Cultura ciclista

Héroes: 'Call me by your name'

Transgresora pero de majestuosa elegancia. Sencilla de resumir pero llena de matices, capas y fascinación. 'Call me by your name' es una delicada obra de arte, un agridulce canto a la vida y al amor, una oda al descubrimiento y a la decepción donde, por enésima vez, la bicicleta ejerce un papel fundamental.

Cuando se estrenó en 2017 en el Festival de Sundance, muy pocos imaginaban que lo nuevo de Luca Guadagnino (Palermo, 1971) se convertiría en éxito y título de culto. El proyecto, que narra la iniciática historia de amor en la Italia de los años 80 entre un adolescente de vacaciones y un joven estadounidense, comenzó cuando los productores Peter Spears y Howard Rosenman compraron los derechos de la novela homónima de 2007 de André Aciman, que adaptó al cine y dirigiría James Ivory, autor de dramas históricos como Lo que queda del día o Regreso a Howards End.

Pero la película terminó en manos de Guadagnino (en principio responsable de las localizaciones), que cerró con ella un tríptico integrado por sus dos anteriores largos, I Am Love (2009) y Cegados por el sol (2015). Aclamada por crítica y público (recaudó unos 60 millones de euros, multiplicando así por 15 su presupuesto) Call Me by Your Name ganó el Oscar al Mejor Guion Adaptado, convirtiendo a Ivory en el premiado más longevo (entonces de 89 años) en la historia de los galardones.

Trampolín estelar

Timothée Chalamet (Nueva York, 1995), uno de los rostros más famosos del cine actual, le debe gran parte de su popularidad al papel de Elio Perlman. Aunque su carisma ya había asomado en series como Homeland o películas como Interstellar, Chalamet rompió techos con la interpretación de este chico de 17 años (Chalamet tenía 22 en el rodaje) intelectualmente precoz, emocionalmente vulnerable y epicentro de un torbellino de descubrimientos sexuales y románticos.

Con una sensibilidad extraordinaria, inusitada madurez y admirable atrevimiento, el trabajo mereció una candidatura al Oscar como Mejor Actor, que finalmente fue a parar a Gary Oldman.

Sencilla de resumir pero llena de matices, capas y fascinación, es una delicada obra de arte.
Sencilla de resumir pero llena de matices, capas y fascinación, es una delicada obra de arte.

Ivory, clave

Experto en adaptaciones literarias, James Ivory (todavía hoy vivo a sus 97 años) se enamoró de la novela del egipcio André Aciman pero introdujo cambios en su adaptación a la gran pantalla. El libro está narrado en primera persona (aunque nacido en Alejandría, Aciman pasó su adolescencia en Italia antes de instalarse en EEUU) y se estructura en torno a los recuerdos de un Elio adulto, que rememora las vivencias más importantes de su juventud.

En cambio, la película adopta una progresión temporal lineal que facilita la identificación emocional del espectador con los protagonistas. Lo que se mantiene son los memorables diálogos, los momentos más íntimos y psicológicamente complejos y una larga lista de reflexiones filosóficas sobre el amor, la identidad y el tiempo, todo ello en torno a la exploración de la sexualidad adolescente, la complejidad de las relaciones familiares, el peso de las expectativas sociales y, fundamentalmente, la naturaleza transformadora del primer amor.

El director convierte cada paseo ciclista en la metáfora visual de un viaje emocional compartido, cosas que quedan atrás y lugares íntimos que merecen ser descubiertos

En el centro de la escena

Y no, no es exagerado decir que las bicicletas son también protagonistas del filme. Es sobre y gracias a ellas como Elio y Oliver descubren paisajes, el mundo, su amor. La bici de Elio es una Schwinn Sports Tourer Vitesse, una máquina de paseo muy ochentera, mientras que Oliver usa una bici deportiva. Cada una remite a la personalidad de su dueño (más discreto e inseguro Elio, más avasallador y dinámico Oliver), y además de ser el medio de transporte más lógico en el contexto rural de la trama, el director transforma cada paseo ciclista (al pueblo, al lago, a escondidos rincones campestres) en la metáfora visual de un viaje emocional compartido, cosas que quedan atrás y, por encima de todo, lugares íntimos (de Lombardía y del alma) que merecían ser descubiertos y nunca serán olvidados.

Portada de 'Call me by your name'.
Portada de 'Call me by your name'.

Mirada única

Rodada entre mayo y junio de 2016 en Crema, un pequeño y precioso pueblo lombardo, el director de fotografía tailandés Sayombhu Mukdeeprom usó película convencional de celuloide de 35mm en lugar del formato digital que impera en la industria desde hace décadas. Transmitió así mejor el momento histórico retratado, una era en la que lo analógico y artesanal aún regía en nuestras vidas, exprimiendo además la belleza y atmósfera bucólica del estío.

Escenarios en los que se alternan la espléndida villa donde reside la familia de Elio (amplios salones, exuberantes jardines y atmósfera intelectual), la explosiva naturaleza del verano italiano (muy acorde a las pulsiones hormonales de los chicos y chicas protagonistas) y el propio pueblo de Crema, escenario de imborrables momentos en los que Oliver, Elio y sus bicicletas representan una obra magistral.