Fat bike: literalmente, “bici gorda” en inglés a causa del volumen de sus ruedas, diseñadas para la nieve y la arena.
"De mi dislexia descomunal, mi afán por aprender y mi pasión por el dibujo nació La Gran Ciclopedia Ilustrada. Un librito repleto de recuerdos que se mezclan con la jerga del ciclismo, la invención de palabras y expresiones, y todo lo que se tercie". Así presenta Karin Du Croo su nueva obra, que acaba de editar el sello independiente Libros del Zorro Rojo.
La Gran Ciclopedia Ilustrada es amena pero nada superficial. Pero, además, y tratándose de cuestiones ciclistas… ¡Es muy atrevida!
Soy traviesa, pilla y gamberra. Me gustan los chistes negros, absurdos y picantones, me salen naturales y se nota en mis ilustraciones. Me divierto cuando se me va la olla, ¿de qué sirve, si no, el humor? La vida es bastante dramática y absurda, y encuentro en lo cómico una vía de escape y el lugar donde reírme de mí misma. Sin humor, literalmente, me pegaría un tiro: es un salvavidas.
¿Qué hace bueno, o malo, un chiste?
El humor gráfico es complicado: la línea entre lo bueno y lo malo es muy, muy delgada. Por eso le doy muchas vueltas a las ideas que me vienen, hago muchos bocetos, los dejo en reposo, me encallo, los retomo, busco referencias, contrasto y le doy vueltas hasta que el resultado sea interesante. Otras veces las ideas vienen como un rayo fulminante: ayuda mucho partir de las propias vivencias.
¿Por qué hacer este libro, y qué tipo de lector imaginas?
Al entrar en la Masa Crítica conocí a personas tan o más frikis que yo. Gente pillada, obsesionada y enamorada del velocípedo. Así que hice un clic, fue como salir del armario: por fin pertenecía a una comunidad que me entendía y compartía mis intereses. Eso me permitió dar rienda suelta a mi imaginación y a mi creatividad, dibujando como una posesa todo lo que iba absorbiendo y aprendiendo, y lo compartí en las redes sociales bajo el nombre de Dibuja y pedalea. La buena acogida me motivó a seguir dibujando, y durante cinco años he ido recopilando un montón de expresiones. “A tumba abierta”, “chupar rueda”, “pedopropulsión”... Es una jerga que me parece metafóricamente divertida, llena de juegos visuales y de la que pensé que podría salir un libro bonito. Y aquí lo tenemos: en La Gran Ciclopedia Ilustrada encontramos entradas de la A a la Z, con una ilustración a toda página y una definición breve, en un tono guasón y de fácil lectura. Seas ciclista o no, es para pasar un buen rato y aprender un lenguaje bizarro.
¿Cuándo decidiste dedicarte profesionalmente al arte, y cómo definirías tu trabajo en términos de estilo?
Toco muchos palos: soy ilustradora, grafista, realizadora, editora de video, directora de arte… Me gusta todo y me cuesta encasillarme en una sola profesión. Y estoy muy influenciada por mi pareja, Miguel Gallardo, un gran ilustrador, un contador de historietas como la copa de un pino que, por cosas de la vida, falleció en febrero de 2022. Él me enseñó a soltarme porque siempre he tenido el complejo de que no dibujo bien. Miguel me enseñó a hacer cómics, a sintetizar una idea y ser directa, a que se me fuese la pinza y, a partir de lo personal, explicara historias. Tenía al maestro en casa y lo exprimía al máximo: en mis dibujos, sobre todo en las expresiones de las caras, veo mucho de Gallardo, pero con el tiempo, y a base de dibujar, creo haber encontrado mi propio lenguaje.
Respecto al estilo… Es algo que me chirría bastante, porque nos limita a no poder investigar y divertirnos. Cuando dibujo en mis rutas ciclistas soy más punki y experimento con la acuarela, que es más espontánea. La Ciclopedia la dibujé con el iPad, que te permite ir rápido y “equivocarte” las veces que quieras sin tener que empezar desde cero. Usé un trazo de línea clara, dibujos nítidos y limpios, con una reducida paleta de colores, para ser directa y, sin muchos experimentos, hacerme entender bien.
¿Recuerdas la primera vez que subiste a una bicicleta? ¿Hay alguna bici que recuerdes con especial cariño?
Recuerdo dejar atrás los ruedines con una eufórica sensación de libertad. Poder mantenerme en equilibrio sobre dos ruedas, sin caerme, fue como hacerme mayor y de golpe tener autonomía. El amor por la bici me viene de siempre: a los ocho años vivía en Holanda y allí era lo más natural del mundo. Mi hermana tenía una Gazelle de paseo, color verde caqui, con tres marchas, luz delantera con dínamo, reflector trasero y cubrecadena, pero lo que más me flipaba era el candado de herradura trasero ya que podía fardar de algo poco común. Con el tiempo conseguí heredarla, o más bien me apropié de ella: como en el amor, la primera bici nunca se olvida.
"Cuando dibujo en mis rutas ciclistas soy más punki y experimento con la acuarela, que es más espontánea" (Karin Du Croo, 'La Gran Ciclopedia Ilustrada')
¿Qué bici usas hoy?
Tengo cinco… ¡Madre mía, un montón! ¡Y me da miedo que se pongan celosas si presto más atención a una que a otra! Tengo una Specialized Tricross de 2010 que he amortizado hasta la saciedad, y sigue siendo la que más uso porque es muy versátil. Una Trek de montaña que apenas monto, pero de la que no me quiero deshacer porque fantaseo con volver a terrenos más técnicos. Una bici de carretera, la Specialized Amira Sport, que espero usar más en cuanto me ponga en mejor forma; una Orbea vintage plegable, azul, chulísima, que me regaló Pol del taller El bon pedal, y mi última adquisición, una Specialized Diverge para cicloturismo y salidas de fin de semana. ¿La próxima? Me haría mucha ilusión hacerme con una mini cargo para llevar a cuestas a mi perrita Cala.
“Al entrar en la Masa Crítica conocí a gente enamorada, obsesionada con las bicis. Hice un clic, fue como salir del armario: por fin pertenecía a una comunidad que me entendía y compartía mis intereses” (Karin Du Croo)
¿Cómo vive una ciclista urbana por las calles de Barcelona?
Estos últimos años se han hecho un montón de carriles bicis, pero muchos no son seguros: son de doble sentido y estrechos y no están protegidos de los coches. Ha habido una política probicicleta, pero temo que haya una vuelta atrás: hay que mantener y cuidar lo que tanto nos ha costado tener y seguir haciendo más carriles.
Por otro lado, soy crítica con los ciclistas que no respetan a los peatones, no señalan giros, van demasiado rápido, por la acera o en contra de la dirección que corresponde… Lo que en la Ciclopedia defino como “Salmón” o “Bici pantuflo”. Estaría bien tener una patrulla de agentes cívicos que educase a las personas a compartir el espacio urbano de forma más cuidadosa, una medida que tendría que ir acompañada de una sensibilización entre los conductores de vehículos a motor con la que evitaríamos accidentes e iríamos, todos, más seguros.