Cultura ciclista

Bike Song: 'Bicicleta', de Marcos Valle

Nuestro número de verano merecía una canción ciclista a la altura, y la tenemos: ‘Bicicleta’ es ideal para pedalear bajo el sol, escuchar junto al mar, tararear con calor y recordar así a Marcos Valle, un maestro de la música brasileña con una trayectoria impresionante pero menos conocido de lo que desde luego merece. Súbete a esta bicicleta, y disfrútala con nosotros.

CMC (Cumbre Musical Ciclista)

Escúchala. Estamos de acuerdo: hablamos de un tema muy, muy especial. Primero, porque es perfecto para ponerte unos cascos y pedalear sin parar, dejándote llevar por su vitalidad, su energía, su forma de recargarte las pilas y darle rienda suelta a tu buen humor. Segundo, claro, porque la bici es su protagonista absoluta. Por todo lo que representa (sabido es: alegría, libertad, aire libre, sintonía) pero, aquí también, como símbolo de flirteo, coqueteo y seducción. Y ya por último por tratarse de un éxito-bisagra para su autor, Marcos Valle, que con ella inauguró un giro más pop a su música y supuso un acontecimiento, además de en su país de origen, Brasil, en mercados tan notables como Estados Unidos o Japón.

Mestizaje de otros tiempos

Cuando en 1984 Marcos Valle grabó Bicicleta, la MPB (Música Popular Brasileña) se había empapado de fusión, y la canción abre los brazos a ese mestizaje, a sonoridades que dominaron la escena y que se proyectaron al Mundo a través de la poderosa influencia de la industria musical estadounidense. Años en los que empiezan a proliferar los radiocasetes portátiles y los boomboxes, que permitían escuchar música en todas partes y con calidad más que aceptable. En sintonía con ese nuevo contexto las grabaciones high-fidelity y el sonido “cristalino” pasaron a ser la norma, herederos de los discos de los Setenta (con Fleetwood Mac como máximo exponente en el inicio de esa tendencia) y que calaría en Brasil a través de gigantes como Gilberto Gil, Caetano Veloso o el propio Marcos Valle.

“Pedalando com você / Eu vou sempre devagar / Porque não quero ver esse sonho acabar / De brincadeira, subir ladeira / Depois soltar o freio e descer como um cometa na”

Genio infravalorado

Nacido en Río de Janeiro, donde todavía vive, en 1943, Marcos Valle tiene una muy destacada carrera como cantante, compositor y productor. Como señaló con precisión el crítico estadounidense John Bush, “aunque su reputación nunca ha igualado a la de contemporáneos como Caetano Veloso, Milton Nascimento, Gilberto Gil o Tom Zé, Valle es indudablemente uno de los artistas más importantes y populares en la historia del pop brasileño”. El de este músico, que empezó a formarse de niño a través del exigente repertorio clásico, es un caso típico de subvaloración: aunque la prensa especializada local le prestó atención, muy pronto, cuando con menos de veinte años fuera proclamado “compositor del año” por su hermosa samba orquestada Sonho da Maria, no supo transformarse en producto for export y su repercusión se ciñó sobre todo al ámbito nacional.

Versionado por Abril

Y eso que Valle es también autor de Samba de Verão, para muchos un símbolo de la bossa nova tan bueno como, por ejemplo, la Garota de Ipanema de Vinicius de Moraes y Antonio Carlos Jobim. Samba de Verão (publicada en 1964 y con letra de Paulo Sérgio Valle, hermano del autor y autor también de la letra de Bicicleta) es una de las composiciones brasileñas más versionadas: fue regrabada por Astrud, Bebel Gilberto o Caetano Veloso, hay versiones instrumentales firmadas por pianistas de la talla de Duke Ellington y Oscar Peterson y hasta fue grabada por, atención, Victoria Abril, que le daba un toque desenfadado en Putcheros de Brasil, uno de sus poco conocidos discos.

El videoclip

Como cualquier éxito de la época, Bicicleta también tiene su videoclip. Fue producido y (muy) difundido por la popular cadena televisiva TV Globo, circuló mucho por otros lugares del Mundo y contribuyó a su popularidad en EE UU y Japón. El vídeo, que merece múltiples visionados, arranca en una señorial casona campestre donde todos los protagonistas, incluido el propio Marcos Valle, visten ropa de época y cabalgan sobre monturas clásicas en una especie de bucólica Tweed Ride, en la que biciclos y monociclos, tándems, Penny-Farthings y otras máquinas recorren un jardín repleto de estatuas y fuentes. Súbitamente, volvemos a los años Ochenta, y es ahí donde un Valle embutido en el prototípico look de la época (cinta en el pelo, collar y abundantes pulseras, camiseta de tirantes) lidera a ese mismo grupo (ahora con muchísima menos ropa, especialmente las chicas) en una carretera junto a la playa.