Ramiro Sobral tiene alma y manos de artista, aunque ha conocido una buena cantidad de oficios: cocinero, camarero, pintor, trabajador de la construcción, vendedor en la editorial de su padre… “Hice muchas cosas en mi vida, porque siempre fui muy inquieto”, confiesa. Nacido en Argentina hace 51 años, en 2013 abrió El Ciclo BCN, mucho más que un taller, una tienda o un local de alquiler de bicis, en un céntrico y bullicioso barrio de Barcelona. Un día descubrió que las piezas sueltas que iba acumulando durante años con un impulso casi dionisíaco podían transformarse en arte, y la chatarra reciclada acabó brillando, más aún porque sus primeras obras fueron lámparas.
Esas lámparas no tardaron en llamar la atención de sus clientes, pero ahora ha causado sensación con algo completamente distinto: un juego de ajedrez que expone en su local y es imposible no admirar. “Viene gente de todo el mundo, no solo a alquilar bicicletas, sino, sobre todo, a conocer la tienda”. Pero el ajedrez, majestuoso, espera aún otro complemento: “Quiero hacer una mesa con el mismo estilo”, dice Sobral, “porque ahora está sobre una de madera. Estoy terminando de perfilarla”.
A los ajedrecistas les suelen gustar las piezas sencillas de modelos clásicos, para concentrarse en sus gambitos y celadas sin distracciones, pero este juego lo querría tener cualquier gran maestro. Por eso, lo primero que queremos saber es cuánto cuesta. “No está a la venta”, responde Ramiro. “Mi hija no quiere que lo venda, y aunque todo puede tener un precio no me gustaría perderlo. Mi propósito ahora es, con la experiencia adquirida, hacer otro más refinado y mejor. Ese segundo sí lo pondré a la venta, pero aún estoy juntando partes porque gasté muchas de las que tenía”.
¿Por qué un ajedrez?
“No soy ajedrecista, pero siempre me gustaron las piezas y el juego. Cuando empecé a hacer lámparas ya lo tenía en la cabeza, pero no empecé antes porque sabía que me iba a llevar mucho tiempo. Un día me puse con la primera pieza, fui afinando detalles y no paré hasta terminarlo. Me obsesionó. Estaba todo el día trabajando en el ajedrez y lo terminé en dos meses”.
¿Hasta qué punto juegas bien al ajedrez?
“De niño jugaba bastante, y no se me daba mal, pero después estuve años sin practicar. Siempre me gustó”.
Quizá sepas que, ahora mismo, el ajedrecista de moda es un niño argentino de diez años, Faustino Oro.
“¡Sí, sé que está haciendo estragos! No sigo demasiado el ajedrez, aunque por supuesto recuerdo a Kasparov y Karpov. Nunca fui un gran aficionado, pero jugaba con amigos y las piezas y el tablero siempre me llamaron la atención”.
¿En qué momento decidiste ponerte manos a la obra?
“En marzo de 2023 tenía que ir a Argentina, así que decidí empezar dos meses antes y ponerme ese viaje como fecha tope. Lo terminé y completé”.
¿Cuál fue la mayor dificultad?
“Para cada pieza hacía falta algo distinto. Ese algo no estaba claro, no lo tenía a mano, y cuando lo descubría tenía que encontrar la pieza de bici, limpiarla y que todo coincidiera. Fue un trabajo enorme, pero me encantó”.
Amigo de todos (por Rafa Vidiella)
Puedo decirlo: soy amigo de Ramiro Sobral desde hace mucho tiempo. Es un motivo de orgullo, pero no me hace sentir especial: además de mucho talento, Ramiro tiene muchos amigos, porque es alguien que desde el minuto uno da y se da. Pasear con él por las calles que rodean su negocio implica detenerse cada minuto a saludar, ayudar o bromear con alguien. Ramiro no solo hace magia uniendo piezas de bicicleta: también, y sobre todo, hace magia uniendo y conectando personas. Hace barrio, hace ciudad, hace vida.
Aunque argentino de nacimiento, conserva y alimenta a diario y desde hace muchos años el encanto, el calor humano y la magia de una ciudad increíble como Barcelona. En resumen: visitad a Ramiro y visitad El Ciclo BCN. Conoced en primera persona, sumergiros en ese antiquísimo y bello local lleno de talento, humanidad y encanto. Será una experiencia inolvidable. Casi tanto como recorrer las obras maestras de Gaudí o visitar cualquiera de los fabulosos museos y monumentos que salpican esta incomparable ciudad.