
En la sesión participaron representantes de Boadilla del Monte, Santander, Málaga y Sevilla, cuatro ciudades en momentos muy distintos de desarrollo ciclista, pero con un debate común: cómo integrar la bicicleta pública en la movilidad diaria sin perder de vista su enorme potencial turístico.
El alcalde de Boadilla del Monte, Javier Úbeda, explicó cómo su municipio ha logrado consolidar la bici pública como un recurso útil para residentes y visitantes. “Desde 2019 contamos con 37 puntos físicos y virtuales donde se puede desbloquear una bicicleta. En cinco meses hemos registrado 9.000 usuarios y 60.000 viajes”, destacó. En una ciudad con baja densidad y carencias de transporte público, la bicicleta está actuando como conector: “Nos ayuda a acercar a la gente al autobús o al Metro Ligero, pero también a que los vecinos recorran zonas verdes y conozcan mejor su ciudad. Tenemos 40 kilómetros de carriles bici y sendas”.
Boadilla del Monte (Madrid), Sevilla, Santander y Málaga compartieron su experiencia en torno a la bicicleta
En Santander, el giro ha sido notable. El concejal de Movilidad, Agustín Navarro, recordó que el sistema anterior fue un fracaso: “La ciudad no es plana y las bicis convencionales no funcionaron”. Con fondos europeos, Santander apostó solo por bicicletas eléctricas, redistribuyó estaciones y diseñó una estrategia para residentes y para los 650.000–700.000 turistas que recibe al año. El resultado: “Hemos pasado de 17.000 a 50.000 usuarios registrados, y los alquileres han crecido hasta superar los 100.000 usos en agosto. La media de uso son 24 minutos: se está utilizando para movilidad cotidiana, que era el objetivo”.
Málaga, por su parte, aportó la visión de una ciudad que está construyendo la base para implantar su futura bici pública. La concejala de Movilidad, Trinidad Hernández, fue tajante: “Hasta hace cuatro años Málaga estaba a la cola en movilidad ciclista”. Pero desde 2021 la transformación ha sido profunda: Plan de Movilidad Sostenible, adhesión a RedBici, Plan Director de la Bicicleta y un despliegue acelerado de infraestructura. “Este mes alcanzaremos los 60 kilómetros de carriles bici, camino de los 150 previstos para 2026”, explicó. Solo entonces llegará la bici pública: “Queremos un sistema ambicioso, con hasta 2.000 bicicletas y 200 puntos inteligentes, pero progresivamente”. También quiso aprender del pasado: “El antiguo sistema de bici compartida, vinculado a la gestión de la publicidad, fue un desastre. El mantenimiento era nefasto y la ciudadanía no lo usaba”.
"Los ciclistas suelen respetar las normas", afirmaron desde Sevilla. "Los problemas vienen de la interacción con otros modos"
Desde Sevilla, el director de Movilidad, Juan García López, expuso la perspectiva de un modelo ya maduro. “Con casi 200 kilómetros de carriles bici, estamos a la cabeza de España”, afirmó. Su sistema de bici pública, en funcionamiento desde hace 18 años, afronta ahora una nueva fase: “Queda año y medio para la concesión y hay quejas, pero el sistema ha funcionado razonablemente bien. En la próxima licitación queremos mejorar”. Sevilla trabaja además en la intermodalidad y en aparcamientos seguros en puntos clave como Plaza de Armas o San Bernardo. Y sobre convivencia, García fue claro: “En Sevilla los ciclistas suelen respetar la norma; los problemas vienen más bien de la interacción con otros modos”.
En conjunto, la mesa evidenció que no existe un único modelo, pero sí una tendencia inequívoca: las ciudades que avanzan hacia la movilidad sostenible están viendo en la bicicleta pública un aliado estratégico que beneficia tanto a los residentes como al turismo. Desde proyectos emergentes hasta sistemas plenamente consolidados, todas coinciden en un punto: la bicicleta pública ya no es una opción secundaria, sino una pieza central para construir ciudades más habitables, atractivas y conectadas.