En un contexto de reducción de la energía barata disponible en la tierra, junto a las maniobras de países y petroleras por hacerse con los hidrocarburos que van quedando (guerras en Oriente Próximo, fracking…) proliferan las noticias sobre las fuentes alternativas de energía que prometen permitirnos seguir viviendo como hasta ahora y dejar de contaminar. Entre toda esa información llena de fantasía encontramos los “inventos” relacionados con la bicicleta como el que asegura que va lanzar el multimillonario Manoj Bhargava por el tercer mundo y que se ha publicado en medios como National Geographic o nuestra apreciada Ciclosfera.
En mi experiencia con la bici eléctrica compruebo la dificultad que tenemos para aceptar los límites que señala la física, cuando tengo que explicar tan a menudo que no, no se carga la batería mientras pedaleas. El aprovechamiento de la energía de que disponemos se parece al uso del dinero del bolsillo: si lo gastamos en comprar algo no podemos pagar con él otra cosa “ya que estamos”; dispones de lo que te quede, salvo que consigas más. Producir energía eléctrica pedaleando no es más que transformar parte de la energía que produce nuestro cuerpo, y cuesta esfuerzo como cuando subimos una ladera, no se genera sin más. Una persona es capaz de proporcionar unos 100 W (vatios) de potencia de media, a repartir entre desplazarse o cargar una batería.
En el caso que nos ocupa, el sistema con el que transformemos esa energía en carga eléctrica y la batería que la almacene podrán reducir al mínimo las pérdidas si son muy eficientes, pero no van a dar más que lo que el cuerpo aporta. De modo que pedaleando una hora con fuerza en la máquina de Bhargava almacenaremos unos 100 Wh, es decir, lo que consume una bombilla de 100 W en una hora. Él afirma que con una hora de ejercicio diaria se abastece de electricidad una familia, pero las condiciones básicas de las que habla (iluminación, un ventilador y carga para el móvil) representan entre 500 y 1.500 Wh al día, para lo que habría que pedalear entre 5 y 15 horas todos los días (en España serían cuatro personas las 24 horas por hogar, ya que gastamos 9.500 Wh de media3).
La bici, nuestra bici, es un aparato maravilloso porque aprovecha al máximo nuestra energía, pero los músculos están en franca inferioridad con el petróleo o la electricidad disponibles hoy. Claro que el futuro pasa por la bici y las fuentes renovables, pero su protagonismo llegará a medida que la disponibilidad de los combustibles fósiles se vaya reduciendo, no por grandes mejoras en la bici u otros inventos.
En todo caso el que presenta Bhargava no es más que un generador accionado por pedales y una batería, nada nuevo. Pero tampoco es nueva la maniobra con la que pretende “distribuirla” a 10.000 hogares de la India el año que viene. Como él mismo reconoce, lo que va a hacer es venderla, parece que por más de 100 dólares, al sector más pobre de la población que representa un mercado nuevo que ya algunos están descubriendo, como las operadoras telefónicas o las entidades bancarias. Estas actividades, que no son filantropía sino negocio, se convierten en estafa cuando lo que vendes es un engaño: ni es nuevo, ni sacará de la pobreza a nadie, ni tiene una motivación altruista.