Sartenes, tiras de bacon y huevos fritos pueden formar una bicicleta. Y lo mismo pasa con unos cuantos terrones de azúcar, unas cucharillas y unas tazas de café. O con unas galletas, unas pajitas y un vaso y una botella de leche.
La lista es larga, y resume varias de las creaciones de Riker. “Hace un mes” explica, “tuve una visión de un rollo de sushi sustituyendo las ruedas de una bicicleta. Rápidamente lo dibuje en un post-it porque no quería olvidarlo”. El resultado es otra de sus bicicletas “comestibles”, un refrescante y apetitoso dibujo en el que los palillos forman el cuadro y una serie de piezas de sushi rematan el vehículo.
Riker también publica un blog, en el que explica el proceso de creación de varias de sus obras, o incluso cómo obtener ingresos con ellas. Alguna de las relacionadas con el ciclismo han sido mostradas en el ArtCrank de Washington, donde ella vive.
Riker tiene un canal en Etsy, donde vende algunos de sus productos (sobre todo tarjetas postales) y Redbubble, en el que añade todo tipo de dibujos y hasta camisetas.