Desde hace un tiempo, da la sensación de que la bicicleta está en boca de la gran mayoría de los políticos. En España, por ejemplo, con el presidente Mariano Rajoy pedaleando titubeante a bordo de las bicicletas eléctricas del BiciMad madrileño, pero también en países como Ecuador, donde Rafael Correa situó la bicicleta en el centro de su campaña electoral recorriendo parte del país a golpe de pedal. Todos, sean del signo que sean, saben que la bicicleta da votos, pues transmite una imagen de cercanía y sostenibilidad que nunca podrían conseguir a bordo de un coche oficial.
Un momento. ¿Todos los políticos? ¡No! Un pequeño e irreductible grupo aprovecha cada ocasión presenta para cargar públicamente contra los pedales y los pedaleantes. Son pocos, pero sus palabras encuentran eco en los medios y desatan oleadas de indignación entre los ciclistas urbanos.
Entre tiburones
‘A pain in the ass’. Un dolor en el culo o, como decimos en España, un grano en el culo: así definió a los ciclistas el ex alcalde de Toronto, Rob Ford, mientras ejercía el cargo. El político conservador canadiense, defensor a ultranza de la supremacía del automóvil, es uno de nuestros los más conocidos archienemigos. Suprimió el impuesto de matriculación de los vehículos (causando un agujero de casi 60 millones de euros en las arcas municipales), calificó pedalear por la ciudad como “nadar entre tiburones: antes o después te vas a llevar un mordisco” e intentó, sin éxito, aprobar una normativa que obligase a las bicicletas a circular por carriles segregados.
Sólo un ejemplo de cómo muchos políticos conservadores norteamericanos se han posicionado en contra de la bici, una grave amenaza para la industria del automóvil. Tom Coburn, senador republicano de Oklahoma, se posicionó públicamente contra el “despilfarro de dinero de nuestros impuestos” que, en su opinión, supone invertir en movilidad ciclista. Para Coburn, lo necesario es seguir invirtiendo en carreteras, dado que “en EE UU sólo un 1% de los trayectos se realiza en bicicleta. Sarah Palin, líder de la conocida rama ultraconservadora del partido republicano de EE UU, el ‘Tea Party’, llegó a declarar que “amaba el olor de las emisiones”, mientras posaba para los fotógrafos arrancando una ruidosa motocicleta y respiraba hondo.
“Las bicicletas contaminan más que los coches”, llegó a afirmar el republicano Ed Orcutt
Hay quien va más allá. Thomas F. Barraga, de 70 años y miembro del gobierno del Condado de Suffolk, en el estado de Nueva York, es protagonista de una historia indignante: un joven de 17 años le escribió tras haber sido atropellado, mientras circulaba en bicicleta, por un conductor distraído. El chico pedía a Barraga que, al menos, se instalase en la zona algún tipo de señal de advertencia a los conductores, pero no sólo no se atendió a su demanda sino que el político le contestó personalmente de forma aplastante en un correo electrónico: “Nadie que viva en el condado de Suffolk debería montar nunca en una bicicleta o en una motocicleta”. Cuando el joven hizo llegar una copia de la contestación a los medios y se encendió una avivada polémica, Barraga no dudó en reafirmarse en sus planteamientos:”No voy a decirles lo que quieren oír, una gran cantidad de mentiras. Les digo la verdad”, declaró.
Pero hay posturas que, incluso, provocan hilaridad. La palma se la lleva Ed Orcutt, un representante en Washington del partido Republicano de EE UU. Orcutt propuso gravar con impuestos a los ciclistas porque, en sus propias palabras, “las bicicletas contaminan más que los coches”. No se vayan todavía, que la justificación fue aún mejor. “Al montar en bicicleta, los latidos del corazón y la respiración se aceleran. Eso significa que aumentan las emisiones de dióxido de carbono. El CO2 es reconocido como un gas de efecto invernadero y contaminador, por eso los ciclistas están contaminando el medio ambiente”. ¿Nos prohibirán también respirar?
No es país para bicis
En España, algunos políticos sí consiguieron que durante décadas las bicicletas quedaran relegadas a un uso meramente deportivo o de ocio. José María Álvarez del Manzano, alcalde de Madrid desde 1991 hasta 2003, llegó a decir que “Madrid no es, ni será nunca, una ciudad para bicicletas”. 12 años después de su marcha, la voluntad de cambio de los madrileños más osados y los tímidos movimientos de sus sucesores en favor de la movilidad ciclista empiezan a quitarle algo de razón. Sin embargo, en parte se salió con la suya: la capital de España está claramente pensada para el coche y sigue estando a años luz de otras urbes como Barcelona, Sevilla o Valencia en lo que a número de bicis en la calle se refiere.