Según recoge el diario digital* BBC Mundo,* Jones afirmó en el programa Science Club que la bicicleta «hizo que los humanos no se limitaran a encontrar a su compañera sexual en la puerta de al lado, sino que pudieran trasladarse a aldeas vecinas y mantener así relaciones sexuales con la chica del pueblo vecino». Este invento de principios del siglo XIX -que un siglo después se convertiría en todo un fenómeno de masas- provocó una progresiva migración cuyos efectos llegan hasta hoy. **Stephen Stearns, profesor de ecología y biología evolucionaría en la Universidad de Yale, declaró igualmente que la bicicleta amplió en 48 km la distancia de cortejo de los hombres en Inglaterra a finales del siglo XIX, estimulando la pavimentación de las vías, lo que facilitaría la posterior incorporación del automóvil al mundo del transporte. Así se explicaría, por tanto, el proceso de migración masiva que llega hasta nuestros días. Evolución genética sobre ruedas
Pero, además de su efecto en las costumbre del cortejo o en la migración, la ciencia destaca que la bicicleta contribuyó a una diversidad genética sin precedentes, aspecto primordial en el desarrollo de nuestro sistema inmune, material base de la evolución, y que, según Jones, «si no la tuviéramos todavía estaríamos en línea con los primates». Ante el hecho de que la distancia entre los lugares de nacimiento de las de las parejas aumente cada vez más, nos pregunta: «¿Cuán distante es el origen de su pareja o consorte, en comparación con el origen de nacimiento de sus padres? Si caminamos por una ciudad como Londres hoy en día, veremos una variedad genética que no hubiéramos visto antes».