La información y el titular pueden sorprender a muchos lectores: un ciclista puede ser menos sostenible que el conductor de un vehículo a motor, según un estudio de la prestigiosa Universidad de Harvard. ¿Cómo? Atendiendo no a la manera que tiene de transportarse, sino a lo que pone cada día en su plato.
Según el investigador Daniel Thorpe, las emisiones de CO2 de alguien que lleva una dieta basada fundamentalmente en productos de origen animal es menos sostenible que la de alguien que se alimenta de forma vegetariana. Independientemente de que elija la bicicleta sea su medio de transporte habitual, el primero estará contribuyendo a la emisión de gases de efecto invernadero -y por tanto, a la aceleración del cambio climático- mucho más que el segundo, aunque este escoja como medio de transporte un vehículo motorizado.
El estudio, publicado en el Keith Group de la mencionada universidad de Harvard, hace hincapié en lo dañino de la industria ganadera en materia de emisiones. Y para ejemplificar sus conclusiones, centra sus investigaciones en el CO2 que emite un americano medio con una dieta de 2.600 calorías diarias. Aquel que conduce un automóvil tipo como el Toyota Prius emite una cantidad de CO2 a la atmósfera inferior a un ciudadano que, aunque se mueva en bicicleta, base su dieta en la carne.
Thorpe ha plasmado el resultado de sus investigaciones en un cuadro comparativo, en el que se aprecia las consecuencias para el medio ambiente de elegir uno u otro tipo de dieta o emplear distintos medio de transporte. Según él, el consumo de energía y las emisiones de CO2 se reducen drásticamente en el caso de una dieta vegana, mientras que se disparan si se opta por una compuesta de productos animales.