Las antípodas quedan lejos. Y sin embargo, tenemos mucho que aprender de aquellas tierras. Al menos, en cuanto a la decisión de sus gobernantes de apostar decididamente por un modelo sostenible en materia de movilidad.
El primer ministro de Nueva Zelanda, John Key, acaba de anunciar un importante paquete de medidas para fomentar el ciclismo en las principales ciudades del país. Y lo ha hecho poniendo cifras a la inversión: 100 millones de dólares neozelandeses (unos 63 millones de euros) que irán destinados a poner en marcha nuevas infraestructuras y mejorar las ya existentes.
“La bicicleta aporta grandes beneficios para la salud y disminuye la presión sobre otros medios de transporte”, afirman las autoridades.
El ministro de transporte, Gerry Brownlee, se ha postulado como uno de los mayores defensores de la bicicleta como medio de transporte. Y así lo ha demostrado en sucesivas declaraciones. “La bicicleta aporta grandes beneficios para la salud y disminuye la presión sobre otros medios de transporte”, ha afirmado en la presentación del plan.
“Hemos observado que muchos ciudadanos no usan la bicicleta porque consideran que no es absolutamente seguro, y eso se debe en buena parte a la falta de buenas infraestructuras”, apunta Brownlee. “Queremos asegurarnos de hacer todo lo posible para que la bicicleta sea utilizada por el mayor número posible de personas”.
La iniciativa, cuya cuantía económica inicial servirá para desarrollar estas infraestructuras durante los próximos cuatro años, se articulará en el grupo Cycleway, que incluye a representantes del gobierno central, los distintos gobiernos locales y diversas asociaciones que luchar en favor del ciclismo urbano. Ellos serán los encargados de llevar ante el Consejo de Ministros el proyecto antes del próximo 31 de octubre.