Como tantos otros, Laura Flores y Andrés Montes veían cómo los circuitos convencionales de arte no tenían las puertas abiertas para todos, dejando muchas veces fuera las ideas nuevas y frescas. Y, si los artistas noveles no son capaces de exponer en galerías de arte comerciales… ¿Por qué no crear una propia? “Andrés tenía alguna experiencia en galerías”, cuenta Laura, “pero buscamos algo diferente y vimos cómo en algunos países de Europa sacaban las exposiciones a la calle”. Y así fue cómo surgió la idea del carro-expositor.
Talento ilimitado, medidas concretas
Hablamos de un cajón de madera, hecho a mano por ellos dos, con medidas personalizadas y fijado a la parte de atrás de una bicicleta. En concreto, de una GAC de los años 70. “Habíamos pensado en hacer un sidecar o un carro trasero, pero no queríamos perder movilidad”, explican, por lo que recortaron las medidas a 75×45 centímetros. Eso mejora su traslado, no les limita en medios de transporte como el tren y hace más manejable el sistema, pero también limita la dimensión de las obras que se almacenan y exponen en el cajón. Un artilugio que han ingeniado para que sea un almacén y, a su vez, las paredes de la caja sirvan de mesa y expositor.
Por eso, la mayoría de los artistas que participan en la Sala Nómada adaptan sus obras a estas dimensiones. Como en el caso de El Señor Mur, que no sólo confía sus obras a las dos ruedas de la sala, sino que también hace muy presente en ellas la bicicleta. Le preguntamos por qué: “Hay bicis porque forman parte de mi cotidianidad. Es mi transporte habitual y en mis dibujos, entre otras cosas, aparecen situaciones que vivo. Además he ido acumulando dibujos relacionados con la bici de proyectos ciclistas en los que he participado -como el documental Perucha– y me gusta visibilizar la bici, un muy buen invento”.
El Señor Mur vio en el proyecto de Laura y Andrés una oportunidad para dar visibilidad a sus proyectos. “Me parece una buena idea por el concepto en sí, porque apuesta por un arte a pie de calle y con obras más asequibles de lo habitual en el mercado artístico”. De hecho, las obras van de los 5 a los 100 euros y si nos pilla sin dinero en el bolsillo, cada obra cuenta con un código QR enlazado a la biografía del artista. “A partir de ahí la persona puede comprar en la web, encargar una obra a medida o simplemente seguir la trayectoria del artista”, comenta Laura, que ya planea ir a Cuenca y Segovia en las próximas semanas. No olvidemos que la Sala Nómada lleva solo desde mediados de octubre en marcha, por lo que aún podemos decir que la galería sigue “en rodaje”.