseguridades entre muchos de los expositores y, con este desenlace tan satisfactorio (la pandemia no ha terminado, pero el ambiente que se respiraba en la feria era, casi, de normalidad), animado a la gente a asistir.
A falta de cifras oficiales, el director de Sea Otter Europe estimaba la asistencia en unos 40.000 visitantes
Evento masivo
Porque eso sirve de medida, en gran parte, para valorar el éxito de un evento de estas características: la asistencia de público. Y, a falta de cifras oficiales (el director de Sea Otter Europe, Albert Balcells, comentaba personalmente a Ciclosfera una previsión en torno a las 40.000 personas), la sensación era excelente. El sábado y, en particular, el domingo por la mañana, eran muchísimas las personas que abarrotaban casi todos los rincones del extenso evento, tanto para participar en pruebas deportivas como para probar bicicletas y, quizá en menor medida, detenerse en los stands a contemplar y descubrir novedades. Supongo que en unas horas la organización nos dará unas cifras oficiales pero, mientras, al menos en mi opinión la asistencia de público ha sido mejor de lo esperable. ¿Algún pero? Quizá la menor presencia de visitantes extranjeros (lógico dada las circunstancias).
Ambiente profesional
En general, y tras consultarlo con los muchos anunciantes y amigos que contaban con todo tipo de stands (fabricantes, distribuidores…), la sensación era de satisfacción. Las demo bikes para probar bicicletas se llenaron de asistentes (ahora hablaremos del tema), había muchas ganas de “volver al ruedo” y presentarle al público las novedades y, en general, daba la sensación de que la vorágine de ventas de estos últimos meses generaba cierta tranquilidad y optimismo respecto a lo que viene ahora. Pero, eso sí, es indiscutible que había varios “elefantes” en el ambiente, como la enorme ausencia de determinadas marcas de prestigio como Specialized, Cannondale, Merida Bikes, Trek u Orbea, demasiado notorias como para ser obviadas. Sí, estaban Scott o Canyon, BH, la suma de Ghost, Lapierre, Winora o Haibike, además de marcas menos conocidas y amigas como Riese & Müller o Moustache, pero se echaban de menos las ya citadas ausentes. ¿El motivo? Según algunos, la incertidumbre sobre si el evento saldría adelante que rodeó a la cita hasta pocas semanas antes, lo que dificultó coordinarse con, muchas veces, las exigencias de un calendario internacional marcado desde muchos miles de kilómetros. Otros, en cambio, simplemente decían que algunas marcas optan por orientar este tipo de esfuerzos a eventos “privados” para sus distribuidores, usuarios o público potencial, algo por supuesto incentivado por la pandemia y que ha puesto en jaque al sector de los eventos físicos.
El esfuerzo
En nuestra opinión, sin embargo y como responsables de distintos eventos online (como por ejemplo las dos ediciones de Ciclosferia), los eventos físicos como este tienen mucho sentido, y más todavía tras la larga travesía en el desierto que nos ha ocupado durante tantos y tantos meses. En el ambiente se respiraba entusiasmo, alegría, ganas de bici, algo sin duda incentivado por el buen tiempo (incluso demasiado cálido y soleado) y, por supuesto, la privilegiada ubicación de Sea Otter Europe (a las puertas de una ciudad tan bella y bien comunicada como Girona, y situada en un lugar idílico repleto de naturaleza). Pero, sobre todo y pese a algún que otro problema, si algo generaba ese ambiente de satisfacción era el descomunal esfuerzo de gran parte de los presentes, tanto expositores como miembros de la organización. Estuvimos mucho, por ejemplo, con el equipo de Canyon (en torno a unas 20 personas), y era incluso conmovedor ver la intensidad del trabajo realizado y, pese a todo, el ánimo y la pasión de cada uno de sus miembros. Lo mismo puede decirse del equipo de CDC Sport, de Riese & Müller, Scott, Bergamont, Abus o cualquier otro: pese al esfuerzo realizado antes, durante y después de la cita, su amabilidad, profesionalidad y entusiasmo eran sobresalientes. Algo parecido puede decirse de los organizadores del evento que, pese a incluso algún imprevisto médico, supo estar a la altura, regalándonos un evento de enorme profesionalidad y valor.
Las actividades
Sabido es: Sea Otter Europe es, también, un evento repleto de citas deportivas, un terreno informativo que no solemos tocar en Ciclosfera, por lo que no podemos opinar del desarrollo de las mismas al no estar entre nuestros objetivos. Sí que estuvimos muy pendientes, por ejemplo, de las Demo y de la miriada de personas que iban y venían con las bicicletas de prueba puestas a disposición por las marcas. Hablamos de más de 500 bicicletas yendo y viniendo casi sin parar, en distintos turnos, por terrenos muy distintos, públicos distintos y un enorme valor. La complejidad del reto era alta, pero la organización y los profesionales de las marcas supieron sacarlo adelante. Sea Otter Europe es, además, escenario de distintas actividades en las instalaciones creadas a tal efecto dentro del recinto, especialmente orientadas al público infantil: era emocionante ver la cantidad de niñas y niños pedaleando arriba y abajo en un fenomenal ambiente.
Y el ciclismo urbano… ¿qué?
Y, ya para terminar y muy a vuela pluma, en ese balance altamente satisfactorio (personalmente, me inclino más a pensar en un sobresaliente que en un notable), un enorme lunar: el ciclismo urbano. Porque sí: aunque hubiese algunas marcas con modelos orientados al día a día en la ciudad (como las mencionadas y conocidas Riese & Müller, Haibike, Winora, Bergamont, Tern o Moustache, además de recién llegadas como la belga Granville), su presencia y sobre todo relevancia en el evento eran casi anecdóticas. Algo razonable considerando que Sea Otter Europe es, por encima de todo, un encuentro para fanáticos del ciclismo deportivo en sus muy distintas formas, pero que no deja de subrayar el relativo poco valor que desde marcas y público se le da a la bicicleta como medio de transporte. ¿Qué vino antes, el desinterés del público (deportivo) por la bici en el día a día, o el escaso afán de las marcas por mostrar ese tipo de productos y explicar sus bondades? Como siempre, y como hacemos desde hace casi una década, seguiremos razonándolo y, sobre todo, intentaremos dar una respuesta y solución al asunto…