El 15 y 16 de abril fueron muy divertidos en Bergen. La ciudad noruega, célebre por sus coloridas casas de madera del barrio de Bnryggen, ser la puerta de entrada a fascinantes fiordos o sus vistas desde los siete montes que la rodean, en particular el de Fløyen, vivió un momento muy especial, al inaugurar el túnel de Fyllingsdal, el más largo concebido para ciclistas.
En total, 2.900 metros de longitud, los que exige atravesar la escarpada montaña de Løvstakken, cuyos 477 metros de empinada altura exigían un buen rodeo a aquellos que quisieran ir pedaleando de Fyllingsdalen a Mindemyren, dos barrios residenciales al suroeste de la ciudad. Un trayecto (muy bonito, eso sí) de 35 minutos que, desde ahora, podrá hacerse en bicicleta en menos de diez.
Vía de escape
Será a través de un túnel de seis metros de ancho, distribuidos entre ciclistas (3,5 metros de carril bici) y peatones (2,5 metros para andar o correr) y que discurren en paralelo al túnel del tren ligero inaugurado en noviembre que, en tres minutos, también cruza el túnel. Como nos explica personalmente el arquitecto responsable del proyecto, Arild Tveit, el nuevo túnel ciclista aprovecha el túnel de evacuación concebido para la instalación ferroviaria.
"Los políticos", dice Tveit, "pensaron en 2013, cuando se concibió el proyecto, que sería una buena idea aprovechar el túnel de escapatoria para ser usado por peatones y ciclistas".
Genial: el centro de Bergen se estaba llenando de coches, y qué mejor alternativa para los ciudadanos que entrasen por esa parte de la ciudad que acceder por ahí a pie o en bici.
Desde el 15 de abril, los ciclistas que vienen del barrio de Fyllingsdalen (donde viven 30.000 de los 270.000 habitantes de Bergen) pueden llegar hasta Festplassen, uno de los puntos neurálgicos de la ciudad, en 25 minutos y a través de 7,8 kilómetros de ruta ciclista.
El principal reto fue la humedad: la montaña está llena de agua, por lo que hubo que diseñar sistemas de desagüe para que no se inundara.
El túnel está abierto todo el día (salvo de 23.30h a 5.30h), y según cuenta Tveit "todo el recorrido está vigilado por cámaras". Cada 250 metros hay un teléfono de emergencia (aunque hay señal de móvil), y altavoces en todo el túnel por si hay que anunciar algo por megafonía". Además, añade Tveit, "es totalmente accesible para ambulancias y bomberos en caso de evacuación".
Belleza oculta
El túnel ciclista (que en realidad no es el más largo del mundo, honor que le corresponde al llamado Snoqualmie, en Seattle, aunque sus 3,6 kilómetros de recorrido aprovechan un túnel ferroviario abandonado por lo que el de Fyllingsdal sí es el más largo concebido originalmente para ciclistas) cuenta con atractivas zonas de descanso plagadas de obras de arte y una iluminación dinámica colorida, que según sus responsables, Bybanen Utbyggding, "crea una ola de luz cuando un ciclista o peatón ingrese al túnel en cualquiera de los extremos alertando a los ciclistas sobre el tráfico que se aproxima".
Aunque las temperaturas en Bergen son suaves (en invierno raramente bajan de los -3ºC), el túnel se mantendrá a una temperatura constante de siete grados centígrados durante los meses más fríos. El principal reto para los arquitectos fue otro: la humedad. "La montaña está llena de agua", explica Arild Tveit, "por lo que al perforarla hubo que diseñar sistemas de desagüe para que no se inunde".
La ceremonia de apertura, el pasado 15 de abril, fue toda una fiesta. Una carrera para runners, una de triciclos y otra de bicicletas infantiles, y por la tarde toda la ciudadanía estuvo invitada a dar un relajado paseo por la instalación. Y por fin, el domingo, un desfile de bicicletas procedente del centro de la ciudad dio por inaugurado el túnel para los ciclistas. "Esperamos que lo use mucha gente", declara ilusionado Tveit. "Une zonas de mucha actividad industrial y empresas de ingeniería, además de conectar el hospital de Haukeland, el lugar que reúne a más trabajadores de toda la ciudad".