Lo más probable es que los miles de ciudadanos que recorren cada día la madrileña Gran Vía ni siquiera se hayan fijado. Al fin y al cabo, los edificios de la conocida calle de la capital lucen habitualmente enormes lonas publicitarias que tratan de llamar su atención. Pero ésta es distinta.
La marca de cosmética Shiseido protagoniza una campaña singular con una lona de más de 1.000 metros cuadrados que, según sus creadores, es capaz de absorber el CO2 producido por los vehículos y las fábricas. El secreto está en que dicha lona está impregnada de dióxido de titanio, un material que permite desintegrar el CO2, reduciendo así la contaminación de la ciudad. Este compuesto da lugar a la fotocatálisis, un proceso similar a la fotosíntesis de las plantas, que permite descomponer el dióxido de carbono en presencia de luz, aire y humedad.
La agencia Tangoº es la responsable de la idea, gracias a la cual se logra reducir la contaminación de la ciudad como lo harían 1.000 árboles al año. El sistema, que ya está siendo utilizado por la NASA, es pionero en Europa tras haberse implantado con éxito en lugares como Nueva York (EEUU) y Japón.