Sólo una mala noticia: el tener que devolverla (aunque he de reconocer que me he planteado quedármela) tras muchas semanas de uso y disfrute. Porque la Canyon Urban 7.0 es un placer para cualquier ciclista urbano: si la comodidad se convirtiese en bicicleta se parecería mucho a ella. Silenciosa, eficaz, agradable. Y, de más está decirlo… ¡Muy bonita!
Tras convertirse en una marca de renombre en carreteras y montañas de medio mundo, la alemana Canyon apuesta por el ciclismo urbano, y la máxima expresión de esta nueva conquista es la Urban Commuter 7.0 (al menos hasta ahora: en 2016 nos llegarán joyas como la Commuter 8.0).
Mirada y admirada
Empezando por lo más evidente, su aspecto, de más está decir que la Urban 7.0 enamora. Enamora a su feliz propietario, pero también a todo el que se cruza con ella. La he subido a trenes, y me han preguntado por ella. La he usado por la calle o en parques, y también se han interesado. Y, por supuesto, ha sido mirada con admiración (y algo de envidia) por todos mis conocidos, muchos de los cuales hasta se han animado a dar una vuelta sobre ella atraídos, en un primer momento, por lo bonita que es.
Porque la Canyon sabe expresar su fondo a través de la forma. Su cuadro está perfectamente rematado, cada componente transmite belleza y calidad y está cuidada hasta decir basta. Cables integrados y ocultos, pintura atractiva (y ojo al verde, marrón y azul que prepara la marca para sus urbanas de 2016)… Todo transmite calidad y, al mismo tiempo, sencillez. Lo mismo que uno siente al pedalear sobre ella.
Desde el primer momento está bicicleta urbana transmite calidad, eficiencia y sencillez
Empecemos por los detalles: por ejemplo, las luces. Vienen de serie, están integradas y no necesitan ni baterías ni interruptores: se alimentan por buje y no se detienen hasta pasados unos segundos de bajarte de la montura.
Después viene, claro, el cambio. La calidad es notable, y denota la filosofía que Canyon ha aplicado en su creación: satisfacer al ciclista urbano más exigente y que se sienta cómodo y seguro. El Shimane Alfine de ocho marchas es de una suavidad asombrosa, además de uno de los cambios más silenciosos y precisos que he podido probar. Si hay que buscarle un pero, quizá vendría bien alguna marcha más para las cuestas más exigentes, pero es cierto que en ella he superado todo tipo de desniveles.
Silencio, suavidad… Es así: la Canyon Urban 7.0 es una especie de alfombra mágica rodante que nos lleva a cualquier rincón de la ciudad sin despeinarnos. Tampoco nos mancharemos: parte del equipamiento de esta preciosa montura es su correa de goma Gates CDN, que reemplaza a la clásica cadena. ¿El resultado? De nuevo el silencio. De nuevo la eficacia. Y, atención, un mantenimiento inexistente (aquí no hay nada que engrasar), una extraordinaria duración y la eliminación de suciedad y grasa, factores a tener en cuenta si no quieres llegar a tu destino con una fea mancha en la pierna.
La Urban 7.0 es una especie de alfombra mágica rodante
Después de cambiar de marchas (casi sin enterarnos) y pedalear (disfrutando de cada metro recorrido) tocará, por supuesto, frenar. No hay problema: los Shimano de disco nos detienen de forma inmediata, silenciosa y sin reacciones extrañas. Una vez en parado, llega el principal problema de esta bicicleta casi perfecta… ¿Dónde la dejamos? ¿Cómo dejar en la calle esta preciosidad que sin duda atraerá en el acto a los ladrones?
Canyon también ha pensado en ello, y por lo menos aporta una original solución para que no nos roben ni el bonito sillín San Marco de cuero ni los neumáticos Schwalbe Kojac (calzados en unas ligeras y deportivas DT Swiss). No daremos pistas a los ladrones, pero se trata de un sencillo y original sistema, que eso sí no resulta suficiente ante delincuentes más preparados. ¡Así que mucho ojo con dejar y descuidar esta maravilla en la calle!
Conclusión
Hablamos de una bicicleta magnífica, que alcanza un equilibrio casi perfecto entre deportividad y comodidad aunque, hay que reconocerlo, satisfará más a los ciclistas de rodar relajado. El manillar es amplio ( y los puños de cuero un placer para el tacto), el sillín cómodo (aunque en una primera impresión puede parecer algo duro), y el conjunto resulta ideal para completarlo con bolsas o alforjas. La postura es inmejorable y, en general, hablamos de una máquina que incita a pedalear. Parada es, casi, una obra de arte, y basta con mirarla para que te den ganas de usarla. Una vez hecho, no hay marcha atrás: te haces con ella en cuestión de segundos y se adapta perfectamente a ti, como si fuese una extensión de tu cuerpo. Señores de Canyon… ¿De verdad tengo que devolverla? ¿No pueden dejármela una temporada más?
Prueba de la Canyon Urban 7.0 versión 2015
Bicicleta probada durante más de 3 meses, recorriendo más de de 500 kilómetros en total. La probadora mide aproximadamente 1,70 cm y pesa unos 54 kilogramos.
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Estética
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Robustez
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Dinamismo
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Comodidad
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Calidad/ Precio