La ciudad de Federación se encuentra situada al noreste de la República Argentina. Fue relocalizada forzosamente como consecuencia de la construcción de la Represa de Salto Grande y reinaugurada en el año 1979 con una población estimada de 6.000 habitantes.
La relocalización fue planificada: se construyó una ciudad completamente nueva y desde cero, a cinco kilómetros del emplazamiento original. La población se trasladó y se destruyó la ciudad antigua casi en su totalidad. Pero todo ello se dio en un contexto hostil, dado que el país era gobernado por una dictadura militar de facto. Se trasladó a los ciudadanos a una ciudad que se encontraba a medio construir, con calles no pavimentadas, sin árboles y con los servicios públicos funcionando parcialmente.
En la nueva ciudad, la reubicación de los habitantes en sus respectivas viviendas fue por sorteo, razón por la cual no se respetó la conformación de los barrios de la manera que existían en su anterior emplazamiento. De alguna manera se esfumaron los símbolos de las clases sociales existentes, las construcciones antiguas, la identidad de los edificios públicos, etc.
Durante los primeros tres o cuatro años de vida de la nueva ciudad, los habitantes se dedicaron a reacomodar sus viviendas particulares, por lo que de alguna manera se sumergieron en su mundo familiar y se prestó poca atención a la ciudad en general y al vínculo con los demás habitantes. Las condiciones territoriales y sociales fueron muy difíciles y adversas. Además, no existieron lugares o puntos de reunión en los que sus habitantes pudieran socializar, como bares, clubes o centros culturales. Ni siquiera plazas.
La relocalización tuvo como consecuencia adversa la falta de socialización y la ruptura de los lazos de comunicación entre las personas que existían en la vieja ciudad, producto del cambio abrupto de territorio, de vivienda, la falta de espacios comunes y la pérdida de costumbres. Poco se pensó, tanto en el momento del traslado como en los años siguientes, en brindar ayuda psicológica o asistencial a los pobladores. Hasta la actualidad no hubo asistencia directa para esta problemática por parte del estado nacional, provincial o municipal.
Estos primeros años (1979/1983) y los que siguieron (1984/1995) determinaron de manera crítica las conductas sociales de los habitantes federaenses, lo que se tradujo en un temor generalizado a socializar unos con otros. Encontrarse en público era una situación algo incomoda, generándose -al mismo tiempo- un submundo social que se podría definir como “comentarios”.
Los comportamientos sociales federaenses fueron generalizados y luego se trasladaron o fueron repetidos por los hijos de la generación trasladada en el 79. Existe un “desarraigo heredado” en las personas que no vivieron el traslado. Hijos que ni siquiera conocieron la antigua ciudad y tampoco sufrieron la relocalización. Hoy, los espacios públicos de la ciudad que deberían funcionar como lugares de reunión, no son ocupados, y es difícil lograr que los habitantes dejen sus viviendas particulares y concurran a eventos de participación pública como espectáculos, ferias o eventos, porque deben encontrarse con otros habitantes federaenses y verse los rostros, hablar y, en definitiva, conocerse unos a otros.
La bicicleta como medio de socialización
Hoy en día, en el año 2016, la bicicleta o el ciclismo urbano cumplirían un rol fundamental en la socialización de los federaenses, mitigando las consecuencias adversas de la falta de sociabilidad producidas por la relocalización del año 1979. Moverse en bicicleta por la ciudad (a diferencia del automóvil o la moto) permite que las personas se saluden, hablen, interactúen y se encuentren con sus cohabitantes y con su propia ciudad, con su arquitectura, lugares y espacios públicos que todavía les cuesta descubrir, aceptar y disfrutar. También es importante la realización de eventos sociales o culturales a los cuales la gente concurra en bicicleta, porque ésta movilidad permite la charla y la reunión entre federaenses.
Este es uno de los principales objetivos que tenemos los integrantes de Federación en Bici como colectivo de personas. Pero sabemos que como agrupación civil que no posee recursos, es difícil de lograr. Es por esto que creemos que el Estado, en cualquiera de sus niveles, debe asumir esta problemática y tomar cartas en el asunto; involucrarse y promocionar el ciclismo urbano o el uso de la bicicleta como medio de transporte en la ciudad.