Mientras habla contigo, es probable que Rob Lawrence siga con la mirada a todos los ciclistas (y, sobre todo, a sus bicis) que crucen la calle. Que intente que sigáis conversando en el taller, para entre recuerdo y recuerdo terminar de poner a punto la máquina de algún cliente. O que, eso es seguro, te invite a subiros a dos buenas monturas en cuanto termine la charla y salgáis a recorrer las afueras de Burdeos.
Porque así es la vida de Rob: marcada ineludiblemente por el ciclismo. Nacido en Kentucky, EE UU, fue en 2005 cuando Rob decidió viajar a Europa en busca de una nueva vida. En Praga, capital de la República Checa, encontró trabajo como bicimensajero y se empapó de la incipiente cultura fixie local. Con un grupo de amigos tan fanáticos como él empezaron a comprar viejos cuadros de carreras de la época soviética y crearon un equipo de bike polo, el Praha Pistola. Y, en alguno de sus viajes, descubrió el Look Mum No Hands!, un histórico bar londinense de ambiente ciclista abierto entre 2010 y 2023 que hizo volar su imaginación.
Charlas y bicicletas
“En 2010 me vine a vivir a Burdeos”, recuerda Rob, “y aunque trabajaba en una escuela pronto me adentré en la escena del piñón fijo para jugar al bike polo. Conocí a Christopher Cooley, un inglés al que también le chiflaban las bicis, ambos conocíamos a gente de la industria de la bici y vimos que podíamos poner en marcha algo en común. Yo había sido mecánico, él se manejaba muy bien en Internet y estaba seguro de que podría tejer una buena red de contactos, saqué la idea del café y… ¡Todo evolucionó con naturalidad!”
“Desde el principio supimos que nos centraríamos en el gravel: aterrizaba en Europa, los alrededores de Burdeos son perfectos para practicarlo y al público le atrajo la novedad” (Rob Lawrence, Musette)
En 2017 el sueño se hizo realidad y abrieron Musette, un encantador local situado en una calle de edificios bajos no muy lejos del río Garona y el centro de la ciudad. “Me encantaba la idea”, cuenta Rob, “porque había sido responsable de una cafetería y fue una de las mejores épocas de mi vida. Hay momentos muy intensos”, explica, “pero también otros donde reina la relajación. Conoces gente con la que tener interesantes conversaciones. Y, sobre todo, es perfecto para mezclar con mi gran pasión, el ciclismo, y no había nada parecido aquí”.
De ensueño
Burdeos: una ciudad con un nombre muy célebre, pero desde luego muy distinta de la gigantesca París o de, por ejemplo, el bullicio marsellés. Un lugar con cierta cultura ciclista pero donde, en 2017, había espacio para novedosas propuestas. “Desde el primer momento”, asegura Rob, “tuvimos claro que nos centraríamos en el gravel.
Entonces aterrizaba en Europa, los alrededores de Burdeos son perfectos para practicarlo y al público le atrajo la novedad. Además, ese sector y el del bikepacking estaban más desarrollados en EE UU y en el Reino Unido que en Francia, y la gente vio que sabíamos bastante del tema”.
Por eso, y desde el primer día, en la Musette encuentras maravillosas máquinas perfectas para recorrer el mundo y firmadas por marcas imprescindibles como Ritchey, Surly, Genesis, Niner o Ridgeback, pero también por otras menos célebres como BAAM, Brother, las alemanas Sour o las australianas Curve. Si te gustan las bicicletas de carga, también tienes dos excelentes ejemplos: las Bullitt y las Omnium. “La gente que llega se siente muy bienvenida”, afirma su copropietario, “porque no es una cafetería normal sino llena de bicis, pero tampoco es una tienda al uso porque no hay zonas diferenciadas ni se prioriza la venta. Sin ir más lejos, lo primero que ves al entrar es el taller y todo parece estar mezclado, y eso crea cierto ambiente de camaradería y sorpresa”.
Burdeos es una ciudad fantástica para pedalear, llena de carriles bici, casi completamente plana y con un clima muy suave" (Rob Lawrence, Musette)
Desde que abre cada mañana, por Musette desfila un público variopinto. Muchos vecinos del barrio seducidos por el café de The Alchemist, un proveedor local. Padres que, tras dejar a sus hijos en una escuela muy próxima, inician su jornada particular soñando con viajar a bordo de máquinas portentosas. Personas, por lo general, que aman la bici, una herramienta adorada en toda Francia y más en concreto en Burdeos.
“Es una ciudad fantástica para pedalear”, dice Rob, “llena de carriles bici, casi completamente plana, con un clima muy suave y donde la gente se ha dado cuenta de que moverse pedaleando es mucho mejor que en coche. El cicloturismo y la industria del vino, además, han atraído a muchos visitantes: las rutas EuroVelo 1 y EuroVelo 3 pasan por aquí, Francia está apoyando el ciclismo y, después de la pandemia, la bicicleta se ha convertido en una forma perfecta de viajar y, en resumen, vivir”.