Llega a las librerías Biciosos, un libro que reúne anécdotas, hechos históricos y entrevistas para animar a todo el mundo a sumarse a la revolución ciclista.
Entre hombres sin rostro como Putin y quiebras bursátiles, morales o políticas, Editorial Debate publica un libro sobre ciclismo urbano: se llama Biciosos y lo escribe Pedro Bravo. “Analiza un fenómeno creciente”, explica el autor, “yse dirige a los ciclistas y a los que se lo están planteando*.* Ir en bici es un anhelo, muchos quieren probar, pero no terminan de animarse”.
Bravo se pasó un verano recopilando información que espantara miedos y recordara lo fácil que es pedalear, pero escribir sobre ello era “muy complicado”, explica, “porque lo tengo tan asumido como andar o respirar. Era difícil hacer literatura, pero vi que había cientos de historias y anécdotas que merecían ser contadas”.
Una útil obra de arte
Entre ellas encontramos inventos y música, humor, entrevistas y elecciones personales. Como la que llevó a Bravo a subirse, con 14 años, a una bicicleta en Los Angeles. O la de repetir en Madrid, para ir a la universidad, mientras sus amigos soñaban con un Golf GTI. Idas y venidas ciclistas que culminaron sobre una fixie de cuadro Raleigh, montada por su amigo David (dueño de Dale Pedales) y que cuelga en la pared cada vez que llega a casa “porque es una obra de arte”.
Buen conversador y proselitista (“odio el proselitismo, pero lo hago con la bici porque me gusta cerrar los ojos, imaginar mi ciudad y sentirla llena de bicis y caras felices”), Bravo celebra que su sueño se esté haciendo realidad. “Si la bici es una moda lo es desde hace mucho tiempo, y llegó para quedarse. Habra quien se suba ahora porque es tendencia, pero no se bajarán… La bici es una necesidad creada de abajo a arriba: no nos la han vendido, sino que se ha impuesto, la elegimos sin que nadie nos la metiera por los ojos”.
¿Por qué comprar Biciosos? “Uno escribe para sí mismo”, dice Bravo, “pero quiero que os identifiquéis con el libro. Cada ciclista tiene una razón para pedalear y quería retratarlas. Muchos montamos y, aunque no nos saludemos al cruzarnos, simpatizamos. Hacemos algo que nos une, nos divierte y nos sienta bien: eso es lo que cuenta.