Bicicletas

Las bicicletas son un problema

La polémica sobre la presencia de bicicletas en las aceras sigue proporcionando jugosos titulares y encendidos debates en los medios.

De cuando en cuando, y cada vez más, los grandes medios de comunicación nos regalan una noticia o reportaje con el ciclismo urbano como protagonista. Pero lo que en principio debería ser motivo de alegría para todos los ciclistas, como una muestra más de que la bicicleta está presente en un número cada mayor de capas de la sociedad, esconde un reverso que bien merece una reflexión.

Este lunes hemos amanecido con una columna de opinión en el diario El País en el que el autor, Jesús Mota, pone el foco en la más que recurrente polémica entre peatones y ciclistas por la presencia de estos últimos en las zonas reservadas a aquellos. Una nota elocuentemente titulada* Las aceras son para los peatones *en la que el periodista sostiene que éstas han dejado de ser “para sus destinatarios, los caminantes”, dado que ahora “tienen que compartirlas con las bicicletas, que se han multiplicado en el espacio público con una tasa de reproducción conejuna”.

Desde Ciclosfera siempre nos llamó la atención que los principales periódicos, radios y televisiones siempre hablen de las bicicletas como si fueran un grave problema, y nunca como lo que realmente son: la solución a muchos de los desafíos a los que se enfrentan las grandes ciudades del mundo por culpa del abuso del coche: contaminación, inseguridad, ruido… Y la merma en nuestra calidad de vida que todo ello conlleva.

En la noticia de El País, como en la gran mayoría de informaciones sobre bicicletas, se hace hincapié en hechos como el recientemente acaecido en Barcelona, en el que una mujer de 69 años fue trágicamente atropellada y quedó en coma. Se vaticina, en un tono alarmante que es denominador común de cualquier tipo de información relacionada con bicicletas, que este tipo de accidentes “irán a más” debido a la “perturbación urbana” que supone la presencia de ciclistas en las calles. Y aunque desde Ciclosfera no evitamos la siempre necesaria autocrítica -nos hemos cansado de posicionarnos una y otra vez contra la presencia de bicicletas en las aceras y a favor de la prioridad incuestionable del peatón-, los datos a los que el periodista parece agarrarse -que brillan por su ausencia en el texto- no parecen darle la razón.

Los atropellos graves a ciclistas son residuales. En Barcelona, ciudad de la que habla el artículo de El País, sólo hubo un caso en todo 2015. En cambio, una persona muere atropellada cada día en España, y no precisamente por una bicicleta, sino por el vehículo que verdaderamente supone una “perturbación” para los habitantes de las grandes urbes, y cuya reproducción, puestos a utilizar el mismo adjetivo que el autor, sí que es verdaderamente “conejuna”, con la connivencia de las autoridades y la complicidad de los medios, su principal escaparate publicitario. Máquinas de 1.500 kilos a cuya omnipresencia parecemos habernos resignado. Un bien de consumo que tiene, además, el dudoso honor de ser uno de los que menos se aprovechan de la vida moderna: se calcula que un coche pasa aparcado cerca del 95% de su vida útil. Millones de ellos lo hacen en la vía pública, un espacio que pertenece -y conviene recordarlo- a todos los ciudadanos, tengan o no automóvil.

El futuro, si es que queremos que éste sea un lugar en el que merezca la pena vivir, pasa por una nueva concepción de nuestras ciudades. Una revolución en materia de movilidad en la que el coche no tenga la prioridad absoluta de la que ha gozado durante demasiado tiempo, y en la que se vaya dejando poco a poco paso a maneras más inteligentes, limpias y eficientes de desplazarse de un lugar a otro. Pero también por volver a recordar, una vez más, que los peatones han de ser los reyes de la jerarquía urbana. Por entender que peatones y ciclistas hemos de ser aliados, y no rivales, ante el reto de construir mejores ciudades. Por exigir nuestro derecho como ciclistas a reclamar la calzada cuando pedaleamos y a disfrutar de la acera cuando, al bajarnos de la bici, nos convertimos en peatones. Y por seguir reclamando a nuestros representantes políticos que apuesten de manera firme y decidida por la bicicleta de una vez por todas, más allá de parches y fotos para la galería.

Mientras hacemos todo ello, seguiremos esperando noticias que hablen de los ciclistas urbanos como lo que en esencia son: personas que están construyendo una sociedad mejor, incluso a pesar de que unos cuantos se afanen en manchar el nombre de todos los demás con actitudes incívicas o artículos de opinión de rigurosidad dudosa.

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