Tecnología y diseño. Practicidad y elegancia. Seguridad y belleza. Conceptos a veces muy dispares pero que la marca italiana KASK ha tratado de reunir en uno de sus modelos más llamativos, el Urban R WG11, completamente enfocado al ciclismo urbano y repleto de detalles que lo diferencian de gran parte de las propuestas de la competencia. Disponible en nueve colores, lo hemos probado durante varios meses y podemos explicaros, con todo lujo de detalles, sus características y por qué elegirlo (o no).
En primer lugar, es importante hablar de KASK, su fabricante. Hablamos de una marca nacida en Italia, y que se vanagloria de fabricar todos sus productos en el país transalpino. Nacida en 2004, la empresa también cuenta con una línea de cascos enfocados al esquí y la equitación, y está presente en los cinco continentes.
Centrándonos en este Urban R, es obligatorio hablar en primer lugar de su aspecto externo. Porque pasan muchos cascos por nuestras manos (y cabezas), pero pocos llaman tanto la atención como este. La unidad que hemos probado es la de color plata, pero hay disponibles hasta ocho opciones más: negro, marfil, azul marino, burdeos, verde metálico, Champagne… Todas ellas parecen muy atractivas y, sobre todo, lógicas para el tipo de cliente al que se dirige: personas que usan a diario la bicicleta y que, además de seguridad y protección, tienen la estética entre sus prioridades. Hambién hay tres tallas para elegir (S/M -51-57 cm-, M/L -54-59 cm- y L/XL -60-63 cm-), y todas ellas resultan tan atractivas como elegantes.
Ya en el exterior destaca por su atractivo y, claro, por su visera de plástico y aperturas en la parte superior.
En esta parte externa ya llaman la atención dos de las características que distinguen la personalidad de este Urban R: su visera y las aperturas superiores. Respecto a la visera, hablamos de un visor intercambiable, (hay cuatro opciones alternativas, que varían por el color y la transmisión de luz). La unidad “básica”, que hemos probado, tiene un visor ligeramente ahumado, con una protección UV400 que bloquea el 99 % de la luz UVA y UVB. Aunque el uso de un visor es siempre cuestión de gustos (hay quien no quiere que nada altere su visión o, por supuesto, otras muchas personas prefieren usar unas gafas de sol), es cierto que resulta muy práctico para protegernos del sol y, especialmente, evitar el viento en los ojos, además de evitar encontrarnos con insectos, briznas de polvo o tierra o, por supuesto, algún elemento que pueda rebotar y saltar de la calzada.
Es importante señalar que es conveniente probarse antes el casco, también, para comprobar que la visera nos queda perfectamente a la altura de la nariz. En nuestro caso, he probado la talla L-XL y tanto el casco (ajustable, como explicaremos después) como la visera quedaban perfectos. La visión a través de la visera (siempre que esté limpia, claro), es sencillamente perfecta: tiene un plástico de mucha calidad. Eso sí, insistimos en la limpieza, porque basta poner un dedo para que quede una pequeña mancha que después nos resultará muy incómoda a la hora de rodar. El resto es impecable: plástico de buena calidad, buen grosor y mucha sensación de calidad. Eso sí: el proceso de quitar y poner la visera (en caso de que, por ejemplo, queramos sustituirla) es delicado: la marca lo explica como ‘sistema One-move Switch’, y consiste en dos botones laterales que, al pulsarse, permiten extraer la visera. Lo cierto es que da la sensación de que, al sacar la visera, puede llegar a romperse, aunque es cierto que es un proceso que hemos repetido en innumerables ocasiones sin el más mínimo daño. Así que… ¡cuestión de acostumbrarse y, en efecto, el One-move Switch parece un buen sistema!
El otro aspecto más llamativo del Kask Urban R son las tres grandes entradas de aire horizontales que presenta en su parte superior. Además de tener un aspecto muy, muy bonito y cuidado (las aperturas están perfectamente rematadas en un agradable y sólido plástico negro), tienen la particularidad de que pueden abrirse o cerrarse (las tres a la vez, no por separado) como uno quiera, para lo que tienen una palanca (también de buen plástico) en la parte trasera que desplaza una membrana. El sistema es eficiente, está completamente integrado en el casco e, insistimos, resulta muy útil, ya que podemos cerrarlo cuando tengamos frío o, por ejemplo, llueva, y abrirlo completamente en los días más calurosos (el sol apenas entrará por las rendijas).
Este sistema de ventilación es muy distinto al de la mayoría de cascos. Hace unos meses probamos el Kask Moebius WG11 de la misma marca que, por ejemplo, cuenta con una de estas aperturas en el frontal, y no regulable, y cuyo precio también es notablemente inferior (tiene un PVP recomendado de 99€). Es, precisamente, en detalles como estas aperturas regulables donde incide el mayor coste de un modelo Urban R, y que se ve justificado por, insistimos, la calidad: hemos repetido la operación decenas de veces, y las aperturas siguen abriéndose y cerrándose con la misma suavidad que el primer día.
Para concluir con todas estas buenas impresiones “externas”, es bueno hablar también de la calidad de la pintura de este Urban R. Por suerte, no hemos sufrido ningún accidente ni imprevisto que haya puesto al límite su resistencia, pero el casco sí ha sufrido alguna caída accidental de nuestras manos sin consecuencias. Cuando lo ves (y escuchas) caer duele, pero tras revisarlo, al menos en nuestro caso, compruebas que está igual, y que ni siquiera se ha saltado la pintura.
En el interior, KASK destaca la presencia del nuevo regulador ERGO FIT, basado en una rueda en la correa que permite ajustarla perfectamente al diámetro de nuestra cabeza. No solo es 100% eficaz y preciso, sino que también estéticamente está muy bien resuelto, con un plástico muy duradero y de calidad acompañado por un diseño impecable. Por decirlo de algún modo, es en estas partes donde el KASK Urban R parece un casco “de moto”, transmitiendo una durabilidad y calidad muy elevadas. Y es cierto que, una vez en nuestra cabeza, el ajuste es perfecto, el proceso es muy cómodo y rápido y, para los más exigentes, hasta la mínima presión que debe ejercer el casco en nuestra cabeza resulta placentero.
Esa sensación, claro, se ve acentuada por el acolchado interno que la marca denomina Silverplus. Respecto a otros modelos como el Moebius, el acolchado de este Urban R está más atenuado. La disposición es distinta: en este caso, una sola pieza entera cubre toda la parte superior del casco, con la salvedad de seis aberturas para la ventilación. Es agradable, y puede sacarse y volverse a poner por unas tiras de velcro que hacen todo el proceso muy sencillo. En los laterales, una tira acolchada recorre los laterales y el frontal.
Esa sensación está acompañada por el cumplimiento de todos los certificados exigibles a un producto de este coste, que cumple con distintas normativas obligatorias en el sector. Según la marca, tanto este Urban R como el mencionado Moebius “han sido sometidos a rigurosas pruebas contra los impactos lineales y de rotación en un laboratorio independiente, donde se han golpeado contra superficies planas y en ángulo”. Sin necesidad de hacerlo, nos da la sensación de que el Urban R asegura una elevada protección de nuestra cabeza, con todo lo que eso implica en caso de caída.
Este exhaustivo repaso del producto exige, también, que hablemos de la correa que nos engancha el casco. De nuevo la impresión es muy favorable: es de cuero sintético y al tacto desprende suavidad y calidad. También es muy cómodo ajustar su longitud, el enganche es sencillo y todo parece muy duradero y consistente. Habrá que ver cómo evoluciona, con el paso del tiempo y el uso, ese cuero sintético, pero al menos durante estos tres meses de uso el nuestro no ha experimentado ningún cambio.
El peso del casco KASK Urban R WG11 es de 410 gramos para la talla M y sin visor: el de la talla L/XL que hemos probado, con visor, está en torno a los 460 gramos. Y, a la hora de transportarlo, cuenta con otro buen detalle: la caja incluye una bolsa negra con el logo de la marca KASK, y que nos permitirá dejarlo en cualquier parte sin que se nos ensucie o, sobre todo, raye en una de las caídas que mencionábamos anteriormente. Otra prueba, la enésima, del mimo con el que ha sido desarrollado el producto.
Un producto, ya para concluir, no apto por supuesto para todos los bolsillos, ya que una buena parte de los usuarios verán excesivo gastar más de 200 euros (PVP recomendado de 210€) en un casco de bicicleta. Nada que discutir, pero sí recomendárselo a aquellos que quieran proteger al máximo su cabeza mientras pedalean, quieran contar con elementos de alta calidad y comodidad (la mencionada visera, las aperturas superiores) y, claro, también valoren mucho la estética.