Tres bellísimas playas y centenares de preciosas calles distinguen a la capital de Guipúzcoa, San Sebastián. No sólo eso: el Festival de Cine, el Jazzaldia, la Quincena Musical o el Festival de Teatro son otras buenas excusas para disfrutar la ciudad. Y luego, claro, están los ciclistas. Los casi 20.000 donostiarras que, cada día, pedalean para ir a trabajar, estudiar o comerse un delicioso pintxo. 20.000 ciclistas con un motivo más para ser felices: vivir en una ciudad culta, bonita y con 62 kilómetros de carril bici para moverse con seguridad.
En efecto, recorrer el “bidegorri” que surca el Paseo de la Concha frente al mar es un placer para los sentidos. Seguir el cauce del río Urumea, desde el barrio de Martutene hasta su desembocadura en el Kursaal, una prueba de que naturaleza y desarrollo urbanístico pueden ser compatibles. Deleitarse con el camino del barrio de Gros a la Universidad o Anoeta. O, cómo no, aventurarse por la ruta de 20 kilómetros que separa al Ayuntamiento de las minas romanas de Arditurri, en Oyartzun.
A mejor
Así es: en los últimos 25 años San Sebastián ha cambiado a mejor, y mucha de esta mejoría va de la mano con la movilidad sostenible y el trato de favor recibido por los transportes no contaminantes. En el caso de la bici el protagonista es el carril bici: su crecimiento ha sido correlativo al de los ciclistas urbanos. No se puede pedir a la gente que apueste por pedalear si no se les da la posibilidad de hacerlo con seguridad. No podemos, tampoco, olvidarnos del Dbizi, primer sistema europeo de bicicleta eléctrica compartida que poco a poco va ganando su clientela.
Podemos afirmar, entonces, que la bicicleta es un medio de transporte normalizado en Donosti, usado con normalidad por miles de ciudadanos. Decimos, sin ruborizarnos, que la bici ha mejorado la ciudad, la salud de sus ciudadanos y su medio ambiente. Para colmo, también ha traído puestos de trabajo y empresas: sólo en el cono urbano hay 16 tiendas de venta y reparación de bicicletas, y cada día nacen iniciativas que aspiran a mezclar salud e inteligencia, ocio y negocio, con las dos ruedas como eje.
La bici lúdica
Pero si de algo sabe San Sebastián es de diversión, fiestas populares y eventos callejeros. Son muchas las actividades aquí en torno a la bicicleta, unas organizadas por el Ayuntamiento o Diputación Foral de Gipuzkoa y otras por la Asociación de Ciclistas Urbanos Kalapie o diversos colectivos. Destacaría, por ejemplo, La Ciclovía, que suprime el tráfico de vehículos motorizados el primer domingo de mayo: un día de bicicletas y patinadores, deporte rural y grupos de música, danza o teatro, un día de felicidad que aspiramos a hacer más frecuente.
También Kalapie, que ahora cumple 25 años, está detrás del Bizitruk, espacio para la compraventa de bicicletas usadas, una cita aspira a devolver a cientos de monturas a las calles y cuyo éxito es cada vez más mayor. Además, cursos para aprender a montar, talleres de mecánica básica, excursiones o salidas mensuales con personas de elevada edad salpican el calendario local. El Ayuntamiento organizó con motivo de la semana de la movilidad la Urban Cycle Fashion, que mezcla en una pasarela la moda y la bicicleta, y carreras nocturnas o ciclos cinematográficos relacionados con las dos ruedas reúnen, cada vez con más frecuencia, a fanáticos del ciclismo.
El éxito y los asuntos pendientes
Sí: como el Monte Igeldo o la Isla de Santa Clara, como el Cantábrico, el monte Urgull o el Kursaal, la bicicleta se ha erigido en una donostiarra más. Un éxito alcanzado por la decidida apuesta ciudadana, pero también por unos políticos y técnicos del Ayuntamiento sensibles a la movilidad sostenible. Un éxito palpable por iniciativas como el Observatorio de la Bicicleta, ejemplo pionero en España del trabajo común de las instituciones públicas y las asociaciones locales. Creado en 2005, dicho observatorio recoge y transmite las quejas y sugerencias de los ciudadanos a la Administración, que se suman al informe anual presentado por Kalapie con datos sobre el estado de las infraestructuras, montante de las inversiones, robos denunciados o accidentes sufridos.
Hay también, por supuesto, tareas pendientes. Hay, por ejemplo, mucha infraestructura que finalizar, que podría conectar mejor la Parte Vieja con los barrios altos. Hay que incorporar las bicicletas a la calzada pacificando el tráfico con calles de zona 30. Hay que unir la ciudad con los muchos pueblos cercanos. Hay que mejorar la intermodalidad, pulir la señalización de los bidegorris, fomentar que las bicicletas rueden en los días de frío y lluvia. Hay, nunca está de más recordarlo, que educar a los ciclistas: somos los primeros que deben respetar al peatón y las normas.
San Sebastián será en 2016 la Capital Europea de la Cultura. Hay que lograr que la bicicleta sea el vehículo oficial de esa capitalidad, y que tanto los de aquí como todos los que vengan celebren esta fiesta sobre una bicicleta. ¿El objetivo? Ser cada vez más ciclistas. Más felices. Hacer todavía más vivible y maravillosa a esta vivible y maravillosa ciudad.